sábado, 30 de junio de 2018

Los Olvidados, la película que hace 68 años mostró lo que sigue estando allí

   Ya desde 1950 Luis Buñuel había mostrado eso que no se vio... y que no se sigue viendo, y que sigue estando allí. La película, cuando se estrenó debió ser retirada (creo a la semana) por las quejas de la "gente bien", la realidad sigue. Esta es una muestra, una colección de los carteles que anunciaron la película en distintos países.












  Esta película es de las pocas que han logrado el título de Patrimonio de la Humanidad, otra fue la alemana Metrópolis. Y las películas propuestas por México para ser conservadas son las que aquí se enlistan.

viernes, 29 de junio de 2018

Un álbum fotográfico de la Ciudad de México de 1950

   Una cosa es ver fotografías antiguas, de época, como las del tiempo Porfiriano que lo vemos lejano, formando parte de la historia colectiva, y otras ver fotos con menor antigüedad, que por ser espacios conocidos y que aún tenemos registrados como se muestran en esta serie de imágenes de los años cincuenta en las que vamos reconociendo los sitios como se mostraban entonces (aunque yo los comencé a ver en los sesenta) y nos hacen notar con claridad lo que 65 años significan en el paso del tiempo. Comenzamos con una vista de San Juan de Letrán.

   Se dice que esta toma, en la Glorieta de Colón era la que mostraba lo más moderno que había en la ciudad de México.

   Había palmeras a un lado de la Catedral.

   La emblemática Columna de la Independencia cuando no había un solo edificio en su rededor.

   La Basílica de Guadalupe cunado ni se imaginaba habría una nueva.

  La calle de Balderas, al fondo el templo de San Hipólito. Abajo a la izquierda el reloj que apareció en toda imagen del sismo de 85 cuando colapsó el Hotel Regis.

   Un charro decorando la toma del Monumento a la Exporpiación, el cual ya no es tan fácil ver.

   La Diana cuando estaba en su posición original.

   Avenida Juárez, vemos las oficinas de Mexicana de Aviación y el Hotel del Prado.

   Paseo de la Reforma, esquina Mariano Escobedo.

   El monumento a la madre, el mismo que padeció el último sismo, el de 2017.

   Fácil de reconocer, el Hemiciclo a Juárez, nótese el tipo de vehículos.

   Parque El Ródano, frente a las oficinas de la Comisión Federal de Electricidad.

   La imprescindible visita a Xochimilco, "loating gardens".

   Sumamente tranquilo se nota el entorno de Insurgentes Norte en el monumento a La Raza.

   Bucareli y Reforma, todavía estaba la Estatua de Carlos IV.

   Increíble: el ambulatorio del Aeropuerto. Creo entonces todavía se le decía El Puerto Aéreo.

  Casi nuevo, el Auditorio Nacional.

   No identifico esta toma.

   Otra toma increíble, el Toreo de Cuatro Caminos.

   Paseo de la Reforma.

   Esquina de Reforma e Insurgentes, glorieta de Cuahutémoc.

   La Latino en construcción.

 Aquí iniciaba Insurgentes Sur, actualmente es la Glorieta Metro Insurgentes.

  Cuando el estacionamiento de Bellas Artes era en la explanada.

jueves, 28 de junio de 2018

Una emblemática cruz de humilladero

  Hacía rato no tocaba el tema de las cruces atriales, ahora lo hago pues encontré por ahí esta imagen que, si bien no es del todo clara, es sumamente representativa, nos deja ver otro de los tantos mestizajes, simbiosis o sincretismos que hubo entre la cultura traída de Europa y la que reinaba por estos lares mexicanos. No tengo idea de su localización, mucho menos si existe aun, (lo dudo) pero es una cruz bastante elevada por lo que intuyo será una de tipo humilladero, un marcaje en el camino, está en un maizal, de ahí que recuerde aquella ceremonia de los antiguos mexicanos en la que se colocaban ciertos marcajes, como amuletos en cada ángulo de la milpa a modo de protección y bendición para una abundante cosecha. Vemos que la cruz esta cubierta, al parecer por cuelgas, esos collares de flores que aun en nuestros días se siguen colocando a los principales de la población o a los santos en el día de su festividad.

miércoles, 27 de junio de 2018

La propuesta de inmigración a México de 1822, en el Primer Imperio

   Ya desde la incursión española en lo que hoy es México uno de los principales problemas que enfrentaron más allá del clima, la lengua o las costumbres de vida, fue la dimensión territorial. Era tan grande como desconocida la tierra “descubierta” y conquistada, tan grande que, a medida que incursionaban en la llamada “Tierradentro”, es decir, el norte, la frontera se trazaba más y más hacia el septentrión. Primero la establecieron en Cuautiltán, luego en Jilotepec, después estaría por rumbos de Querétaro, Zacatecas, hasta que dieron cuenta que ese norte no tenía prácticamente fin. Y la cosa (que no problema) consecuente y paralela era que ese norte estaba despoblado. Concluida la guerra la poca población era más que notoria en un territorio de las dimensiones que la recién creada nación tenía. Era necesario promover la inmigración y un plan se presentó en 1822:

   Añadimos ahora el proyecto de excitar la emigración de China, la India y las islas del Pacífico para colonizar el litoral, riberas y puestos del mar del Sur. En todas aquellas regiones de Asia es abundante la población, y por una feliz combinación de circunstancias no sería difícil a un gobierno  hábil y emprendedor atraer una considerable emigración, especialmente del Indostán, cuyos habitantes laboriosos, económicos y acostumbrados a un clima análogo al de las costas de México, se presetarían gustosos a trasmigrar, siempre que se les costease el pasaje y distribuyese tierras y goces sociales n generosidad en las inmediaciones de los puertos de Huatulco, Zihuatanejo, Zacatula, Manzanillo, Navidad, Valle de Banderas, Chacala, Mazatlán y en todas las márgenes de los ríos Verde de Jamiltepec, Yopes, Mezcala, Tololotlán, Cañas, Mayo, Sonora y Zaguanas, puntos excelentes por su situación ventajosa para el comercio, y acomodados por la feracidad de su clima y susceptibilidad de sus productos, a formar las bases de una inmensa población, la fuente de un vasto comercio y el semillero de la marina nacional.

  Para emprender un sistema de población en grande y digno de un imperio como México, sobre el litoral y ribera abordables del Cotazacoalcos y en otra órbita que pronto saldrá a la luz sobre este interesante país, la medida de favorecer el residuo de la población de gente de color y demás familiares sin propiedad de las Antillas y la Louisiana: estas clases recomendables de energía y aún por su industria y civilización.

  Llegó la gloriosa época de la independencia, y no faltaron mexicanos que interesaron al gobierno nacional a que se ocupara de la colonización de Texas; pero desgraciadamente todos los depositarios del poder que hasta ahora han administrado a México; han desatendido este interesante negocio.

  Convenciéndose que si por una fatalidad las fronteras de las Californias, Nuevo México y Texas continúan en el estado de abandono en que yacen, a una enorme distancia del centro de la población y los recursos, aislados sin comercio y sin vida, despoblados sus límites naturales, sus riberas, y litorales desiertos, tarde o temprano es inminente sin pérdida; porque, dígase lo que quiera, en cuanto a los derechos de posesión, estos serán ilusorios e insostenibles a la distancia, delante de la espaciosa política y las aspiraciones de la ambición del poderoso.

  La integridad del territorio nacional sigue débil, expuesto a perderse si no se cambia de sistema y adoptan positivas medidas de fomento y seguridad, mediante una administración local fuerte y conciliante de dependiente del gobierno federal, puesto que aquel punto fronterizo abrazando los intereses de la federación entera, ella es quien debe encargarse de su custodia y cuidado.

  No hay necesidad de imitar en esta parte a nuestros vecinos, que a fuerza de despojos van formando sin pensar un conjunto de hordas poderosas más allá de la derecha del Missouri y las montañas de Stony. La administración mexicana debe seguir otra política más sana; y al poblar los distritos de Texas, Bravo, Apaches, Usumacinta, Zaguanas y Timpanoyos, no se ha de tratar de ahuyentar a los naturales sino ganárselos por los medios más prudentes, establecer con ellos relaciones de buena fe, a fin de atraerlos y proporcionándoles educación civil y religiosa a sus hijos en las escuelas y establecimientos coloniales.

  Al efecto, indicamos entre otros medios una ley de población, premios y fomento, aplicado exclusivamente a los militares y empleados cesantes, y por apéndice a las familias extranjeras y nacionales útiles, que en fuerza de sus estímulos y alicientes, excite voluntariamente a este género de ocupación honrosa y útil a los que la adopten, y a la vez de la más alta importancia al reposo, prosperidad y garantías de la paz interior, riqueza territorial e integridad de la república.

  Pasado el peligro en que la patria pudo exigir este sacrificio a los ciudadanos, además de ser un gasto superfluo de dinero y gentes, es nocivo y pernicioso por cuanto la milicia fuera de los casos de la defensa de la patria que es uno de los deberes más sagrados del hombre, esteriliza la industria en general, empobrece las naciones, y haciéndose difícil cubrir las atenciones del soldado con puntualidad falta la estricta disciplina, y la desmoralización en el consiguiente; a mayor abundamiento, no siendo político ni conveniente mantener un grande ejército reunido, por necesidad, haya que diseminarlo, y a la distancia, es un vasto suelo como el nuestro, es casi imposible hacer cumplir la obediencia pasiva que prescriben las ordenanzas a las autoridades públicas.

  No hay pues motivo para desmayar, y contándose con las disposiciones e idoneidad de los militares en todas clases, es preciso que el gobierno se ocupe de un plan en grande para convertir a estos bravos en otros tantos grandes propietarios, distribuyéndoles en propiedad y libres de toda carga y gabela, los baldíos de mejor calidad de las provincias de Texas, California y riveras de los ríos Bravo y Zaguanas, habilitándolos de los recursos necesarios a su cultivo y transporte.

  También sería conveniente tratar de poblar los vástagos mal entretenidos a las islas Marías, San José de Cerralvo y demás del golfo de California cuya disposición facilitaría el fomento de la pesca de ballena, cachalote, carey, coral, y perlas de que parece que abunda a la par de la isla del Tiburón.
  La población central de los Estados mediterráneos equinocciales es de consideración en casi todo los ángulos fértiles y bien situados; más siendo en general la mayoría de los indígenas pobres, y poblaciones despojadas o escasas de las tierras que la mente de la ley quiso designarles, y en virtud existen muchos pueblos en Litis para conseguirlas con grave perjuicio de sus intereses y bienestar, es obvio de estos males y en obsequio de los aumentos de la agricultura y población sería del mayor interés que las autoridades supremas de la unión y los Estados comprasen al crédito o al contado, autorizados por una ley al intento, todas las tierras eriales o poco pobladas de ganado y sin cultivo, que existen casi abandonadas.


Fuente:

Ortíz Ayala, Simón Tadeo. Ideario de la república. En Resumen de la estadística del Imperio Mexicano, 1822. UNAM, México, 1968. pp. 73-76

martes, 26 de junio de 2018

De los primeros mesones y ventas que hubo en México

   Mesones, ventas, fogones... establecimientos emblemáticos del Camino Real, sitios creados para el descanso, pasar la noche o guarnecerse de las inclemencias del tiempo y los sempiternos asaltos en el camino. Esta vez comparto un texto del maestro Luis González Obregón que da cuenta de los primeros mesones y ventas establecidos en la Nueva España:

  En aquellos primeros años en que la ciudad renacía; en que los conquistadores, sacudiendo el polvo del combate, envainaban la espada del guerrero para empuñar los instrumentos de labranza, y en que abandonando su carácter aventurero, se tornaban en fundadores de la capital de la colonia, México tenía reducido número de habitantes: pero las casas eran amplias, cómodas y estaban provistas de grandes piezas y anchos patios. 

  Así, pues, cualquiera de los primitivos pobladores, podía alojar con toda holgura, á su familia, á su servidumbre y á sus esclavos, lo mismo que á los forasteros qué de tarde en tarde llegaban á la ciudad, en pos de nuevas conquistas, en busca de parientes que há mucho no veían ó simplemente con el objeto de avecindarse en la nueva puebla.

  No hubo necesidad de edificar en esos primeros años, ni casas de vecindad, ni casas de huéspedes. Pero pronto aquel estado de cosas cambió con rapidez. La capital comenzaba á poblarse más y más cada día; las peticiones de los solares llovían en las junta s de Cabildo; las casas se levantaban por todas partes; el comercio empezaba á establecerse; los templos cristianos á edificarse, y como consecuencia inmediata, crecía la inmigración.

  Á pesar de que pocas embarcaciones llegaban á Veracruz, y de que no había un camino propiamente dicho, los viajeros no escaseaban, se inscribían como vecinos en la ciudad, y ésta aumentaba el número de sus habitantes.

 Un hecho, insignificante á primera vista, pero que marca un progreso, nos demuestra lo que acabamos de asentar; hecho que consta en las primeras actas de Cabildo. En el celebrado el día 1º de Diciembre de 1525, y al que asistieron Diego de Ordás, Alcalde Mayor; Leonel de Cervantes, Alcalde Ordinario; Antonio de Carvajal, Gonzalo Mejía y Juan de la Torre, regidores; y ante el escribano público Pedro del Castillo, se presento Pedro Hernández Paniagua solicitando licencia para establecer un mesón, y "los dichos señores dixeron que le hazían e hizieron merced de le dar licencia que pueda hazer un mesón en sus casas adonde pueda acoger a los (¿no a él) que vinieren a les vender pan e vino e carne e todas las otras cosas necesarias con que guarde e cumpla el arancel que les será dado acerca de los precios que ha de llevar de las dichas cosas que vendiere." 

  Fué éste, pues, el primer mesón que hubo en la ciudad de México; su establecimiento prueba, lo repetimos, que los viajeros aumentaban y que la fundación obedecía á una necesidad. ¿En qué lugar, en qué sitio fué establecido? Lo ignoramos, porque no hemos podido saber en dónde estuvieron las casas del citado Pedro Hernández Paniagua pero sí es mu y posible que se hallasen dentro del circuito de la traza, y en este caso deben haber estado en la calle de Balvanera ó en la de Mesones, pues los que en estas vías subsisten aún, sabemos que son muy antiguos. No afirmamos, es una conjetura que sometemos á la investigación de los curiosos y de los inteligentes.

  Que el mencionado mesón se estableció en el interior de la ciudad está demostrado por la noticia que consta en la misma acta de Cabildo, de que á petición de Hernández se le concedió licencia "de hazer el mesón en sus casas", y "sus casas", como español que era, no podían estar fuera de la traza. Además, en la nota correspondiente á este suceso, se lee: "Pedro Hernández Paniagua fué el primero que hizo mesón en México", y estas últimas palabras sólo pueden circunscribirse á la ciudad, porque en el país ya había otros, como el de San Juan en la Villarrica, que se cita en el mismo documento, con motivo de la solicitud que hizo Francisco de Aguilar para que se le concediese establecer una Venta.

  En Cabildo de 9 de Enero de 1526, se expidió el arancel prometido en el acta de 1º de Diciembre, que por curioso, y no haberlo citado D. Lucas Alamán ni D. Manuel Orozco y Berra, copiamos aquí.

  "Este dicho día — dice — los dichos Señores dixeron que por quanto los días pasados se dió licencia á Pedro Hernández Paniagua para que pudiese tener mesón para que coxiese á los forasteros e les diese de comer a ellos e a las otras personas que allí se llegasen a posar e no le fué dada la horden e manera que había de tener con los dichos guéspedes que mandavan e mandaron que el dicho Pedro Hernández o otro cualquier mesonero de esta Cibdad lleve por cada tabla a cada persona que diere de comer o cenar dándole asado e cocido e pan e agua un tomín de oro.
"Yten que si diere vino que gane la tercia parte de como valiese por arrobas en la Cibdad.
"Yten que lleve por cada persona que durmiere en su casa dándole cama de su xergón e ropa limpia de la tierra un real.
"Yten que lleve por cada almud de mays medio real.
"Yten que si vendiere azeite e vinagre o quezo por menudo que gane la tercia parte de como valiere en la Cibdad al dicho tiempo por arroba.
"Todo lo qual mandaron que guarde e cumpla el dicho mesonero o otros cualquiera que tuvieren mesón en esta dicha Cibdad so pena que por la primera ves lo paguen con el quatro tanto lo que asy llevaren demasiado e por la segunda las setenas e por la tercera le sean dados cient azotes públicamente. E mandaron que tengan este aranzel en parte donde se pueda ver e 1er para que cada uno sepa lo que ha de dar so pena de veinte pesos de oro la mitad para las obras públicas e la otra mitad para el Juez e denunciante. (Una rúbrica)."

Los mesones ó ventas en los caminos parece que ya se habían establecido desde antes, pues en Cabildo de 26 de Julio de 1525, se dio el arancel respectivo que prevenía lo siguiente: "que no puedan llevar ni lleven por cada celemín de mahíz más de un real e medio de oro.

"Yten que lleven por una fanega de mahíz un peso de oro e medio de media fanega e que sean obligados de lo dar medido por medida de media fanega a las personas que se lo pidieran e colmadas las medidas.
"Yten que lleven por una gallina de la tierra buena que no sea polla cuatro reales de oro.
"Yten por un gallo grande de papada de la tierra seis reales de oro.
"Yten que lleven por un conejo bueno dos reales de oro.
"Yten que lleven por un arrelde de carne de Puerco e venado fresco e salado quatro reales de oro.
"Yten que lleven por una libra de pan de la tierra medio real.
"Yten que den á los caminantes para sus personas leña e fuego e agua e sal syn le llevar para ello cosa alguna e que tenga sus pesas e medidas e no den cosas syn medilla o syn pesalla so pena de cient pesos de oro al que lo contrario hiziere el tercio para el que lo acusare e el tercio para el juez que lo sentenciare e el tercio para la cámara e fisco de sus magestades so la qual dicha pena dixeron que les mandavan e mandaron que en lodo el mes de Agosto primero que viene saquen los alanzóles e los tengan puestos en lugar donde todos los vean e lo puedan leer e mandaron que se pregone. E luego este dicho día se pregonó públicamente por boz de Juan Ervas testigos Francisco de Alva e Blasco Hernández alguazil e Juan del Castillo escribano e otros muchos." 

  Hé aquí ahora los permisos que se concedieron durante tres años, para establecer ventas en diversos lugares de Nueva España:

  En la misma fecha (26 de Julio de 1525) á Juan de la Torre para hacer una venta en despoblado en el camino de Michoacán entre Tajimaroa é Ixtlahuaca, concediéndosele además una caballería de tierra para maizales y cria de puercos, con tal de que obedeciese el arancel.

  En 10 de Octubre del citado año, á Francisco Aguilar, para que edificase en despoblado una casa para los caminantes que van y vienen de Medellín y Villarrica, con la obligación de "adobar cierto camino e pasos malos, e puentes que ay desde el dicho sytio hasta Xalapa."

  Cerca de esta ciudad, un soldado llamado Lencero, fundó la venta de su nombre que aun subsiste. La noticia es de Alamán. Acerca de esto dice Bernal Díaz del Castillo: "E pasó otro soldado, que se decía por sobre nombre Lencero, cuya fué la venta que agorase dice de Lencero, que está entre la Vera-Cruz e la Puebla, que fué buen soldado, y sometió frayle Mercenario."

  En 1º  de Diciembre de 1525, á Juan Cáceres se le dieron dos caballerías de tierra, cerca de su venta, pero se ignora dónde estuvo.

  El viernes 14 de Septiembre de 1526, Juan de Paredes, á nombre de Rodrigo Rangel, solicitó permiso para abrir un mesón en el pueblo de Cholula, alegando que era lugar muy transitado para ir á Medellín y á Oaxaca, y que como era punto en que hacían jornada los españoles, los indios recibían mucho trabajo para darles de comer, y con este motivo eran muy maltratados.

  En viernes 12 de Octubre de 1526, Juan de la Torre volvió á solicitar permiso para fundar una venta en Tajimaroa y un mesón en Cuernavaca.

  Tales fueron las primeras ventas establecidas en nuestros caminos. Entre ellas debemos mencionar, por último, una muy antigua, la de Perote, fundada por un tal Pedro ó Pero Ansures, á quien por su gran estatura llamaban Perote los arrieros. Ignoramos la fecha de su establecimiento, y sólo sabemos, por el acta de Cabildo de 15 de Julio de 1527, que un Martín López, carpintero, la arrendó por ciento veinticinco pesos anuales, y habiendo hecho á su costa la casa, que según decía era "muy suntuosa", se le prorrogó el plazo del arrendamiento.

  Ventas ó mesones quedan todavía algunos en los caminos, en los pueblos de los Estados y en la misma ciudad de México; pero comenzaron á ser olvidados desde que los ferrocarriles por una parte, y las casas de huéspedes y hoteles por otra, se establecieron en nuestra República. 

  Los viejos mesones fueron el lugar de descanso de nuestros abuelos en sus penosos viajes; ahí encontraron siempre techo protector, aunque muchas veces dura cama y mala cena; en esos mesones hacían posta los hoy legendarios arrieros con sus recuas, los dueños de carros, de bombés y de guayines, los que conducían las tradicionales conductas de Manila y del interior del país, y los que llevaban las platas de S. M. el Rey.

  Ahora están olvidados; nadie que se tiene en algo los habita; los pobres y las bestias son los únicos que buscan su abrigo. Parecen antiguas casas solariegas abandonadas por sus nobles señores; pronto tal vez desaparecerán ante los grandes hoteles; pero ya quedan inmortalizados por Cervantes en el Quijote y por El Pensador en el Periquillo.


Para leer sobre las hospederías, entra aquí.

Fuente:

González Obregón, Luis. México Viejo. Librería de la viuda de Bournet. México, 1900. Pp. 31-36


lunes, 25 de junio de 2018

Breve historia de la parroquia de Teocaltiche, Jalisco

  En el primer centenario de la solemne bendición de la parroquia de Nuestra Señor de los Dolores, su existencia puede dividirse en dos etapas: la primera en su estructura o cuerpo principal y la segunda, que fue casi finalizada al iniciar el presente siglo (XX), la construcción de dos torres, gracias al empeño, trabajo y dedicación del entonces párroco, Porfirio Martín del Campo y Romo, de muy gratos recuerdos en la población.

  Aunque el edificio actual es relativamente “nuevo”, hay el antecedente de que en el mismo sitio existía una dedicada a San Pedro, el anterior (y original) santo patrón, y que fue una de las primeras cuatro parroquias construidas por los franciscanos en la Nueva Galicia a mediados del siglo XVI, es decir, tras el sometimiento de los pueblos caxcanos, entre otros.

  La construcción de la parroquia de San Pedro, se debió al obispo Pedro Gómez Maraver. Se menciona en las transcripciones hechas por Manuel J. Aguirre, Ignacio Dávila Garibi y Vicroriano Salado Álvarez, de que se trataba de una construcción hecha con adobe, de “40 varas de fondo, 8 de ancho y 8 de alto, con capacidad para 500 personas… y que ya en el año de 1776 se encontraba en deplorables condiciones, según o menciona el entonces cura Juan Manuel Rodríguez Castillo.

  Y tan dañada estaba la vieja estructura del tempo, que en una visita del obispo Juan Ruiz de Cabañas y Crespo, en 1797, ordenó la edificación de uno nuevo, cosa que no fue posible realizar debido al estallido del movimiento de Independencia. Es necesario comentar el por qué 20 años atrás se había decidido cambiar el nombre de San Pedro por el de la Virgen de los Dolores.

 Sin duda el más autorizado testimonio es el que recoge Ignacio Dávila Garibi en su calidad de sacerdote, quien señala el suceso notarizado del milagro hecho por la virgen de los Dolores en noviembre de 1774.

   A la letra, el Anexo 11 que hace Dávila en su libro Bosquejo Histórico de Teocaltiche, de que el “25 de enero de 1775, ante Don Luis Pérez Maldonado, teniente de este pueblo y su jurisdicción, por el Sr. Francisco Xavier de Arriola, Alcalde Mayor y de la Santa Hermandad por Su Majestad, de la jurisdicción de Santa María de los Lagos y su jurisdicción y pueblos llanos de esto, actuando con Juez receptor, con testigos de asistencia a causa de no haber Escribano Público ni Real en este ni en los términos del derecho disponible, a más de los instrumentos de que se hará mención, comparecieron los Sres. Bachilleres D. Juan José la Helguera y D. Miguel Antonio Ramírez de Olivaras, dignos presbíteros domiciliados en este Obispado y vecinos de este pueblo, y D. Alejando Álvarez Tostado y D. Nicolás de Fuentes, vecinos también de él y a quienes doy fe conocer, dijeron: que  habiendo determinado el Sr. Br. D. Daniel Espinoza de los Monteros, cura coadjutor, vicario y Juez Ecco de este referido pueblo, se procediera a sortear entre varios Santos un Santo Patrono a quien se dirigiesen especialmente depreciaciones y celebrasen cultos solicitando su intercesión para con Dios nuestro Señor e impetrando su divina misericordia a causa de haberse experimentado en este expresado pueblo y su comarca graves y repetidos temblores de tierra que comenzaron el día último de octubre por la noche del año próximo pasado de setenta y cuatro y se continuaron hasta el día seis de noviembre del mismo año: que habiéndose efectuado el referido sorteo el día ocho del referido mes de noviembre, resultó por alta providencia la dichosa suerte en el refugio y patrocinio de la Emperatriz de los cielos María Santísima Nuestra Señora, bajo el título y advocación de los Dolores y cuya imagen, tiempo ha se venera en el trono del altar mayor de esta iglesia parroquial: que habiéndose en su obsequio celebrado solemnes cultos al viernes inmediato subsecuente, que contaron once, cantándose tres misas y a la tarde, sacada en procesión la referida imagen rezando su santísimo rosario a más de experimentarse ya cesarían los continuos temblores que en los anteriores días habían causado grave aflicción y consternación en todo el vecindario, se vio al tiempo de la anunciada procesión en el cielo el signo de un arco blanco, estando del todo desembarazada de nubes, el que la acompañó hasta su entrada. Y que habiendo sobre todo esto movido de tan singulares beneficios de la Santísima Señora el expresado Sr. cura vicario y Juez Ecc., procedió a formar sumaria información para con ella dar cuenta a su Señoría, el obispo de esta diócesis, mi señor, pidiendo en ella el que se dignase conceder su suprema licencia para que clero y vecindario se efectuase juramento de reconocer a la Santísima Señora por Patrona y en su manifestación celebrarla anualmente en el citado día once de noviembre…

 Toda vez que ni Salado, ni Dávila, tampoco Aguirre, menciona por su nombre al autor de los proyectos del majestuoso templo concebido para el futuro inmediato como Basílica, por el dinámico progreso que entonces acusaba Teocaltiche, no es de dudar que el máximo diseñador y responsable de la obra fue Manuel Gómez Ibarra, uno de los mejores –como no el mejor-, arquitectos jaliscienses de la época, a quien se deben edificaciones como la cúpula del Hospicio Cabañas, el Sarcófago del cementerio de Belén, el pórtico de la Universidad de Guadalajara, de estilo gótico

  La primera piedra de la nueva parroquia de Teocaltiche, se colocó el 26 de octubre de 1845 y ello constituyó un singular e histórico acto, presidido tanto por la junta eclesiástica como por el H. Cabildo en pleno, formado por Crescencio G. Laris, Francisco Villalobos, Eduardo González Laris, Anastasio Romero, Jesús Ordorica, Ramón Martínez, Benito Jiménez, Domingo Sánchez, Félix Maldonado y J. María Villalobos, como Secretario al acta respectiva se anexaba el acuerdo de mandar publicar en los dos periódicos más importantes de la época, El Jalisciense y La Unión Nacional, el suceso para perpetuar su memoria, así como colocar de las arcas, monedas de cuño de la época (debe referir en este aspecto, en la colocación de tales metales como se acostumbraba hacerlo junto o en la primera piedra).

   Más tarde en 1871, el obispo en turno, Pedro Loza y Pardavé haría su visita a Teocaltiche, para ver con sus propios ojos lo avanzado que le decían estaba la obra, como se lo informaban periódicamente las autoridades eclesiásticas  del lugar. Hay que señalar, además, que el templo de San José sirvió de parroquia en tanto se construía la nueva y todavía más en los últimos años, a partir de enero 12 de 1889, la capilla lateral de la nueva parroquia se aprovisionó para brindar servicio religioso en tanto se terminaba el gran templo.

  Y bien, sí se le han de reconocer méritos de proyecto y diseño a Gómez Ibarra, quien por cierto habría de morir en 1996, dos años antes de verse “terminada” la magna obra, también se debe resaltar la gran capacidad e ingenio del alarife Avelino Ramírez, el albañil que como lo señala Aguirre, sin mayores conocimientos de ingeniería construyó la majestuosa cúpula parroquial sin ocupar tan siquiera de cimbra.

  En cuanto a la duración de la singular obra, su  inicio tardó más de medio siglo, por las razones que antes señalamos, su ejecución se llevó también un periodo similar. Pero curiosamente para construir sus dos torres, también los feligreses y especialmente los devotos de la Dolorosa, hubieron de esperar casi medio siglo y gracias al empeño del párroco en turno, Porfirio Martín del Campo, a inicios de la década de los cuarenta se llevaron a cabo los trabajos respectivos, de manera que prácticamente luego de primeros cincuenta años la parroquia tenía sus dos torres bien construidas.


Fuente:

Sin autor, nota publicada en el semanario Posdata del Centro. Año XI. No. 218. Teocaltiche, 31 de octubre de 1998.