994.- El humor negro es algo que siempre me ha gustado, tuve un excelente maestro, quizá el mejor, de él fue que aprendí como encontrar la cosa más hilarante en mitad de una desgracia. En esa base, a mis más allegados, cuando les escribo algún (ahora se dice así:) mail, les pongo siempre que aquí en la Bella y Señorial Salamanca, pero no solo así, sino que les agrego los respectivos signos ortográficos propios de la frase: Desde la bella (?) y señorial (??!) Salamanca. Esto lo hago por una razón: hubo un día en que Salamanca era muy bella y fue muy señorial. La muestra la veremos el día de hoy.
Te contaba ayer que la villa de Salamanca fue muy pobre en el siglo XVII, en cambio para el siglo XVIII se volvió un verdadero portento del Bajío, sus campos producían abundantes granos. Sus obrajes tejían las mejores telas de la región, llegó el momento en que la Cambaya de Salamanca era eso: la DE Salamanca. De las matanzas que había en las cercanías, con esos cueros en Salamanca se manufacturaban excelentes productos de gamuza y de la cera se fabricaban velas y más que eso, se labraba la cera. Todo eso trajo por consecuencia una prosperidad que se volvió en la construcción y reconstrucción de templos. Como marcaba la tradición de la época, se le agradeció a Dios la abundancia creando portentos: San Agustín, la Parroquia Antigua, el Expiatorio y el Santuario de Guadalupe, todos fueron engalanados.
Para el siglo XIX, al principio, cuando la guerra de Independencia, Salamanca, siendo encrucijada de caminos fue asaltada una y otra vez, fue saqueada una y otra vez; lo bueno fue que no fue incendiada, como le sucedió a Valle de Santiago, a Pénjamo y a Yuriria, pero sus haciendas no se libró de esta barbarie: Dos Ríos, Temascatío y todo el norte del actual municipio sucumbió ante las llamas. De los realistas contra los insurgentes y de los insurgentes contra los realistas.
Pero, como sucedió en todo México, desde entonces aprendimos a vivir así: en un continuo sube y baja. A mitad del siglo XIX Salamanca, que aun era una villa, fue el ejemplo a seguir, pues había dos cosas que la caracterizaba: la producción de porcelana y la cárcel modelo. Lo leíste bien. Entonces Salamanca sirvió de ejemplo a todo el país para aprender esas dos técnicas: la primera, excepcional que competía con la mas fina talavera poblana y la segunda usando modelos traídos de Europa, de Austria para ser precisos.
Luego vino el Porfiriato y la villa de Salamanca nuevamente hechó a andar sus feraces tierras y surtió de granos a buena parte del país, sus telares comenzaron a "jalar" de nuevo y su cambaya volvió a conquistar el mercado, aun más, sus rebozos se volvieron símbolo de distinción entre las damas que en esos benditos tiempos aun usaban esta pieza fundamental en el ajuar de una mujer. Guantes y zapatos se produjeron en buen número, Salamanca era rica y su riqueza se veía en sus señoriales casas y sus señoriales portales.
De todo eso nos queda el recuerdo por un lado y los vestigios por el otro. Los recuerdos ya te los conté, los vestigios ahora te los muestro. Bienvenido a la Señorial Villa de Salamanca, la Salamanca Criolla, como atinadamente la definió don José Rojas Garcidueñas.
Todavía es bella y señorial.
ResponderEliminarGracias.
SL2!!
orgullosamente soy de salamanca especificamente de loma pelada, llevo 11 anios en la florida pero extranio a salamanca como no te imaginas.
ResponderEliminarextranio mi gente, mi comunidad y mi cultura.
me gusto mucho tu reporte y la informacion que presentas hojala se publicaran mas articulos como el tuyo.
_______________isabel p.___________
Esta es una de la mejores portales que existen en en salamanca
ResponderEliminar