Hacienda de San José de Burras, Guanajuato.

Habrá que pensar a fondo, ahora en pleno Bicentenario, ¿Qué estamos haciendo con los lugares representativos de la gesta histórica? Lo digo porque ya lo vimos aquí, en El Bable, las condiciones en que está la Hacienda de la Erré, ahora veremos lo que es la Hacienda de Burras. Y sí, no te equivocas, lo que aparece en la fotografía es la estatua del cura Hidalgo.

Al igual que La Erré, la Hacienda de Burras será dentro de poco punto focal de cientos de averiguaciones y conclusiones. Todo debido al Bicentenario y a que en ambas la presencia de don Miguel Hidalgo es fundamental.

Leemos, claro está a don Isauro Rionda, escritor fundamental sobre las Haciendas en el estado de Guanajuato: “El virrey don Antonio de Mendoza, el 27 de enero de 1547, hizo merced a Pedro Muñoz Maese de Roa de dos sitios de estancia, uno junto al río Silao y el otro en el río Guanajuato, y caballería y media de tierra, todo cerca de la estancia que con anterioridad se había dado a Rodrigo Vázquez. Este lugar pronto se llamó la estancia de San José de Burras. Por allí pasó en 1557 la imagen que ahora se llama virgen de Guanajuato en su tránsito desde España hasta Guanajuato”. (1)

La Hacienda de Burras, como muchas otras, formó parte de las propiedades de personajes clave en la administración de las bondades que la Nueva España ofrecía, uno de ellos, Nicolás de Acedo, contador del Tribunal de Cuentas de la Nueva España, dueño además de la mina de San Juan de Rayas en la cercana Guanajuato.

Volvemos a don Isauro; “La propiedad pasó por muerte de Nicolás de Acedo a su hijo Diego, pero éste por mala administración se endeudó enormemente y perdió la mina de Rayas y la hacienda de Burras. El gobierno entregó para su explotación la mina y la hacienda al sacerdote don Nicolás de Bonilla, quien las tuvo por diez años, luego pasó todo el negocio a los frailes agustinos de la Provincia de Filipinas y Hospicio de San Nicolás de la Ciudad de México”. (2)

Pasa el tiempo y aparece un personaje clave en la historia de Guanajuato, Pedro de Sardaneta, era 1721, rentaba la hacienda pues, se avistaban ya una serie de corruptelas dentro de la hacienda y la mina, ya que la ley prohibía que los Oidores reales administraran fundos mineros y era en ese entonces el propietario de la hacienda el oidor, Franco de Toledo, Pedro no pudo sostener el compromiso que implicaba mantener las propiedades y se las pasa a su hermano, José de Sardaneta.

“José murió en 1741, pero como dejó muchas deudas, el acreedor y aviador principal, Juan Jiménez, se puso a administrar la explotación y es hasta el año de 1757 cuando el heredoero e hijo de José, Vicente Manuel de Sardineta y Legaspi, entró a hacerse cargo directo d ela mina de Rayas y su hacienda de Burras, por haberse saldado los débitos”. (3)

La riqueza que fue acumulando fue tal que para 1774 le otorga el título de vizconde de Sardineta y marqués de San Juan de Rayas, además, “llegó a ser caballero de la Rael y Distinguida Orden Española de Carlos III, alguacil mayor jubilado del Santo Oficio de la Inquisición, regidor y alférez real del Cabildo de la ciudad de Guanajuato”. (4)

“Esta hacienda que fue tan rica en el siglo XVIII, aunque de nombre tan feo, entrará en decadencia a partir de 1810…” Sigamos conociendo lo que hoy es la Hacienda de Burras.

Varios son los personajes que para nuestro bien pasaron por la Hacienda de Burras y dejaron algún testimonio de ello, en noviembre de 1790 Francisco Mourelle se maravilló del lugar, para 1803 es el virrey de Iturrigaray quien la visita y poco tiempo después el barón de Humboldt.

“Desde 1808 empezó el segundo marqués de San Juan de Rayas a dar color como partidario de las ideas de sus compatriotas los criollos y como enemigo del gobierno español en América, razón por la cual sería constantemente vigilado en su persona y propiedades; así, muy seguido se vio cerca de Burras a individuos sospechosos que todo miran e inquieren”. (5)

Mejor escena de Burras no podemos tener que esta burra captada en la propia ex hacienda, por cierto, si tú quieres conocerla, nunca preguntes en donde queda Burras, pues nadie, o poca gente, la conocen por ese nombre. Pide direcciones de cómo llegar a San José de los Llanos, que es el nombre del pueblo contiguo a la hacienda. Si tienes la fortuna de encontrar la capilla abierta, en primera, pide permiso para entrar, los “forasteros” son mal vistos (malas experiencias previas), allí encontrarás el Cristo más bello que he visto en toda, mira bien lo que te digo, en todas mis incursiones por el Bajío.

Para llegar a San José de los Llanos, toma la carretera federal 45, verás la entrada al pueblo de Aldama, entra allí y sigue la carretera lateral, o en todo caso, sigue por la carretera, pero siempre pegado del lado derecho. Unos tres kilómetros más adelante verás una entrada a un camino vecinal, sin anuncio; esa es la entrada a Burras.

Una reflexión: ¿habrá algún día un entendimiento de que el PET si no lo colectamos UNICAMENTE está contaminando? Ojala y esto sea entendido por la comunidad de San José de los Llanos. Si es solo del Llano, discúlpame, nunca acabe de entender si era en singular o plural.

Fuente:

Rionda Arregín, Isauro. Haciendas de Guanajuato. Ediciones La Rana. Guanajuato, 2004.