Cuando la antigua Tenochtilán fue tomada por los españoles, muchas de las ideas que cargaban eran las que funcionaron en la Europa medieval y su implementación fue ejecutada, en términos de arquitectura religiosa, algo quedó pendiente de realizar: la fortificación de la ahora llamada Ciudad de México. (En la imagen la Garita de Nonoalco).
Quizá sea por las inundaciones del siglo XVI y el crecimiento de la "mancha urbana" del XVII que no se realizó, fue hasta mediar el siglo XVIII que la idea surgió de nuevo, no tanto para protección de posibles ataques, sino para controlar la entrada de mercancías a la ciudad y el pago de todas ellas por el arancel ya establecido, de ahí que se llegaran a construir más de diez garitas, que eran una especie de puerta de entrada a la ciudad. (La Garita de Vallejo)
Escribe Guadalupe de la Torre Villalpando: "Para mediados del siglo XVIII las garitas de la periferia eran trece y se encontraban distribuidas de la siguiente manera: al norte estaba la garita de Peralvillo, sobre la calzada de Guadalupe; la de Santiago, sobre la calzada Vallejo; la de Nonoalco, sobre el camino del mismo nombre, al final de la calzada para Azcapotzalco. Al poniente, la garita de San Cosme, sobre la calzada de la Tlaxpana, también llamada San Cosme; la del Calvario, sobre la calzada del mismo nombre; la de Belén —también llamada de Paseo Nuevo—, en la intersección del Paseo de Bucareli y la calzada de Chapultepec. Al sur, la garita de la Piedad, sobre la calzada del mismo nombre; la de la Candelaria, sobre la calzada de San Antonio Abad, donde entroncaba con la calzada de la Candelaria; la de San Antonio Abad, donde comenzaba la calzada con el mismo nombre; la de la Viga, sobre la acequia real que venía de Chalco a la altura donde terminaba el Paseo de Revillagigedo o calzada de la Viga; la de la Coyuya, sobre el camino a la Magdalena Mixuca. Al oriente, la garita de San Lázaro, sobre el camino que iba a Chalco y Puebla; y la de Tepito, sobre el camino a San Cristóbal Ecatepec" (1). En la imagen la Garita de Peralvillo.
Las garitas se formaban parte de la "zanja cuadrada" que no era otra cosa que una profunda zanja que rodeaba la ciudad, su forma era un cuadrado, de ahí su nombre. La Garita de San Lázaro.
En esta imagen vemos una de las garitas, la de La Viga, no lejos de ahí, a la derecha estaba el ángulo sur-oriente de la mencionada zanja.
Esta era la Garita de San Antonio Abad.
No está marcada con nombre esta especie de fuerte, localizado en la parte sur-poniente, la calzada que se ve corresponde a la del Niño Perdido, lo que actualmente es el Eje Central.
Esta era la Garita del Niño Perdido.
La Garita de Belén se localizaba al final del Paseo de Bucareli, cerca de la Ciudadela.
La Garita de San Cosme.
La Zanja Cuadrada en su ángulo nor-poniente.
El plano de los Ingenieros (2)
Fuentes:
1.- De la Torre Villalpando, Guadalupe. Proyectos urbanísticos para el resguardo de la Ciudad de México. Siglo XVIII. Anales del Instituto de Investigaciones Históricas No. 74-75. UNAM, México, 1999. Lo puedes
leer aquí.
2.- Mapoteca Orozco y Berra, Ref. 120-CGE-725-A