domingo, 4 de junio de 2017

Crónica de un matrimonio aristocrático en tiempos del Porfiriato

   La siguiente crónica fue publicada en algún diario de Guadalajara, no hay dato de fecha ni autor, fue un recorte que se hizo de lo publicado si anotación alguna, incluso no está completo, como quiera se convierte en documento curioso por la sintaxis usada, la descripción es al detalle, dibuja el escenario en donde ocurrieron los hechos, todo al modo del buen gusto y de la gente bien de aquella época. Las familias eran los Corcuera de Guadalajara por el lado de la novia y los Alcázar de Guanajuato por el lado del novio.

Matrimonio Aristocrático.

  Hoy a las once y minutos de la mañana, como así lo hicimos constar en nuestra edición retropróxima, verificose  en el rico y artístico templo del Carmen, de esta ciudad Metropolitana el artistocrático matrimonio del Sr. D. Ramón Alcázar con la bella señorita Elena Corcuera, dos miembros altamente distinguidos, el primero de la sociedad guanajuatense, y la segunda de nuestra hermosa y querida tierra tapatía, siendo padrinos del matrimonio los Señores D. Manuel L. Corcuera y D. Concepción Palomar de Corcuera, padres de la desposada; Ramón Alcázar y Luisa Irbagüengoitia de Alcázar, padres del novio y padrinos de velación; testigos del acto los jóvenes Pedro Corcuera y Carlos Alcázar.

  Ningún templo más apropiado para esta aristocrática ceremonia que el del Carmen, soberbio en su parte arquitectónica y delicado y hermoso y artístico en su ornamentación interior ya que luce [roto] nunca bien admiradas de los maestros D. Felipe Castro, D. Eduardo Villaseñor, D. Pablo Valdés y otros más que hicieron de él una joya de inestimable valor.

Espléndido Adorno.

  El hermoso por artístico altar de este templo es chico, más bien, estaba cuajado de frescos buquets de flores, unas abiertas, otras cortadas a punto de reventar, descollando entre ellas inmaculadas gardenias exportadas en grande número de los paradisíacos vergeles de Veracruz; a uno y al otro lado del altar había cuatro artísticos y argentinos jarrones enmoñados con finísimas gasas blancas, sosteniendo acervos de tempranas flores de entre las cuales colgaban con triste languidez, sus verdes listones de anchos zacates y sus palmas los frescos líquenes; el pavimento del altar cubierto de rosas, el comulgatorio tapizado de flores delicadas que bien lucían sus variadas corolas sobre el verde fondo de finísimos festones; en cada ángulo de la mesa del mismo, veíanse palmas de variadísimos colores dominando el blanco impoluto de las gardenias y azucenas, un poco hacia adelante y a metro y medio de los muros del templo, se levantaban dos esbeltos y hermoso tibores tapizados de artísticos altos relieves y sostenidos por columnas cubiertas de finísimas gasas. En cada uno de los pórticos que dan acceso al altar del templo, había grandes coronas de jazmines y heliotropos artísticamente confeccionados que respecto del cuerpo de la iglesia él estaba atravesado por una ancha y alfombrada calle a cuyos lados se veían ocho áureos jarrones rebozando tempranas flores; los muros del templo cubiertos de guirnaldas y moños blancos.

  El conjunto del adorno podía –y es decir mucho- ser más espléndido pero no más armonioso, nunca más artístico ya que de él se encargó Luis de la Torre, quien posee un gusto especial para estas cosas.

La Concurrencia.

  Ella la formaban las familias más distinguidas de nuestra sociedad tapatía y algunas de la capital de Estado de Guanajuato.

  De aquí concurrieron el Señor Gobernador del Estado, las familias Corcuera, Alcazar, Moreno, Palomar, Brizuela, Remus, Schneider, Madrid, Cuesta, Hermosillo, Quevedo, Cortez, Gómez, Romo, Collignon, Fernández del Valle, Rose, Khunardt, Negrete, Gil Rivas, García Obeso, Castaños, Verdía, Zúñiga, Romo, García Sancho y Del Castillo Negrete, todas ostentando riquísimas joyas y trajes.

La Orquesta y Orfeón.

  La primera estaba compuesta de 30 profesores, dirigida por el maestro D. Diego Altaminarano, el segundo de 25 voces dirigido por el Sr. D. Francisco Chávez y en el que descollaban por la extensión y dulzura de su voz los tenores Chávez, Huerta y Martínez, así como el excelente barítono Eduardo Lejarazu.

Entrada de la Pareja.

  A las once y cinco minutos de la mañana detúvose frente al templo del Carmen, el elegante carruaje del Sr. D. Manuel Corcuera, tirado por dos hermoso frisones, al bajar de él el Sr. Corcuera y la Srita. su hija Elena, fueron arrojadas, fuera de la puerta del templo cerca de dos mil gardenias, inmediatamente la gran Orquesta del maestro Altamirano ejecutó “non fecit taliter” de Theodore Dubois, llegado que hubo la pareja, bajo la gran cúpula del templo, el virtuoso y distinguido Sacerdote D. Luis G. Romo casola, pasando después al enflorado y artístico altar en donde el expresado Pbro. celebró el Santo Sacrificio.

La Gran Misa de Santa Cecilia.

  La Orquesta y Orfeón  “Pío X” ejecutaron la misa del maestro Gounod, con tal delicadez y corrección que no había más. Después el “Ave María” de Th. Dubois, luego “Secenes Pintoresques” de J. Massenet, en seguida “O Salutaris Hostium” del aventajado y conocido compositor Alfredo Carrasco, cantada por el Orfeón Pío X y para terminar la triunfal marcha de Mendelsshon.

El Sermón.

  Al terminar la misa –doce menos cuarto- el Sr. Pbro. Luis G. Romo, exhortó a los desposados a la piedad, a la conservación de los principios eternos de nuestra religión, al mantenimiento de las más edificantes costumbres, en fin, con una galanura e inspiración que jamás le habíamos conocido.

El Buen Orden.

  Frente a las puertas de El Carmen quedó instalada una guardia de Gendarmes del Estado, para cuidar el buen orden, cargo tan bien desempeñado que a pesar de la muchedumbre que en las calles adyacentes había, no se registró…

  Cabe aclarar que las fotografías aquí incluidas son de tipo "ambientales" pues no corresponden al evento del matrimonio de la crónica que acabas de leer. No puedo dar la referencia del periódico, ni fecha ni página pues se trata de un recorte que vi.


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