Xcaret, Quintana Roo; 1988. Un lugar impresionantemente bello al que se accedía pagando cinco pesos, los cuales eran más bien por estacionarse era sin lugar a dudas la caleta de Xcaret. Aguas totalmente cristalinas, la selva baja rodeándola y una tranquilidad tal que difícilmente se encontraría en otro sitio.
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