miércoles, 30 de junio de 2010

La Alborada en la Octava de Corpus en Salamanca, Guanajuato

Te lo confieso totalmente: si no fuera porque ahora, gracias a la hospitalidad del Arq. Roa, vivo en el mero centro de Salamanca, nunca me hubiera sido posible registrar este evento que se da, durante los días comprendidos ente le Jueves de Corpus y el Sagrado Corazón de Jesús; es decir, la Octava de Corpus, aquí en Salamanca, pues cada uno de estos días la celebración comienza a las 5:30 de la mañana en lo que se denomina Alborada.


La Alborada consiste, en ocasiones, en las mañanitas que un Mariachi lleva al santo que se celebra en ese día, en este caso no es un Mariachi sino una Banda y no hay mañanitas pues aún no es el día de los Pepes, como quiera la Banda está presente, en este caso afuera del ahora Santuario del Señor del Hospital tocando piezas que, en verdad, se vuelven un auténtico concierto. Son, además de los tradicionales himnos religiosos del Altísimo Señor, valeses que, en serio te lo digo, iluminan las frescas mañanas del Bajío y, como son en realidad pocas, poquísimas personas las que llegan, el concierto se vuelve, prácticamente, personal, algo así, en términos actuales: VIP.


Son las 5:35 y cada cinco minutos vendrá una ráfaga de cohetes, de esos que, aun estando oscuro se ve su trayectoria, luego vendrá el tronido, pero, como es fiesta, son en ráfaga y diez, quince, veinte, o más se dejan sentir, como queriendo herir al cielo, como queriendo despertar a todos, como queriendo decir… Altísimo Señor!


Son las 5:40, la plaza, es decir, el Jardín de la Constitución (de Cádiz), sigue prácticamente vacío, la poca actividad que se ve es porque los “culteros”, en este caso traídos de Abasolo, harán un espectáculo que se antoja insólito, quemarán un Castillo de día, eso será al mediodía, solo que, la pirotecnia es un arte que se lleva tiempo. Y ya lo creo, están aquí desde las 2 de la mañana, y apenas van a la mitad de todo lo que requieren hacer.


5:45, hora de “herir” nuevamente al cielo con una ráfaga de cohetes, de esos que llevan adheridos las ideas, los pensamientos, los sentimientos y las buenas intenciones de cientos y cientos de personas que creen, fervorosamente, que es allá, en el cielo, en donde se vive la vida eterna.


Y el cielo se comienza a iluminar, los primeros rayos solares de esta alborada se ven ya, las notas musicales de la banda continúan inundando árboles y prados, gente no hay. Los cuetes siguen tronando, el templo, ahora Santuario, sigue engalanado con un estupendo trabajo floral, todo parece decir que es un gran día de fiesta en Salamanca.


Pero no, no lo es. Salamanca y sus salmantinos, es decir, sus habitantes siguen encerrada en sus casas, en sus muros, en sus cuatro paredes. Siguen criticando lo que se hace y menospreciando, también, lo que se hace. Siguen esperando que un rayo venido desde la más profundidad del firmamento venga y les haga ver las magnificencias que día a día se desgranan por esta parte del Bajío.


Yo, muy en lo personal me congojo, pero a la vez les agradezco, les doy las más cumplidas gracias a todos los 250 mil (o más) salmantinos, les agradezco que se hayan quedado en sus casas esta mañana y que me hayan dejado para mi solito este magno concierto.


Pocas, en pocas, contadas, ocasiones, uno tiene el privilegio de estar presente en un lugar en donde el templo está tan profusamente decorado como si fuera la boda de un Príncipe. En pocas ocasiones tenemos el privilegio de estar en un auténtico concierto, al modo siglo XIX, de música armónica, de música deleitable, de música deliciosa que traspasó, en esta vez, solo mis oídos, pues pocas personas había en el lugar.


Salmantinos, salmantinos… si siguen diciendo que éste es un pinche pueblo, es porque las nubes que el canal de las estrellas les produce en sus ojos, no les deja ver las magnificencias que en este “pinche pueblo suceden”, si esperan a que ese mismo canal les ponga un programa especial y en horario estelar, en donde se vean las festividades de la Octava de Corpus en Salamanca, morirán en el intento, mientas que, a pocos metros, la vida REAL, se desarrolla.


Salmantinos, salmantinos, apaguen su televisor y salgan a la calle, vean los templos magníficos, lean la historia riquísima que tenemos… de la basura y suciedad, luego hablamos…









Son las 7:05, hora del desayuno, que mejor que unos tamales y un atole!... ay Salmantinos… ay Salmantinos…



martes, 29 de junio de 2010

Ojuelos, Jalisco, escala obligada del Camino Real de Tierra Adentro.

Una vez, platicando con uno de mis parientes, el que mayor información de nuestros antepasados tiene, me comentó algo que a la fecha me sigue intrigando sobremanera. En una amena charla, de esas que ya por el tiempo, que ya por la crisis, no se han vuelto a dar, me dijo que hasta donde era de su conocimiento mis tatarabuelos, o un poco más atrás, eran arrieros. Eso, con el paso del tiempo y las lecturas, me fueron poniendo más interés al tema de las Haciendas y del Camino Real, específicamente, al de Tierra Adentro.


Y esto viene a colación porque hoy a donde nos vamos es a la punta noreste de Jalisco, precisamente a Ojuelos, lugar importantísimo en lo que a arrieros se refiere. “En el lenguaje popular, un “Ojo de Agua” es un manantial pequeño, un lloradero de agua como dice todavía las gentes del campo; agua que brota sola a flor de tierra, con la lentitud, con la suavidad, con el llanto, según la tierna y poética semejanza que acordaron nuestros campesino”. (1)


Estando en San Miguel Allende o en Dolores, será muy fácil conocer los restos del Camino Real de Tierra Adentro que hay en Guanajuato, por restos me refiero a la traza del camino, en Ocampo, la parte que colinda con Jalisco tengo entendido que el progreso hizo desaparecer los vestigios que de Camino hubo, pues encima le echaron el asfalto. Como quiera transitar por esa carretea es interesante, como ya no es el Bajío, sino que está ya en alto, muy cercano a la Sierra Madre, el clima es más agradable, más fresco, más verde, como lo puedes ir comprobando.


Y buscado, buscando, encuentro algo de lo más interesante sobre Ojuelos, mismo que transcribo esperando no ofender al autor, por el contrario, lo que quiero es motivarte para que consigas el libro, es igual de interesante que la visita a Ojuelos. El capítulo lo intitula: El fuerte de Ojuelos y la ruta de la plata.


“El capitán José García de Roxas, natural de la ciudad de Santiago de Querétaro, por razón de su oficio, se avecinó en el fuerte de los Ojuelos, sobre el Camino Real de Tierra Adentro de México a Zacatecas; a 60 kilómetros del Real y Minas de San Matías de la Sierra de Pinos, construido por el capitán Pedro Carrillo Dávila en 1570 por orden del virrey Enríquez de Almanza, con tropas de la escolta de la Audiencia de México. El capitán Joseph García de Roxas adoptó la región para vivir, donde sus descendieres vivirán durante más de 300 años.


La zona, esencialmente chichimeca, había sido zona de guerra, la paz se había firmado en 1590, en San Luis de la Paz, Guanajuato, para la primera mitad del siglo XVII los conflictos bélicos en esta región entre españoles y chichimecas habían desaparecido. Más al norte concluirían entrado el siglo XIX.


El Camino Real de Tierra Adentro de México a Zacatecas por Querétaro, San Miguel el Grande, San Felipe, Ojuelos, Bocas, Ciénega Grande y Cuicillo, trazado alrededor de 1550 con el descubrimiento de las minas zacatecanas, no eran el único, sino el más corto, quizá el preferido por los viajeros después de la pacificación de la región; otrora peligrosísimo, sobre todo entre Bocas (San José de Letras), Ojuelos y San Felipe. También se podía ir a Zacatecas por Querétaro, Celaya, León, Lagos y Aguascalientes o por Querétaro, San Luis Potosí y Pinos o por Guadalajara, aunque esa ruta casi doblaba la distancia.


El Capitán don Joseph García de Roxas, casado con Agustina de Sotomayor, hacia 1660 compró el fuerte y la venta de Los Ojuelos, con un sitio de ganado mayor cada uno, además de otro sitio de ganado mayor a mano derecha del camino que va de Ojuelos a San Felipe, para formar la Hacienda de San José de los Obrajuelos, cabeza y tronco no de su familia, sino de su estirpe y futuro linaje, porque creó desde el apellido.


La Hacienda de San José de los Obrajuelos se desarrolló por el intenso tráfico comercial entre las ciudades de Zacatecas y México porque se encontraba sobre el Camino Real de Tierra Adentro, transitado por quienes transportaban plata y mercancía de los Reales y Minas del norte de la Nueva España al puerto de Veracruz, pasando por la ciudad de México o viceversa. Porque se encontraba a la mitad del camino entre las ciudades de San Luis Potosí y Aguascalientes; y porque a partir de ahí nacía un ramal que la comunicaba con el Real de Pinos, que a su vez conectaba con otro camino de Zacatecas a San Luis Potosí.


Ser un punto neurálgico en las vías de comunicación, obligatorio para no pocos viajeros, contribuyó a una prosperidad estable. Era una inversión de poco riesgo”. (2)


Ahora que está creciendo el interés por conocer y rescatar el Camino Real de Tierra Adentro y que se está promoviendo ante la UNESCO para su posible inclusión dentro del catálogo del Patrimonio de la Humanidad, será bueno adentrarnos en la historia de Ojuelos, Jalisco.


Dos cosas interesantes hemos encontrado hoy, además de las fotos que aquí te presento, las cuales hice hace algunas semanas; una de ellas es ese libro que aquí te transcribí apenas una partecita, y que además de lo bien publicado, trae una serie de información que, para ti que te gusta la historia, el virreinato, las haciendas, la genealogía, te darás gusto.


La otra cosa buena es que encontré el sitio electrónico de Ojuelos, en donde he visto una de las más completas y bien hechas páginas sobre historia local, eso que se llama la Microhistoria, te lo recomiendo ampliamente y te paso un extracto de tan solo un párrafo de lo que allí hay:


“El cargamento más valioso de los carros y carretas era, desde, luego la plata que iba al sur, para ser refinada y acuñada; luego sería enviada de nuevo en carretas, a Veracruz y de allí, anualmente, por barco, a España. En cambio, las carretas que iban al norte llevaban a la creciente población de la frontera una gran variedad de abastos: equipo minero y otras herramientas, alimentos y ropa. Las licencias de embarque de mediados de la década de 1550, probablemente típicas del período, pueden darnos cierta idea de esta variedad de mercancías, que incluían seda de Granada, seda floja, arreos de Castilla, percal de Castilla, losas de zinc, seda mexicana, herraduras para caballos y mulas, camisas de lino, camisas de Ruán, ejes redondos, escardaderas, atún, barricas de aceitunas, aceite, cáñamo para cuerdas, clavos para herrajes, cuernos de vino, terciopelo (verde, blanco y marrón), tafetán, cenefas blancas y negras, cerrojos, cuentas, babuchas o zapatillas de mujer, fundas de espada, platos de metal, corchetas y ganchos, hebras de seda, machetes, fustanes blancos y marrones, dedales, almendras, calderos de metal, agujas finas, guantes, reatas, resmas de papel, tijeras, jabón, candeleros, botas de cordobán de Castilla, barricas de higos, telas de lana y de algodón, acero, telas de Ruán y de Holanda, dulces, cuchillos de Bohemia, sandalias de fibra, tafetán de Castilla, grandes agujas, tijeras de barbero y barricas de sardinas”. (3)


Fuentes:


1.- Sitio Internet http://ojuelos.com.mx/index.html


2.- De los Reyes, Aurelio. No queda huella ni memoria? Semblanza iconográfica de una familia. UNAM - Instituto de Investigaciones Estéticas – El Colegio de México. México, 2002.


3.- Sitio Internet http://ojuelos.com.mx/index.html



lunes, 28 de junio de 2010

Una vista de Ensenada difícil de creer

Si conoces Ensenada, esta foto te causará un tremendo impacto, no recuerdo bien en donde fue que la encontré, seguramente en una de esas enciclopedias sobre México que ya nadie quiere ver y que pocas personas consultan en las bibliotecas públicas, pero he aquí que yo no dejo libro sin abrir y sin disfrutar… supongo que será por allá de los gloriosos años setenta del pasado, (si ya pasado) siglo XX. Una vista fenomenal, como era la llamada Ensenada de los Muertos.


Recuerdo que cuando fui por primera vez a Ensenada, me llamó sobremanera su orden, sus calles anchas, y su estupendo jardín que había justo en una enorme asta bandera en la parte central del malecón, todo era perfección, armonía de colores, flores como pocas veces se ve… al día siguiente sería el día de la Marina, así que mejor me fui a la Bufadora y pasé allá toda la mañana, ya en la tarde volví a caminar por el estupendo malecón pero... ¿qué pasó aquí? –Me pregunté- todo esto estaba lleno de flores y se veía como si no fuera un lugar en México. Entonces vi que al centro estaban desmantelando el que fuera el templete de la ceremonia oficial del día de la Marina, presidido por el entonces presidente Zedillo.


Artificios que solo vemos en México. Todo fue a consecuencia de la ceremonia oficial, al otro día del hermoso jardín creado, no quedó nada. Lo cual no quiere decir que le restara belleza a la bahía de Ensenada.


Fotos más antiguas de Ensenada, las podrás ver aquí:

http://vamonosalbable.blogspot.com/2009/01/el-hotel-iturbide-en-ensenada-bc.html