Pues para acabar con el relato, si es que lo has seguido en estos últimos días. Sucedió que el sábado conocí un lugar que no cabe otro calificativo más que fantástico. Si tu eres entre enamorado y apasionado de las haciendas, del Camino Real y de los pueblos, pues descubrí uno que engloba los tres conceptos y te deja un inmensamente grato recuerdo conocer, la hacienda se llama La Cañada, el pueblo Tlautla y es una de las partes mejor conservadas del Camino Real, estando allí me dio la sensación plenamente de lo que pudieron haber sido el paso de carretas, diligencias, conductas, arrieros y todo aquello que por allí pasó a lo largo de casi cinco siglos.
Todo esto se encuentra en el municipio de Tepeji, se llega tomando una carretera estatal, la que une Jilotepec con Tepeji. Cuando vas en la autopista México-Querétaro, verás primero el entronque a Tepeji, más adelante el de Jilotepec, por allí en lugar de seguir hacia Jilotepec, toma hacia Tlautla y no te arrepentirás. No vi servicios, es decir, no hay restaurantes ni hoteles, si hay jardines para fiestas y las habituales tiendas de abarrotes, seguramente hay casas que rentan por temporadas, el lugar tiene una singular paz, aunque se alcanza a oír un poco el tránsito intenso que la autopista tiene, lo cual es lo de menos cuando recorres pausadamente lo que fue el Camino Real, el mero bueno, es decir, el Camino Real de Tierra Adentro, de eso tendremos un buen rato para platicar.
De allí seguí a Tepeji para llevarme la gran sorpresa de que el ex Convento de San Francisco y su templo, su barda perimetral con esas tan particulares almenas, que semejan al Chac Mool… (no se por qué pero ahora resulta que la alema es un Merlón; esa palabra nunca la había escuchado). Bueno pues, te decía la sorpresa fue encontrar todo este conjunto recién pintado, (aunque ya con graffiti), eso está más que bien, que hayan pintado el recinto, por dentro y por fuera, pero… no se si usaron el color adecuado. Quiero pensar que el color original del ex Convento era amarillo y café rojizo, de ese color como oxidado que tanto se usa en los edificios coloniales, solo que estamos hablando de los primeros que los franciscanos levantaron en el actual estado de Hidalgo. Viendo los demás recintos en la zona, creo que era una especie de blanco el que se usaba… no sé, me pareció que el color es demasiado fuerte para una mole de esas dimensiones, y la combinación de colores… no sé, como que no ajustan… y el tipo de pintura aplicada… no sé, como que los acrílicos no van en un edificio del siglo XVI… en fin, ya verás las fotos en su debida oportunidad.
Y hoy domingo que terminó mi recorrido, pues lo hice con broche de oro: San Juan del Río, en Querétaro. Tenía fácilmente 40 años de no pasar por aquí, recuerdo que era una calle larga con portales y que vendían unos tacos sudados deliciosos, que había ópalos y otras piedras y creo que también juguetes de madera, solo que no tenía idea de que esa calle con portales fue ni más ni menos que el Camino Real. Claro es que ahora lo vi en otra dimensión, y te puedo asegurar que una de las ciudades entre México y Querétaro que recién obtuvieron el título de Patrimonio de la Humanidad que será impresionante una vez que hagan los arreglos que tengan que hacer será sin dudas San Juan del Río, espera a que te ponga las fotos aquí.
Mi empacho no tuvo límites así que me dijeron de dos haciendas en las cercanías de San Juan del Río y hacia allá me fui. En la primera te aseguro que de todo lo que te he mostrado aquí de haciendas, esta, sin lugar a dudas, es la mejor conservada y hermosa de todas las que he visto, se llama La Llave, y si está tan bien conservada es debido a una sola cosa: que allí está la sede del Séptimo Regimiento Mecanizado del Arma Blindada del Ejército Mexicano y como iba con mi mochila pues tuve que pasar una revisión y dar una larga explicación para que me permitieran la entrada, solo que… sin permiso para fotografiar, así que el relato que te haga de esa hacienda será sin una sola fotografía, solo te digo una cosa, es la cosa más espectacular que te imagines, un edificio del último cuarto del siglo XIX con todo el aire francés que tanto arraigo tuvo en la época y, al cargo del Ejército desde hace varias décadas, te podrás imaginar como luce.
Pues todo iba muy bien hasta que me bajé del camión precisamente donde estaba una especie de caño, de esos que se usan para sacar a las coladeras el agua de lluvia y no me fije y me resbalé, caí de nalgas y me golpeé la espalda precisamente en la espina y en el lugar del que apenas me acabo de aliviar, así que no tengo idea de cómo serán los dolores para el día de mañana, ahora tengo aun “caliente” el golpe, ya sabes que eso duele en serio hasta el día siguiente… en fin, “shit happens” diría Shakespeare si estuviera vivo… y vida, vida me faltará para conocer toda la inmensa riqueza histórica, artística, cultural, (y lo que se acumule), que México nos ofrece.
Benja,
ResponderEliminar¡Qué se alivie tu rabadilla prontamente!
Aventuras del camino. Gracias por contar lo de tu caída, porque así los que te leemos con constancia imaginamos que esto no solo son lecturas virtuales, sino charlas en torno a una mesa de amigos donde uno cuenta sus anécdotas.
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