Popocatepetl. (Popoca, que humea; tepetl, monte: «Monte que humea.») El gran volcán de Puebla. Era reverenciado como dios. Su fiesta era celebrada en el mes Teotleco ó Pachtontli. Hacían unos cerritos de masa de bledos, y cada uno en su casa los ponía, colocando en medio uno más grande, que era el Popocatepetl. A estos cerritos les hacían caras con ojos y les ponían diversos adornos; hacían también arbolitos de los cuales colgaban heno y los ponían en todas las cercas.
Arrojaban después maíz á los cuatro vientos, de cuatro colores, negro, blanco, amarillo y entreverado. Al fin de la fiesta organizaban una solemne danza, en que todos iban vestidos con traje talar blanco y en él pintados corazones y manos abiertas, significando que pedían buena cosecha porque ya era el tiempo; y así andaban con bateas de palo y jícaras grandes, como pidiendo limosna á sus dioses. Llevaban en la danza dos esclavas jóvenes, hermanas, las cuales tenían pintadas en la falda unas tripas retorcidas, significando la una el hambre, y la otra la hartura, y á ambas las sacrificaban. A las imágenes de los montes— dice Durán que dos días les servían comida en trastecitos, como á niños, y, al fin de la fiesta, con un tsotsopastli (instrumento para tejer), como si fuera el cuchillo del sacrificio, los herían introduciéndolo en la masa, y les sacaban el corazón y lo entregaban al amo de la casa; despedazaban en seguida los cerros, y se los comían con gran reverencia como si fuera la carne de los dioses. La concurrencia se entregaba á comer y á beber á honra dé las deidades muertas, llamadas tepeme, «montes.»—
Mientras esto pasaba en las casas, los sacerdotes buscaban en los montes las ramas más irregulares en curvas, que llamaban coatsin, «culebrita,» las llevaban á los templos, las revestían con masa de bledos, les ponían ojos y boca, y hacían las mismas ceremonias que con los cerros; al sacrificarlas como lo habían hecho con éstos, daban á comer la masa á los cojos, á los tullidos, á los mancos y contrahechos, quienes quedaban con la obligación de proporcionar el tsoalli, masa de bledos, en el siguiente año. Después de todo esto, dice Torquemada que inmolaban cuatro mujeres que tomaban el nombre de Tepechoch, Matlalcuae, Xochitecatl y Mayáhnel, y un hombre, Minahuall. Se cree que estos nombres son los de las divinidades de las montañas. Sahagún dice que la Mayahuel era imagen de los maguelles y que Milnahnatl era la imagen de las culebras.
Sahagún, al describir las fiestas del mes Tepeilhuitl en honor de los montes, no hace mención especial del Popocatepetl. Sólo al hablar de las alturas y bajuras dice: «Hay «uno (monte) muy alto que humea, «que se llama Popocatepetl, que «quiere decir monte que humea, es «monstruoso y digno de ver, y yo «estuve encima de él.»
Fuente:
Robelo, Cecilio. Diccionario de la mitología nahoa. Imprenta del Museo Nacional, México. 1905, pp, 334-335
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