Caundo entramos a Vista Hermosa, en el occidente de Michoacán, no imaginamos que, atrás de esa ruidosísima carretera que la atraviesa justo por el frente de la Hacienda, otrora del "Burro de Oro" y hoy día recinto de la Presidencia Municipal, se mantienen aun en pie una buena cantidad de edificios, la mayoría del siglo XIX y de marcado acento fránces, tan de moda en el porfiriato, que al adentrarnos en esa parte, de inmediato nos transporta a otra época.
Vista Hermosa es bien conocida por ser región de fértiles tierras, por allí pasó don Miguel Hidalgo, por allí se pensó, en el mayor arrebato de locura por parte del Burro de Oro, que Maximiliano, el Emperador Mexicano lo visitaría y él, engalandísimo en sus mejores vestiduras, una de las 365 que tenía, lo haría ver, quizá en Vista Hermosa, que por allí también eran sus propiedades. Solo que Valverde, el Burro, no hizo realidad su sueño de vida monárquica y acabó fusilado en un paredón en Zamora, sus bienes, sus muchos bienes, fueron luego rematados, los de Vista Hermosa los adquirió José María Martínez Negrete.
Si los De la Torre y Mier, si los Mier y Terán, si los Rincón Gallardo eran las fortunas que, paracticamente dominaban todo el valle de México y más allá, la de Martínez Negrete, entre otros, era quien dominaba en el occidente del país, solo que, él tenía una visión, y de ella logró desarrollar un proyecto: construir una escuela en la que las artes agropecuarias se enseñaran a los hijos de sus trabajadores y mejores técnicas para hacer producir el campo. Fue así como, en el apogeo del porfiriato se comenzó a constuir la Escuela Agropecuaria con todas las tendencias que la arquitectura más moderna de la época marcaban: las mismas que en Francia.
Al entrar en ese recinto tan inundado de grandeza, lo primero que notamos son las esbeltas columnas propias del más puro y sencillo art nouveau. Edificios que a miles de turistas maravillan en Nueva Orléans, aquí dan, en la actualidad y desde hace al menos cincuenta años, a los estudiantes de la escuela primaria de la localidad, acomodo para sus diarias lecciones.
El proyecto de Martínez Negrete no concluyó. Como quiera el edificio se levantó, le agarró la Revolución y fue abandonado, para que, luego, ante las necesidades de ubicar a las escuelas primarias, el edificio recuperó, si no del todo, sí lo que buenamente se pudo: su funcionalidad y su magnificencia.
Si algún día pasas por esa carretera que va de Zamora a La Barca, detente en Vista Hermosa, camina unos quinientos metros en dirección a la parte trasera de la Presidencia Municipal y estarás allí, frente un magnífico edificio que a gritos reclama ser rescatado para seguirnos manifestando que hubo una época en México que, aun en el más remoto de sus pueblos, había obras buenas e ideas para aprovechar las bondades que la tierra de la que somos ciudadanos ofrece, es decir, para que sepamos trabajarla.
Con estas tomas te invito a que nos adentremos más a esta auténtica maravilla que Vista Hermosa guarda y te comparto unos cuantos datos que enconté en un libro "piloto" que la SEP editó (1981) para ver la eficacia de sus textos, escritos originalmente por, ni más ni menos, que Luis González y González; por si te suena el nombre, sí, efectivamente, el mismo autor del libro que el Presidente Calderón hizo llegar a tu casa como regalo del Bicentenario.
"Aun en los momentos de mayores estropicios, durante todo el siglo XIX, la pobalción de Michoacán no cesó de crecer. En 1810 se estimó que el número de habitantes era de cuatrocientos mil; en 1860, de seiscientos mil, y en 1910, de un millón. El crecimiento fue especialmente rápido durante la dictadura de Porfirio Díaz. En términos relativos la gente aumentó con mayor velocidad en las ciudades que en el campo.
Al amparo de la paz porfírica se fundaron varias poblaciones como San José de Gracia en el extremo noroccidental del Estado, Lombardía y Nueva Italia en el Plan de Tierra Caliente. Atraídos por las actividades mineras, muchos fueron a vivir a la zona de Mil Cumbres. Las fábricas de hilados y tejidos y los molinos de harina le atrajeron pobladores a Morelia y Uruapan... a Zamora lo levantaban su agricultura y sus escuelas...
En 1900, Michoacán tenía 627 templos; la mayoría recién restaurados o construidos. El número de construcciones religiosas era muy superior al de sacerdotes. Llegó a haber un templo por cada mil habitantes. Como quiera, mucho más rápidamente que los templos, representantes de la cultura tradicional, aumentaron los edificios escolares donde se sembraba la cultura moderna..."
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