domingo, 21 de marzo de 2010

Mi camino diario ni es largo, mucho menos tortuoso. Te invito a conocerlo:

Crecí en este rumbo, el que en un principio, yo ni me acuerdo, era el límite de la ciudad. Ahora es parte de la zona centro. Justo a unos cuantos metros de la estación del tren, el que ahora solo transporta mercancía y, casi siempre, inmigrantes Centroamericanos. La escena es cotidiana. Cuando recién regresé a instalarme de nueva cuenta en Salamanca me topé con la novedad de que los centroamericanos es cosa normal. Al principio me pareció deprimente la escena, pues vienen en condiciones que, verdaderamente, causan lástima. Solo que, caí en lo que todos los de este rumbo, me refiero, a toda la gente que vive cercana a los 4 mil kilómetros de vías férreas que cruzan de norte a sur el territorio nacional ha hecho: acostumbrarse.


El pasar por la estación que fue durante más de medio siglo, el único medio de transporte es ahora, a diferencia de los años pasados, una lástima. Abandono, deterioro, asaltos, robos y una herencia perdida. Edificios porfirianos que son ahora o mingitorios o bodegas. Hace poco pasaba por allí, como hago todos los días desde hace seis meses y oí algo para reflexionar: “ahora si nos pegaron duro”, refiriéndose a que el robo de granos en los contenedores del tren fue abrumador. Triste realidad.


Y si tu que me lees, conoces la Salamanca de hace años, te sorprenderás al saber que desde hace algunos, (no se cuantos), hay un nuevo paso a desnivel por San Antonio. Todo esto ha dado una fisonomía distinta a la zona, un abandono simulado, que se salva porque el parque frente al templo está en buenas condiciones, no así la zona de juegos infantiles, de la cual, si queda un par de columpios, es mucho.


Y siguiendo mi camino habitual paso por lo que fuera el Cine Rex, lugar de descubrimientos, sorpresas y todo lo que implicaba el cine en el cine. Ahora es un terreno que fue transformado en estacionamiento. Recientemente tiraron un edificio que creo fue propiedad de Emeteria Valencia y si no han demolido la bola de agua y el teatro Juan Valle es porque un poco, muy poco, por cierto, de conciencia queda vigente aun. Lo que se ve al fondo es el templo de Las Tres Caídas. No dudo que algún “empresario” ansíe que se caiga para poner ahí un estacionamiento.


Y por aquí paso todos los días, por la casa que construyó el mejor arquitecto que el Bajío ha tenido, Francisco Eduardo Tresguerras. Lugar en el que se hospedara una noche Maximiliano y Carlota.


Y andando ya por el centro, de mañana, que mejor que detenernos en alguna de las muchas panaderías para comprar un buen pan para el desayuno. Cabe decir que hay panaderías y panes para aventar arriba. Lo que ves al fondo es el templo de San Agustín, el que se considera la joya del Ultrabarroco en México.


Y ya que me instalo en la que tuvieron a bien prestarme para usar como oficina, me topo con escenas como esta. Increíble pero cierto. Alguien me dijo que solo con una supercámara podría capturar a un colibrí. Bueno, no es una supercámara, es una sencilla Sony que creo ya te mostré en alguna ocasión. Y sí, sí pudo captar al colibrí.


Y mira lo que son las cosas. No digo que Maximiliano se haya sentado aquí, pero tal vez sucedió, pues a pocos metros está la casa donde pasó la noche y, con suerte, en esa callada noche, derrotado por la libido, brincó la barda y aquí mismo hizo de las suyas… ¿Por qué no?


Y es aquí donde me paso una buena parte del día, más bien dicho, todo el día, para luego, ya en el atardecer, o un poco más tarde, volver a casa y toparme con estas puestas de sol que solo el Bajío ofrece.


Un buen amigo me preguntó que si me sigo encontrando cartas, y así es, me las sigo encontrando, aquí la última.


Por si no sabes a lo que me refiero con esto, lee el siguiente enlace:


http://vamonosalbable.blogspot.com/2009/09/cuando-las-cartas-de-la-baraja.html



2 comentarios:

  1. Estimado Benjamín,
    He leído tu blog con mucho interés. Me lo recomendó hace tiempo la señora Rosita Arredondo y desde entonces paso a vistarte por aquí de vez en vez y siempre me parece fascinante lo que escribes. ¡Te felicito!
    Solo quería hacerte un comentario respecto a esta entrada. La casa en donde pasó la noche Maximiliano era propiedad del cura Saavedra y se encontraba en la esquina sureste de Obregón e Hidalgo, es decir, donde ahora hay una tienda de Telcel. Tengo una foto antigua en la que se ve un poco de la fachada de esa casa, por si te interesa. De cualquier manera, gracias por compartir este extraordinario blog con nosotros.

    ResponderEliminar