979.- La sola imagen de la Calzada de los Muertos y al fondo la Pirámide de la Luna me remite a muchas ideas, una de ellas, tal vez la primera, recordar los veintes, aquellas monedas de veinte centavos que "cagaban" y si cagaban era porque estaban hechas de cobre puro, cuando el dinero valía en nuestro país. No sé a que generación pertenezcas pero eso era algo que, de niño, sucedía con frecuencia, pues al aprisionar un veinte en la mano, este provocaba una mancha que con el sudor y la mugre aparecía en la mano, se decía que "el águila te está cagando". La otra imagen que se me viene de inmediato también es la del emblemático MEXICO68 cuando hubo aquella espectacular ceremonia de recepción del fuego olímpico. Allí fue cuando aprendí la palabra pebetero.
Pero antes, y no se por qué razón, y sin conocer Teotihuacán, aprendí que, cuando se ponen pequeñas piedrecitas en rededor a una piedra y que son bastante notorias, esto significa que esa parte ha sido restaurada por los arqueólogos, es decir, fue rehecha prácticamente. Por más memoria que hago, no logro recordar de donde fue que obtuve el dato pero eso fue hace mucho, mucho tiempo.
Y ya cuando pude ir a conocer las zonas arqueológicas y caminar en ellas, no me di abasto, la primera que caminé fue la de Tzintzuntzan, en Michoacán, esto ocurrió todavía cuando salía en paseo dominical con mi madre, con decirte que ella tiene ya 30 años de fallecida, te podrás imaginar hace cuanto sucedió esto. Por cierto ese fue uno de los primeros impactos grandes que tuve con la historia de México.
Pasaron los años y fueron varias las zonas arqueológicas que pude conocer: Chichén, Uxmal, Cobá, Tulúm, Palenque, Yaxchilán, Tikal, Machu Pichu; todas y cada una a cual más maravillosas la una de la otra y todas con una constante: la armonía con la naturaleza. Ese verde que tanto nos gusta y nos halaga en la actualidad, ese verde que tanto añoramos en este siglo XXI es la constante de toda zona arqueológica. (En la conciencia de que las hay totalmente secas: Paquimé, que no la conozco y Chán-chán y Vulíbulis que sí conozco).
Así pues, el día de hoy nos enfocaremos a recorrer Teotihuacán, no haremos mención a nada de su portentoso pasado, a todo lo que allí floreció, al refinamiento al que se llegó. Hoy lo que nos toca es hacer un ejercicio de reflexión de que tanto respetamos actualmente nuestros entornos urbanos y qué tanta buena relación mantenemos con la naturaleza, con la madre tierra, veamos pues, a Teotihuacán con el marco que el verde que las lluvias propias del verano producen allí, en el lugar en donde una vez se reunieron los dioses...
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