959.- Hace pocos años fui por primera vez a Tepoztlán, iba de Malinalco, así que llegué allí vía Cuernavaca, por lo tanto no fue tan impactante la vista del Tepozteco como ahora que vamos una vez más a ese lugar con la intención de ver con atención su templo, el Católico, no el Azteca; es lunes, por lo tanto el convento estará cerrado, así que me hago la idea ya que solamente me será posible esta vez gozar de la arquitectura medieval que hay aquí y en los demás conventos que, sabiamente, fueron declarados Patrimonio de la Humanidad.
Salimos de la Tabacalera, ese rumbo por donde suelo hospedarme y abordamos el metro para llegar a la estación Taxqueña, allí es cosa de caminar unos cuantos pasos y estamos ya en la Terminal de Autobuses del Sur, vamos a la taquilla del Pullman de Morelos y nos embarcamos rumbo a ese estado.
La diferencia de alturas ente la Sierra del Ajusco y el Valle de Cuernavaca es notoria, esta que es la concurrida autopista México-Cuernavaca, una vez que se pasa la zona conocida como Tres Marías comienza el descenso, desde las alturas y en días claros podemos ver en el horizonte el Tepozteco y detrás de él el valle de Cuautla. Hay la idea de que por estos rumbos fue el lugar donde nació el mítico personaje de Ce-Acatl Topiltzin Quetzalcóatl.
Seguimos en el descenso, los picos escarpados que conforman esta parte de la también llamada Sierra de Chichinauhtzin van formando un paisaje increíble, de intenso verde, recordemos que era por acá que el emperador Moctezuma se abastecía de plantas y flores exóticas para su exuberante jardín.
Todo el sur del Distrito Federal (Milpa Alta y Tlalpan) y el norte del Estado de Morelos es área protegida, aquí es donde se ubica el llamado Corredor Biológico Chichinautzin, dentro de él se localiza el Parque Nacional del Tepozteco, un poco más adelante están las Lagunas de Zempoala la cuales aun no conozco.
Llegamos ya a Tepoztlán, el viaje es apenas de poco más de una hora en autobús que va directo y el panorama que vemos a lo largo del recorrido es imponente. De la terminal comenzamos a caminar rubo al centro, es un día no precisamente nublado pero sí brumoso. Notamos el cambio de clima, más húmedo, algo tropical y su verde nos inunda los ojos.
El punto focal de éste que es un Pueblo Mágico es, sin lugar a dudas el cerro del Tepozteco. Siempre que encontramos pueblos construidos a un lado de cerros nos damos cuenta de como la dimensión es distinta, de como la naturaleza se impone, atrae, domina el paisaje. Hace resaltar aun más las construcciones.
Para muestra de este lugar tenemos esta toma, cuando caminaba por la calle principal rumbo al centro, aparecen de pronto las torres del Templo de la Natividad, es enorme y es antiguo, de los más antiguos que se construyeron en la Nueva España, forma parte, por así decirlo, de la primera generación de edificios religiosos levantados por los evangelizadores, en este caso, por los dominicos.
Esta vez no nos quedaremos a dormir aquí, tengo el tiempo pero no da presupuesto, la vez anterior me hospedé en ese lugar que se ve a la izquierda el Chinelo, lugar muy cómodo, seguro, limpio. Si sigues por esta calle empedrada, llegarás al punto de ascenso al Tepozteco, que es donde se ubica la pirámide de Tepoztlán, esa pirámide está dedicada a Ometochtli, el "dos conejo", deidad del Pulque. Tal vez te acuerdes de aquel artículo que publiqué sobre "los cuatrocientos conejos".
Si por estos rumbos la producción de flores es excepcional, que podemos decir de las hortalizas, para muestra basta esta imagen, por cierto, tanto ahora como la otra vez, fui exactamente al mismo puesto y veo que siguen acomodando todo lo que allí venden, tradición magnífica que aun sobrevive, esa de acomodar todo lo que se está vendiendo en el puesto.
Una frase de uno de los poemas de Netzahualcóyotl que encontramos en un mural medio escondido en la zona del mercado municipal, frente al atrio del templo de la Natividad. Si tienes aun la idea de que es Cuahutémoc el que aparece en los billetes de cien pesos (mucha gente lo cree) pues no, no lo es, es Netzahualcóyotl.
Y en el mismo mural se representa una escena característica del estado de Morelos, son los Chinelos, una danza que se origina durante las fiestas de Carnaval cuando los locales no eran incluidos en estos fandangos. Para ver más de los Chinelos, aquí en El Bable ya te había puesto unas escenas una vez que los vi.
Bien, creo que ya estamos ambientados adecuadamente para comenzar a internarnos en las bellezas que guardan estos lugares de eterna primavera...
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