De la majestuosidad de los templos y conventos Agustinos hemos dado cuenta ya aquí, en El Bable. El que ahora veremos es el de Salamanca, Guanajuato; ciudad en la que vivo y será, porque siempre lo hemos visto allí y siempre ha estado allí y siempre estará allí que, como suele suceder, no le ponemos atención.
Para comenzar el templo no se llama San Agustín, como todos les decimos, sino San Juan Sahagún, santo patrono de
La mole, al verla, con su color naranja oscurecido por el polvo y el tiempo llama la atención por eso, por ser una enorme construcción y, sucede como siempre, que no le ponemos atención a los detalles, que nos vamos al todo y no a la parte. Así como sucedió cuando vimos el convento Agustino de Actopan, esta vez haremos lo mismo, solo que en partes. Hoy veremos solo la fachada, solo esa gran mole que, cuando logramos apreciar el detalle, comprobamos que si alguien no se limitó en concepto, línea y estilo fueron ellos, los Agustinos.
Como todo recinto que guarda antigüedad e historia, San Agustín tiene lo suyo, parte historia, parte leyenda, que ahora, mejor que nunca, en plenos preparativos para el Bicentenario te presento:
http://elsenordelhospital.blogspot.com/2010/01/albino-garcia-y-el-milagro-de-la-virgen.html
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