Llegamos al punto en donde el discurso nostálgico de las tradiciones perdidas de la Navidad dan un giro diametral y se vuelven tradiciones recuperadas. Tal es el caso de las Pastorelas, aquellos Autos Sacramentales que llegaron de la Europa Medieval a México y que, dadas las costumbres locales, salieron de interior y solemnidad del templo para volverse eventos coloridos, populares y divertidos, de ese modo la Pasttorella tomó también, junto a las piñatas y las misas de aguinaldo, carta de naturalización en México.
La Pastorela es una genero menor de teatro, su nombre viene del italiano pastora: Pastorella; y su orígen se remonta a las poesías Bucólicas de Virgilio. En esa Pastorela original, la medieval europea, especialmente de la región francesa conocida como la Occitania, se representaba a una bella pastora, inocente y un poco ignorante que era asediada por un caballero; ella, dentro de su ignorancia logra salir airosa a las peticiones de amor carnal. En una buena e inocente medida, era la representación del bien y del mal. Ella, la pastora, el bien. Él, el caballero, el mal.
A México esta representación es introducida por los franciscanos dentro de los Autos Sacramentales de la novena de la Navidad. Hubo la necesidad de hacerla accesible, incluso en la lengua local, sacarla de la solemnidad del templo y representarla en espacios abiertos, como era la tradición religiosa del México antiguo. Hay quien dice que se representó por primera vez en Cuernavaca en 1527, otros que en Santiago Tlatelolco en 1533.
"La Comedia de los Reyes", "El Fin del Mundo", "La Noche más Venturosa", se fueron uniendo al repertorio de interpretación de las festividades navideñas, luego de consumada la Independencia, Fernández de Lizardi escribió, la última que se menciona, y que sobrevivió por muchos años.
En el convulsionado y afrancesado México de principios del siglo XX, la Pastorela fue cayendo en el olvido, sería hasta los años sesenta de ese siglo que personajes como Salvador Novo y Miguel Sabido entran en su rescate, afortunadamente la idea fue bien acogida y en la actualidad vemos por casi todo el territorio nacional las representaciones de la Pastorela que han ido adquiriendo tintes de modernidad adecuando el discuso a la vida actual y ya no tanto un adoctrinamiento religioso, sino una tradición festiva para estos días previos a la Navidad.
En estos 480 años de representación el argumento se ha mantenido. El diablo, personaje en el cual cae todo el peso de la trama junto a sus vasallos, la avaricia, la pereza, la envidia, la ignorancia, solo por mencionar algunos, tratará de evitar que los pastores lleguen al lugar que el arcángel San Miguel les ha indicado como el sitio en donde la luz de la esperanza nacerá. El diablo les pondrá todo tipo de tentaciones a lo largo del camino, finalmente aparece el arcángel que, luego de librar una batalla con Lucifer sale victorioso, el bien triunfa y los pastores entran en razón y llegan a Belén.
Sin lugar a dudas la representación que vi anoche en la Casa de la Cultura de Salamanca, con el espléndido marco del claustro menor del ex convento agustino fue muy afortunada. Clara, divertida, entretenida y manteniendo el mensaje de que más vale obrar bien. Gila y Bato y los demás personajes que llevan más de cinco siglos de ser representados aparecen nuevamente. La tradición, por fortuna, se mantiene.
En esta fotografía vemos a Bato, el pastor goloso que solo piensa en comer... sí, efectivamente, es Bato, el bato que dio origen a esa palabra ahora tan usada en casi todo el país, especialmente en el norte. Si quieres profundizar un poco más en torno al bato, entra aquí.
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