El convento franciscano de San Miguel en Tarimbaro, Michoacán.

Tarímbaro cuenta con una gran ventaja, estar muy cerca de Morelia y, a la vez, estar separada totalmente del ritmo urbano de la misma. Cuando tomas el camión rumbo a Morelia, si es que lo haces desde el estado de Guanajuato, te deberás bajar quince minutos después de cruzar el lago de Cuitzeo que son quince minutos antes de llegar a Morelia. En ese entronque verás un arco que marca la entrada al pueblo de Tarímbaro, caminas poco más de un kilómetro y llegas al centro de la población.

Estás en la plaza de la Constitución o Jardín Principal, como gustes llamarlo y verás allí mismo una de las Cabezas de Águila de la Ruta de Hidalgo, y enfrente, en el lado oriente se levanta el sencillo convento de San Miguel, por ser sencillo no quiere decir que sea poco, el lugar es interesantísimo. Verás, como marca la tradición, la Cruz atrial al centro, y caminando un poco está, al lado derecho la Capilla abierta y la entrada al ex convento. Fíjate muy bien como hay aun los restos de pintura que en algún momento tuvo la fachada del templo, se nota un azul intenso, casi cobalto, también se alcanzan a notar partes de la Cenefa que seguramente le daba más vista.

Tarímbaro, población prehispánica a la que los antiguos llamaban Ixtapa (lugar salitroso), se asentaba sobre una colina medianamente elevada y aplanada a dos mil metros del nivel del mar, a dos kilómetros al este de su lugar actual, habitado por chichimecas – pirineas y en sus mejores tiempos fue una pequeña ciudad, pues contaba con una organización, calles bien trazadas, andadores, sistema de desagüe, calzadas, caminos, escalinatas y abundantes ojos de agua.

Fue una fortaleza pues debido a la altura podían vigilar sus dominios y defenderse de posibles ataques. Fue un templo, se adoraba allí a su deidad principal, Turipeme-Turupten (el dios que provee a los de en medio). (*) Será bueno hacer mención de lo que es esta deidad. Es uno de los cuatro hijos que tienen los dioses principales, Curicahueri y Cuerapahueri, él es el sol, el fuego; ella es la tierra. De su unión nacen estos cuatro hijos que se llaman Taripereme “agua hermosa, agua preciosa”. Sus nombres son Ungaperi (N), Chupi (S), Turupten (E) y Quarencha (O); cada uno está asociado a un punto cardinal y es en Tarímbaro que encontramos el templo de Turupten, asociado al color blanco y al este.

Fue un observatorio, tenían un privilegiado y amplio espacio para observar las constelaciones y posiciones de los astros en la bóveda celeste. El templo se localizaba al centro de la población pues allí se encontraron restos humanos, seguramente de doncellas y guerreros que eran sacrificados, engalanados y enjoyados.

Bajando la colina, hacia el sur, contaba con un embarcadero en su laguna donde se proveía de bagre, trucha y otras especies, además de sal. Tenían trato y comercio con los aztecas pues Ixtapa es palabra náhuatl y las vasijas que se encontraron tienen una marcada influencia de esta cultura, se encontraban pues entre los aztecas y el señorío purépecha.

A mediados del siglo XIV, doscientos años después de su fundación, llegó hasta este territorio el conquistador Tangaxoan II, descendiente directo del gran Tariácuri y anexó todos los pueblos conquistados al cazonci purépecha, y le puso el nombre de Tarímbaro, que significa “lugar de sauces”.

Vino luego la conquista hispana, siendo cabecera de encomienda (1524) se asentaron aquí los misioneros franciscanos en 1529, debido a problemas de tierras entre los voraces españoles y la princesa purépecha doña Beatriz de Castillejo Inahuatzi, dueña legítima, reubicó y fundó con autorización del rey Carlos V al nuevo Tarímbaro, el 29 de Septiembre de 1545.

Recordarás que hace un mes, más o menos, te comentaba sobre la tradición de las fiestas de carnaval en donde hay la representación de los Toritos, y allí te mencionaba que es aquí, en Tarímbaro en donde se realiza una de las danzas más grande de todo México en donde los Toritos monumentales salen a la calle para sorpresa de todos, cuando estuve allí no quedaba ninguno de los usados durante la pasada celebración pero ya estoy anotado para estar allí en el próximo carnaval… veamos más:

Con el arribo de los conquistadores, los naturales conocieron de otras costumbres, fiestas e idioma. Por el mal trato que recibían de los hispanos empezaron a huir a las montañas, para dominarlos hicieron mil y un intentos y fue hasta la llegada del primer obispo de Michoacán don Vasco de Quiroga, quién ideó y elaboró unos rústicos toritos de petate que acompañados con música y danzantes vestidos al estilo europeo, los hicieron bajar y lograron así lo que el poder de las armas no pudo. Aprovecharon las fiestas de la fecundidad para introducir el carnaval europeo, a justándolo a los tres días que preceden al miércoles de ceniza.

De los toritos de petate de Tarímbaro hay varias crónicas desde mediados del siglo XVI una de ellas dice: “el martes 21 de febrero de 1586 llegaron a Tarímbaro varios misioneros franciscanos, allí se les hizo muy solemne recibimiento con música de trompetas y chirimías y una danza de indios enmascarados que iban bailando un singular toro contrahecho”.

Aquí nos da una descripción de los prototipos de los toros que hoy conocemos y que en Tarímbaro se han ido transformando a través de cuatro siglos y medio.

Imagínate que tan importantes son los Toritos para la gente de Tarímbaro que en este que ves en la foto, su monumento que por el Bicentenario levantaron, es, ni más ni menos, que una representación del Torito Monumental pero llevado a la cantera. Fíjate en la parte baja del centro como destaca la figura del Torito y encima de el van surgiendo todos los simbolismos, con esta escultura es que te recibe Tarímbaro.

Volviendo al centro, a un lado del ex convento encontramos un templo, es el dedicado a la Virgen María, en su advocación de Virgen de la Escalera, imagen muy venerada en la comunidad, junto con el Santo que nació aquí y fue mártir en la guerra Cristera, san Bernabé de Jesús Méndez Montoya, sacrificado, por cierto, en Valtierrilla, a 7 kilómetros de Salamanca, Guanajuato.

Pues sigamos gozando de la vida y de las muchas cosas que nos ofrece el estado de Michoacán, pero sobre todo, sigámonos adentrando (de ser posible) en la historia del pueblo Tarasco, cuantas similitudes vamos encontrando entre ellos y prácticamente todas las civilizaciones del México antiguo.

Esta foto tiene una fuerza simbólica tremenda. Verás, hay sobre la banqueta tres tantos de piedras, lo cual es la forma tradicional, ancestral, de colocar el comal. Aquí, estando en Michoacán, las carnitas es algo habitual. Esto que vemos es una carnicería, lo sabemos porque hay una bandera roja en la puerta y ese tizne que se ve, es el de la leña donde hierve el caso en donde se preparan las carnitas los fines de semana.

Los textos en cursiva fueron tomados del libro: Los monumentales toritos de petate de Tarímbaro, Mich. J. Manuel Lara Martínez, Cronista de Tarímbaro, H. Ayuntamiento. Tarímbaro, 2000.