El templo de San Francisco Javier dejó de estar en uso por muchos años, seguramente luego de la expusión de los Jesuitas de los territorios de la Corona española. Vinieron luego los años de temor causados por el movimiento Insurgente, coincidentemente, 1810 es cuando los Jesuitas solicitan a las Cortes de Cádiz la restitución de sus inmuebles. Es José María Morelos quien el 6 de noviembre de 1813 expide el decreto mediante el cual la Compañía de Jesus era restablecida en la América Septentrional. Lo que vemos es el magnífico altar mayor del Templo de San Francisco Javier en Tepotzotlán.
Por su parte, el 24 de febrero de 1816, el entonces virrey Félix María Calleja publica la Cédula Real en la ciudad de México, mediante la cual el rey Fernando VII autoriza a la Compañia de Jesús volverse a instalar en el Nueva España. Ahora vemos el retablo de Nuestra Señora de Guadalupe.
Este es el retablo de San Igancio de Loyola y recordamos que, una vez consumada la independencia de México vendrán cambios y más cambios, un estira y afloja casi infinito, en el cual los Jesuitas eran aceptados, luego no, luego se les restituirían sus propiedades, pero luego vendría la secularización, luego México se declara como una nación Católica, eran ya los tiempos de Santa Ana que por algo se le apodaba "mocho".
Este que vemos aquí es el copete del altar mayor, alcanzamos a ver en la parte alta a Dios Padre, siempre con ese triángulo apuntando al cielo detrás de su cabeza. Una impresionante escultura de la Inmaculada Concepción de María a la que vemos rodeada de ángeles tumultuarios, por docenas.
El punto central, el punto focal del altar mayor, San Francisco Javier, el que fuera el brazo derecho de San Ignacio de Loyola, fundador de la orden. San Francisco Javier que muriera en Goa, India, lugar en el que dejara su brazo, el derecho también, cuando murió, pues su cuerpo fue enviado a Italia, no así su brazo con el cual bautizó cientos y cientos de personas.
Dentro del abrumador relieve que confroma este retablo vemos al fondo lo que era la parte donde los novicios que vivían en clausura total asistían a la misa aislados del mundo, viviendo su mundo, pero, sobre todo el espectacular mundo creado dentro de los muros del Colegio de San Martín y San Francisco Javier de Tepotzotlán.
Cualquier lugar a donde fijemos la vista, será un lugar que nos causará una impresión grande al ver la cantidad de esculturas y el extraordinario trabajo de los retablos, todos revestidos en oro, seguramente Para la Mayor Gloria de Dios. AMDG.
Viendo un poco más allá de los remates del retablo de Guadalupe, notamos que hay pintadas escenas del milagro de las apariciones en el Tepeyac. Hay que respirar profundamente para luego, apreciar los cientos de detalles que se nos van presentado en cada uno de los magnos retablos.
Detalles como este realizado con ángeles y querubines, dandole forma al contorno de la ventana.
Una vista desde el altar hacia el coro. Y de aquí en adelante, decidí mejor ya no hacer recuento histórico, ya no decir quiénes son los Santos que aparecen, solo te invito a deleitar tus ojos con estas tomas hechas dentro del Templo de San Francisco Javier en Tepotzotlán, lugar que por algo se le ha dado el nombrmiento de Patrimonio de la Humanidad.
(:
ResponderEliminar:) muy bueno
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