Reliquias en el templo de San Agustín en Morelia

Seguramente reconoces esta vista, es el centro de la ciudad de Morelia, la antigua Valladolid. Destacan al fondo las torres de la Catedral. Verás que aparece al centro una más, la cual es la del templo de San Agustín. La foto la tomé desde la terraza del hotel donde pasé esa noche, recuerdo que caminé de allí al centro y pasé por un templo, el cual, casi, casi, estoy seguro que es ese que ahora veremos por dentro.

Los agustinos fueron una orden muy rica que hubo en la Nueva España, dueños de varias haciendas, más bien, de muchas haciendas producían granos en algunas, frutas en otras y todo era vendido y su riqueza se invertía en los decorados de sus templos, los cuales llegan a ser, en ocasiones ostentosos. Algo que me llamó la atención en este templo agustino de Morelia fueron los jarrones, al parecer recubiertos en oro de hoja, que forman parte del sobrio decorado del altar mayor.

Hay al lado del templo una especie de capilla, no se si era la sala De Profundis, es una bóveda de medio cañón de muy buenas dimensiones la cual está totalmente pintada en esa tradicional pintura del siglo XVI en blanco y negro, al rededor son varias escenas, ya en lienzos, que reflejan distintos pasajes de la vida del fundador de la orden agustina, allí esta prohibido tomar fotografías, razón por la cual no te las presento.

Es en verdad sorprendente la sencillez, la sobriedad que tiene el altar mayor, los jarrones que tinen pintados los corazones inflamados, es decir, el símbolo de la Orden de San Agustín le dan un carácter. Seguramente son usados también como floreros, de ser así el espectáculo debe ser interesantísimo.

Y si los agustinos tenían dinero y si un templo obetenía una relevancia importante al contener dentro de él reliquias de santos, tan codiciadas en el siglo XV y que luego, como lo vimos en el artículo anterior, San Carlos Borromeo dictaminó que un templo debería contener las reliquias de los santos, estas se volvieron objetos de codicia.

Y aquí en la Nueva España, algunos barcos llegaron con sus preciosos cargamentos, entre ellos, seguramente muy bien custodiados, venían las reliquias. No me puedo imaginar lo que implicó el trasladar ese esqueleto que apenas acabamos de ver, el de San Constancio que ahora está en el Museo Nacional del Virreinato ó el de San Hermión que descansa, no el esqueleto, sino el cuerpo incorrupto en la Parroquia de la Asunción en Lagos. En cambio el traslado de estas reliquias que ahora vemos era cosa sencilla, dado su tamaño, ya que son solo astillas de los huesos de los santos. Esos seis óvalos que ves debajo de las esculturas es donde están contenidas las astillas.

¿De quiénes serán? no lo sé, pero allí en el templo agustino de Morelia aun se conservan las reliquias. Aquí, en Salamanca, en el templo también agustino hubo una buena cantidad de reliquias, incluso estuvieron inventariadas, se sabe de quienes eran, solo que, todas ellas están desaparecidas.

Es en esa pequeña cápsula, de fondo rojo, donde está una reliquia, con letra pequeñísima dice a quién pertenece. Debajo se ve otra más, quizá de un santo de menor jerarquía pues no viene contenido en una cápsula.

En relación a las reliquias hay todo un discurso, una discusión que cae en entender esta especie de necrofilia, la cual, en otro artículo ya la había comentado, lo que ahora no quería dejar pasar es que, una vez que encontramos que fue San Carlos Borromeo el promotor de incluir las reliquias en los templos y que tenía estas fotos pendientes de publicar, pues, simplemente aprovechamos la ocasión.

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