Apenas hace poco te comentaba de la nostalgia que aparece cuando cruzamos frente a un edificio que, en la mayoría de las ocasiones está en el abandono, grafiteado, saqueado, durmiendo el "sueño de los justos", a esto agreguemos que son muchas, una enorme cantidad, de veces que te he contado sobre templos, pues bien, esta vez se une un tema con el otro pues estas imágenes que ahora te comparto son de un edificio que fue en los cuarenta, cincuenta y sesenta, uno de los cines espectaculares de la ciudad de México: el Lindavista. Hoy, en ruinas, está siendo acondicionado para funcionar como templo católico: el Santuario de San Juan Diego Cuauhtlatoatzin.
Recordamos que en una de las tumultuosas visitas que hiciera a México el ahora santo Juan Pablo II bendijo, desde lo lejos y a bordo del papamóvil un espacio que había sido asignado para levantar allí el templo en el que se veneraría al santo que en esa ocasión canonizaría en una hermosa ceremonia en la Basílica de Guadalupe, cosa que ocurrió el 31 de julio de 2002. Lo de la hermosa ceremonia lo digo porque aun recuerdo el que no puedo catalogar de otra cosa que espectáculo que se le ofreció al Papa en el cual se presentó la Danza de la Pluma de Oaxaca y la entrada de la imagen que, casualidades de la vida, la oficial de San Juan Diego es precisamente la que pintó Cabrera.
Esta era la historia que sabía, lo recordaba, y ocurrió que en esa ocasión venía de Ecatepec de extasiarme con los restos del Albarradón de San Cristóbal, el autobús me dejó en el paradero de Indios Verdes, allí tomé el Metro y apenas un poco más adelante, antes de llegar a la estación 18 de Marzo vi un edificio que parecía haber sido bombardeado, me bajé y caminé para allá, fue entonces que vi la condiciones en que este Santuario está. Y apenas acabo de leer en la prensa que en Buenos Aires inauguraron un templo a este santo dedicado... ironías de la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario