Algo tiene el Estado de México, seguramente su clima, su entorno, las montañas, colinas, laderas, todas esas que van formando espacios muy particulares... seguimos por la ruta que de Xilo nos lleva a Chapa de Mota, pero vía San Juan Tuxtepec, Dognú, San Felipe Comango... ahora andamos por ahí, la verdad, me disculparás pero no recuerdo exactamente cual es el nombre de este pueblo, pero está, por así decirlo, al fondo de esa carretera estatal, no creo sea Tuxtepec, pero, insisto, no lo recuerdo, pero lo interesante aquí está, una placa fechada en 1761, año en que se empezó a levantar el campanario.
Ahora vemos la placa que marca cuando se comenzó la construcción, marzo de 1743. La fachada del templo es muy sencilla, han conservado ciertos vestigios de lo antiguo pues está totalmente remodelado, incluso ya no existe el artesonado que, supongo, existió en su momento, como quiera se rescataron algunos detalles que nos dan idea de lo que fue el templo primitivo, el templo original.
En el interior, junto al altar mayor subsisten estas columnas, que ya han sido reforzadas, pero nos deja ver los diseños originales, estrellas y rosas, es decir, la Rosa Mística y el Lucero de la Mañana, símbolos indudablemente marianos.
En este Cristo, que se encuentra en una urna accesible a todos los feligreses vemos el arte en el bordado que realizan las mujeres otomís. El cendal de un largo exagerado, casi como falda es muy común de verlo en los templos más antiguos.
Y saliendo del templo, para refrescarnos un poco, entramos a la tiendita, uno de aquellos antiguos "emporios" en donde se encuentra de todo, ví que por el Estado de México les dicen lonjas a esas tiendas que son como pequeños supermercados, pues fue allí donde vi este maíz, del morado, ese con el que se hacen las tortillas de oscuro color.
Y nos enfilábamos rumbo a Chapa de Mota cuando encontramos por el camino a esta mujer, me comentaron que es habitual en ellos el portar dos sombreros juntos. Te soy sincero, no me gusta retratar a la gente, pero creo que en esta ocasión la escena lo ameritaba.
Y en una de esas tienditas encontré los últimos vestigios del Bicentenario, una promoción de la cual nunca oí, ni nunca me enteré, bueno, no me enteré porque no cosumo pan de caja, habiendo tan buen bolillo por donde vivo, estos empacados pasan a un segundo plano.
Y llegamos a Chapa de Mota, ésta es la entrada a la Presidencia Municipal, allí se conserva el frente, seguramente fue una gran hacienda, al menos eso imagino pues en la puerta de acceso aun se ven las hondonadas por donde pasaban las ruedas de las carretas.
Y, como te lo contaba, por muchos lugares no hay monumento a Hidalgo, pero sí lo hay a Emiliano Zapata, aquí uno muy colorido y de recio gesto en Chapa de Mota.
Y pues... nos retiramos del Estado de México, ha sido una visita muy agradable, de mucho conocimiento, de muchas sorpresas, todas buenas y ahora, otra vez en el camino, esperando un camión que me lleve a otro lugar de nuestro gran país, lugar en donde, seguro estoy, encontraré muchas cosas agradables, mucha comida buena, mucha amabilidad y una historia profunda por descubrir.
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