jueves, 20 de mayo de 2010

Aurora Borealis, el cielo embotellado, Salamanca 1859… hace 150 años

Fotografía de la NASA publicada el día 25 de agosto, 2010 en el periódico El Universal en donde se ve el disco solar, fue tomada con un avanzadísimo sistema que nos permite ver las tormentas solares.


Apenas ayer veíamos sobre el Tránsito de Venus que dio pie al experimento de la transmisión de electricidad que se realizó cerca de aquí, en El Molino de Sarabia hace ya 241 años y ahora veremos lo que sucedió no solo en Salamanca, sino en todo el hemisferio hace 150 años, en 1859, para ello primero entendamos lo que es una aurora boreal. “La aurora es un fenómeno en forma de brillo o luminiscencia que aparece en el cielo nocturno, usualmente en zonas polares, aunque puede aparecer en otras partes del mundo por cortos periodos de tiempo. Por esta razón algunos científicos la llaman "aurora polar" (o "aurora polaris"). En el hemisferio norte se conoce como "aurora boreal", y en el hemisferio sur como "aurora austral", cuyo nombre proviene de Aurora la diosa romana del amanecer, y de la palabra griega Boreas que significa norte, debido a que en Europa comúnmente aparece en el horizonte de un tono rojizo como si el sol emergiera de una dirección inusual.


La aurora boreal es visible de octubre a marzo, aunque en ciertas ocasiones hace su aparición durante el transcurso de otros meses, siempre y cuando la temperatura atmosférica sea lo suficientemente baja. Los mejores meses para verla son enero y febrero, ya que es en estos meses donde las temperaturas son más bajas. Su equivalente en latitud sur, aurora austral posee propiedades similares”. (1)


Si damos un vistazo a lo ocurrido en el mundo durante el mes de septiembre de 1859, llegamos a las efemérides, además de ver sobre el auto proclamado emperador de Norteamérica, Norton I, sobre el descubrimiento de Livingston, vemos que hubo un fenómeno que impactó a todo el mundo, la super tormenta solar del 1 y 2 de septiembre:


Sep 1st - 1st Pullman sleeping car in service

Sep 1st - R C Carrington & R Hodgson make 1st observation of solar flare

Sep 1st - A solar superstorm affects electrical telegraph service.

Sep 2nd - Gas lighting introduced to Hawaii

Sep 2nd - A solar super storm affects electrical telegraph service.

Sep 16th - Lake Nyasa, which forms Malawi's boundary with Tanzania & Mozambique discovered by British explorer David Livingstone

Sep 17th - Man in SF claims himself Norton I, emperor of America

Sep 20th - George Simpson patents electric range

Sep 29th - Great auroral display in US (2)


Recorriendo las efemérides de distintos lugares de México notamos que ese año de 1859 en todos lados se reporta lo que se pensaba era el fin del mundo:


San Luis de la Paz, Guanajuato. (2 de septiembre) En la madrugada de este día se observa una majestuosa AURORA BOREAL que originó terrible pánico en la gente sencilla. (3)


Guadalajara, Jalisco. 1859. A setenta años de haberse registrado una aurora boreal en Guadalajara, sucedió esta noche otra. Ya nadie recordaba el fenómeno y causó gran alarma. Se creyó que era un presagio para castigar a los liberales, pues comenzaba la Guerra de Reforma o de Tres Años. (4)


León, Guanajuato. 1859, 1 Septiembre.- Se observa una aurora boreal y, la gente de la Villa cree que llega el fin del mundo. (5)


La Habana, Cuba. También en el año 1859 entre el 1 y 2 de Septiembre una intensa tormenta solar afectó a la mayor parte del planeta. Las líneas telegráficas de los Estados Unidos y el Reino Unido quedaron inutilizadas y se provocaron varios incendios. Además, una impresionante aurora boreal, fenómeno que normalmente sólo puede observarse desde las regiones árticas, pudo verse en lugares tan alejados entre sí como Roma o Hawai. (6)


Tepic, Nayarit. 1 de septiembre de 1859. En Tepic se pudo observar una aurora boreal entre once y doce de la noche. Dicen las crónicas de la época: “... una cortina de luz en el cielo con diversos repliegues amarillos, verdes, violados y rojos... para convertirse luego en una luz rojiza que iluminaba todo el firmamento...” (7)


Y aquí en Salamanca, Guanajuato, México, hubo alguien que, afortunadamente tuvo la precaución de registrar y nos podemos enterar de cuales fueron los sentimientos y lo ocurrido esa noche del 1 y 2 de Septiembre del ya lejano 1859. Para ello me atrevo a reproducir en su totalidad un escrito que originalmente publicó a manera de regalo de navidad para sus amigos más próximos, una de las personas nacidas en Salamanca que han escalado los puestos más altos de la cultura e inteligencia, don José Rojas Garcidueñas. Miembro destacado de la Academia Mexicana, profesor universitario, atinado crítico, analista e historiador de arte. El no lo presenció pero si tuvo informantes de primera mano que vivieron el acontecimiento que hizo palidecer a miles de personas a lo largo y ancho del país que pensaban que ese era el fin del mundo. Aquí su texto.


La Aurora Boreal


Entre los sucesos extraordinarios que con mayor fuerza quedaron grabados en el memoria de los viejos que yo alcancé a tratar en mi pueblo, creo que el más vivió recuerdo fue el que les dejó el inesperado y sin duda magnífico espectáculo de una aurora boreal. De seguro que ya no vive, ahora, ninguno de los que la contemplaron, pero yo oí muchas veces, siempre en botica de quienes andaban por sus ochenta años decir “uh, eso sucedió allá cuando la aurora boreal” o “allá… cuando la aurora boreal”, y frases por el estilo, que denotaban el largo tiempo transcurrido desde aquel acontecimiento pero, también, que lo consideraban tan destacado que naturalmente lo tomaban como punto de referencia concreta y primordial.


Semejantes alusiones incitaban mi curiosidad, pero a mis preguntas aquellas personas contaban que habían sido cosa impresionantísima porque “el cielo estaba lleno como de llamaradas”, que “había luces rojas y anaranjadas que recorrían el cielo” y otras alusiones del mismo jaez que a mi no me satisfacían y me sentía como defraudado; creo que lo que pasaba es que esos buenos ancianos ya no recordaban bien lo que miraron o no lo sabían expresar, probablemente eran ambas cosas a la vez.


El rarísimo caso ocurrió pasado la medianoche, según decían ellos. ¿Cómo, pues, fue que la gente se percató de aquellos celestes fenómenos? Porque hace cien años en mi pueblo, y en todos los pueblos, el alumbrado publico era nulo y el doméstico muy deficiente, las calles quedaban desiertas al anochecer y los pobladores se metían en cama temprano, apenas después del rezo por las ánimas a las ocho de la noche o, cuando más, al sonar el toque “de queda” a las nueve. Pero aquella memorable noche las campanas de varios templos –norma y guía colectiva- despertaron al vecindario tocando claramente “a rogación”. ¿Quién dio la primera señal?, ¿acaso algún sacristán o campanero desvelado? Parece más probable, aunque de cierro no lo se, que las primeras camaradas fueron en San Agustín donde algún fraile, ya fuera por verdadera observancia de las reglas acéticas y litúrgicas, ya por la natural falta de sueño propia de la avanzada edad, estaría rezando sus maitines en el coro y al ver la luz rojiza que entrando por las ventanas haría arder y chisporrotear en destellos los inmensos retablos dorados, seguramente pavorido y excitado avisaría al campanero y a toda la comunidad. El hecho fue que, al llamado de las campanas, los durmientes de todo el pueblo despertaron alarmados, pensando muchos que se trataría de un gran incendio, “una quemazón” como se dice popularmente, pues llamar “a rogación” a tales horas, no podía anunciar otra cosa; pero el temor llegó a espanto cuando, al asomarse a ventanas o patios, vieron aquel cielo encendido y no porque fuese reflejo de algo terrestre sino con llamas que estaban allí mismo, ígneas, móviles, brillantes, inusitadas. ¡Que era eso? ¿Sería que, contra todas las nociones tradicionales, el fuego infernal había subido desde sus profundos abismos y se había apoderado de las bienaventuradas esferas celestiales? ¡Eran las llamaradas apocalípticas que comenzaban ya a consumir el mundo y sonaría luego, de un momento a otro, la trompeta pavorosa del juicio final? ¿Qué iba a suceder, que le sucedería a ellos, pobres criaturas de ese rincón del mundo, si la inmensidad de los cielos ardía allá arriba? Cierto que la temperatura era tibia y normal, sería porque el fuego estaba aun muy alto, pero las cosas de arriba suelen caer, ¿empezarían, de repente, a descender hasta el suelo esas llamas que brillaban rojas, incandescentes, luminosas?


La versión más pintoresca de las que llegué a oír era, sin duda, la de Faustinita, como pintoresca era siempre su charla sembrada de exageraciones que afirmaba con todas seriedad, de las más extrañas comparaciones y de vocablos que resultaban chuscos por el modo equivocado con que solía acomodarlos, y todo además, subrayado por el movimiento de las viejas pero ágiles manos que iban y venían como si trenzaran o tejieran el hilo de aquellos relatos, de las palabras que salían precipitadas y silbantes, por defectos de la dentadura postiza.


Presentes están, en mi, las figuras de quienes charlaban mientras cosían o tejían, tarde por tarde, mientas nosotros, los más chicos abandonábamos los juegos por escuchar la plática, cando estas nos interesaba, como era las más veces porque en esa casa (hondamente arraigada en mis recuerdos de infancia y el cariño de toda mi vida) he visto florecer como ya solo en muy pocas, el arte de la conversación.


Por ahí solía llegar Faustinita al filo de las ocho. Su pequeña figura, vestida de negro, parecía encorvarse aun más por el negro chal que la cubría desde la cabeza. A veces solo estaba un momento, pero a veces tomaba parte en la plática y contaba sucesos extraños: su padre había tenido encerrado un sapo enorme cuyos ojos eran tan grandes como platos” el relato de lo que había visto en un viaje a México estaba lleno de raros sucedidos y digresiones. Pero nosotros conocíamos bien el repertorio y, cuando parecía oportuno, alguien planteaba la cuestión: “Fautinita ¿cómo fue aquello de la aurora boreal?


Los ojos le brillaban en la cara llena de arrugas y no era menester repetir la instancia: “uh, Lolita… tu verás… era yo muy muchacha y una noche, que estaba yo muy dormida, de repente mi padre nos despertó y nos levantó… vieras nomás, el cielo estaba todo colorado… pero no era colorado parejo, sino como llamaradas como que se movía… parecía como botellones de fuego que subían y bajaban… “y las viejas manos de Faustinita, huesudas y de venas nudosas, saliendo de entre los pliegues del negro chal, se movían arriba y abajo, como si modelaran en el aire aquellos “botellones de fuego” que sus ojos vieron danzar en el cielo, tantos años atrás.


Basándome en las edades y alusiones de quienes fueron testigos, he llegado a la conclusión de que aquella aurora fue la que algunas efemérides citan, mencionando que ocurrió en la madrugada del día 2 de septiembre de 1859.


He recordado todo esto por lo mucho que ahora se habla de rayos cósmicos, manchas solares, tormentas magnéticas y toda clase de meteoros, por el año geofísico que se celebra con observaciones y estudios importantísimos en todo el mundo.


Y derivando hacia un aspecto más efectivo, me atrevo a proponer que, así como los sabios de la Unión Soviética han contribuido con la pasmosa maravilla de haber puesto nuevos cuerpos a girar en el concierto de los astros y que los sabios norteamericanos afirman que ellos harán también cosas extraordinarios, yo sugiero que solicitemos a Guillermo Haro o a quien corresponda, que tomen las providencias adecuadas y consigan “organizar” una buena y lucida aurora boreal, pues, considero que sería magnífico ver aquellos “botellones de fuego que subían y bajaban”, como tan extraña y pintorescamente decía Faustinita. (8)


Fuentes:


1.- Wikipedia.

http://es.wikipedia.org/wiki/Aurora_polar


2.- http://www.historyorb.com/events/date/1859


3.- http://www.sanluisdelapaz.com/mexico/1552-1918


4.- http://www.guadalajaraguadalajara.com/efemerides.php?mes=Septiembre


5.- http://www.ruelsa.com/gto/leon/leon4.htm


6.- http://www.desdecuba.com/mason/?p=1180


7.- http://www.nayaritas.net/content/view/190/33/


8.- Rojas Garcidueñas, José. El erudito y el jardín. Academia Mexicana, México 1983.


Para leer la explicación científica de lo sucedido en 1859, entra aquí:


http://ciencia.astroseti.org/nasa/articulo_241_supertormenta_solar.htm



4 comentarios:

  1. Que interesante, ademas es muy pintoresco el estilo de la "gente de antes" para explicar algo.
    Saludos y gracias.

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  2. Nuestro abuelo nacio en comanjilla, Guanajuato y dice que un viejito le platico de este acontecimiento. Dice que le dijeron que la gente lloraba y se pedian perdon unos a otros porque era el fin del mundo :)

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  3. mi madre me conto, que mi tatarabuela, le contó lo ocurrido en teocaltiche, Jalisco, mexico. esto ocurrío por la noche que el cielo de teocaltiche se ilumino y que la gente salio de sus casa y se ponía de rodillas y pedia perdón a Dios y entre ellos mismos pues pensaban que era el fin del mundo. después de varios años se nombro aquella noche como el dia que el sol salio en la noche...
    saludos bable desde teocaltiche

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  4. Que valioso relato nos compartes .gracias!

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