sábado, 31 de marzo de 2018

Antes y ahora: La botella de tequila

 Amatitlán, Jal. 1970 (aprox.). La botella de un litro de Tequila, en este caso blanco, era del tipo de las actuales botellas de cerveza tipo "caguama", "extra" o "ballena". 

Amatitlán, Jal. 2017. Un tipo diferente de tequila, de mejor calidad, es el tipo Antiguo, la botella más estilizada, el contenido es de 950 ml.

  Claro es, que si eres aficionado a las películas mexicanas en blanco y negro, recordarás muy bien cual era la más tradicional forma de todas las botellas de tequila de esa época. Que era la forma original, por cierto. Y hoy, 31 de marzo, día de San Benjamín, brindo con tequila.

viernes, 30 de marzo de 2018

Una capilla, unos símbolos y una pintura de los Cinco Señores en San Luis Potosí, SLP

   Te recomiendo reservar un par de horas {por lo menos} cuando visites San Luis Potosí para dedicarlas a la visita del tempo del Carmen, que realmente se llama Templo de San Elías, pues a él está dedicado y es dentro del templo que hay una capilla dedicada a Nuestra Señora del Carmen.

  Son varias cosas las que se asocian a Carmen, sea el Monte Carmelo, que el planeta Venus, que la navegación por los mares, que el escapulario y la frase "Siempre Pulcra", esta última razón por la cual, regularmente los templos carmelitas están pintados en blanco.

   La capilla está del lado izquierdo, llamado lado del Evangelio en tiempos pasado [debido a que de ese lado es donde se coloca el podio que sostiene la Biblia durante las lecturas de los Evangelios.

  La cúpula es excepcional...




   El trabajo de yesería es extraordinario, no está dentro de la capilla sin a la entrada de los laterales. Uno de ellos es el acceso a la mencionada capilla.


   Detalle de la cúpula principal.

   Hacía tiempo no veía dentro de un templo el símbolo del ciprés, que refiere a la resurrección, razón por la cual es habitual encontrarlos en los panteones.

   El roble para algunas culturas representaba la fortaleza, en el caso del cristianismo, se usa porque hay la creencia de que la cruz estaba hecha de madera de roble.



   Interesante pintura, es una representación de los Cinco Señores, es un árbol, al centro está el Padre Eterno, sea el maltrato, el tiempo o la luz directa que no nos deja ver completamente la representación...

  La virgen María.

   El niño Jesús.

  Señor San José.

 Señora Santa Ana.

   Señor San Joaquín.


jueves, 29 de marzo de 2018

Barroco estucado en San Luis Potosí: una maravilla más de la capital potosina

  Del barroco que en México [Nueva España] se desarrolló hubo una tendencia que dejó extraordinarias muestras en diferentes partes del territorio, se le conocía como barroco estucado el cual lo va desarrollando con esa técnica, la de modelar el yeso o algún otro tipo de argamasa para crear espacios de una espectacularidad sorprendente como es el caso del lateral del templo del Carmen en San Luis Potosí, del que no se habla mucho pues el resto de los retablos, que son al modo "tradicional" -por así decirlo- usa la madera recubierta en oro y aquí, en el estucado, se deja todo en el color natural, blanco, para darle importancia a algunos elementos escultóricos con colores que los hacen resaltar.

  Llamamos así esta modalidad puesto que emplea básicamente, para expresarse materiales estucables que reúnen facilidades en el manejo técnico, la economía y la riqueza morfológica, (yeserías para los interiores y argamasa para los exteriores). Su técnica es de modelado y no de labra, por lo que fácil ejecución dio cauce a los mayores alardes de la expresividad barroca. Esta facilidad técnica ayudó a que los estucos marcasen, el primer paso del estilo, en su busca de esplendor y unidad totalizadores.

  El barroco estucado se caracteriza por ser puramente decorativo, es por lo tanto anástilo, es decir, no emplea el apoyo arquitectónico pero se sujeta a composición y no rebasa los límites que le marcan los paños en que se aplica; cubre, sin ocultar, pilastras, arcos y bóvedas. Respeta todas las líneas de estructura y composición aún secundarias, como lunetas de bóvedas, intercolumnios, jambas, tímpanos y enjutas.

  Sus formas rizadas y tupidas con abundancia, no irrumpen exageradamente en el espacio, por lo que conservan un carácter de planimetría y claridad compositivas. En su riqueza morfológica es sincero al permitir apreciar con toda limpieza las estructuras en que se aplica; su esplendor tiene un tono de serenidad al sujetarse a las direcciones geométricas de la arquitectura que lo recibe. Este respeto a ejes compositivos y planos delimitadores es la mayor diferencia entre esta modalidad del barroco estucado y el ultrabarroco, última forma que habrá de cerrar el ciclo, desbordando límites, ocultando estructuras e introduciendo vigorosamente en el espacio volúmenes arbitrarios.

  Esta modalidad inicia cronológicamente, en plan monumental, la tendencia decorativa del barroco. Tiene su mayor florecimiento en la segunda mitad del siglo XVII, en las yeserías de Puebla y de Oaxaca, entre las que sobresalen: la Capilla del Rosario y la de San Cristóbal, en Puebla; en Oaxaca, Santo Domingo y el vecino santuario del Santo Cristo de Tlacolula. En el siglo XVIII se realizaron estucados de gran Importancia como son: la decoración de Tonantzíntla y los camarines marianos de Ocotlán en Tlaxcala, de Tepotzotlán en el Valle de México, y la Santa Casa, en San Miguel Allende, Guanajuato.

  Al exterior hubo manifestaciones tan importantes como las fachadas de Tepalcingo y Jolalpan en Morelos. Mas, en todo el país, el pueblo recogió amorosamente esta tendencia por el esplendor ornamental y aunque los estucos, como modalidad propiamente barroca, terminan su ciclo vital en el siglo XVIII, también el siglo XIX vio filtrarse entre la aridez de sus recetas académicas, persistencias de estucos abarrocados, como en la Capilla de Loreto en Guadalupe, Zacatecas. En Michoacán vino a tener sus más recientes expresiones el estuco ya en los principios de nuestro siglo, con la parroquia de Tlalpujahua y el Santuario Guadalupano de Morelia, en los que al gusto por la ornamentación total de interiores se incorporan el arte de sentido popular y algunas expresiones del Art-Nouveau, complicadas y enriquecidas por la reaparición de la técnica indígena del pastillaje, a base de barro cocido, policromado y pegado.

  La pertinaz aparición esporádica de abundantes ornamentaciones, aplicadas sobre estructuras arquitectónicas que no necesariamente tienen por qué recibirlas, nos indica la relativa cronología con que puede ordenarse esta inclinación del gusto mexicano, la que iniciada y redondeada en obras barrocas, no impide por esto una continuidad en otras épocas y estilos y así, en consecuencia, aun podemos esperar reapariciones de dicha tendencia aunque ya no referidas completamente al barroco, cuyo ciclo histórico está definitivamente cerrado. (1)














Fuente:

González Galván, Manuel. Modalidades del barroco mexicano. Anales, No. 30, Vol. 8, pp. IIE-UNAM, México, 1961. pp. 42-43. Para leer el artículo completo, entra aquí.

miércoles, 28 de marzo de 2018

De palabras, libros y ediciones facsimilares: El aguador

   Vi el libro y no lo pensé dos veces, más aun con el 50% de descuento que ofrece en estos días Educal, se trata de una reedición de un clásico mexicano, publicado originalmente en 1854 dentro de una corriente europea que puso de moda hacer retratos de las costumbres de cada país, por retrato me refiero al texto, al momento que tomó popularidad el estilo, se incluyó propiamente el "retrato" del personaje que se describía. 

  El libro, fuera de mi presupuesto, pero accesible al 50% lo adquirí, un auténtico ladrillo por sus dimensiones. Ahora me encuentro absorto en él y una de las grandes enseñanzas que estoy teniendo es ese lenguaje de época que, de pronto ante párrafos como estos, me obliga a acudir al diccionario:

  Una ocupación tiene el aguador, peculiar y propia a su oficio, remendar su chochocol, coser el barro, ponerle un parche como lo hace el aguador, sólo él lo ha inventado: con una lesna agujera a los lados de la rotura, pasa su puntada y la cierra fuertemente sobre un poco de zulaque.

Chochocol: 1. m. rur. Méx. tinaja (‖ vasija grande de barro). Real Academia Española © Todos los derechos reservados.

Lesna: ALESNA. s. f. Instrumento agúdo de hierro con que se horáda alguna cosa, especialmente los cueros, cordobánes y suélas, y del qual usan los Zapatéros para coser los zapátos. El P. Alcalá en su Vocabulario Arabigo trahe por correspondéncia de esta voz Lexina, de donde parece que se tomó en Castellano. Modernamente se dice Lesna. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Diccionario de Autoridades - Tomo I (1726)

Zulaque: Del ár. hisp. assuláqa, y este del gr. συλλογή syllogḗ 'colección'. 1. m. Pasta hecha con estopa, cal, aceite y escorias o vidrios molidos, a propósito para tapar las juntas de los arcaduces en las cañerías de aguas y para otras obras hidráulicas. Real Academia Española © Todos los derechos reservados

  Si te interesa leer el artículo completo original de El Aguador, entra aquí.

martes, 27 de marzo de 2018

El árbol-buzón de Tepeji del Río

  Hace al menos 40 años era común enviar y recibir cartas, por lo tanto, era común ver buzones en las calles, ir al correo e incluso coleccionar estampillas. Cuando se salía de vacaciones era imprescindible comprar tarjetas postales con las más bellas tomas de la población que se visitaba. Era habitual que en las tiendas de recuerdos o en los hoteles se vendieran estampillas para poder enviar ese día las postales. Yo trabajé en un hotel de Cancún en la década de los ochenta y diariamente se acumulaba al menos un centenar de postales que eran llevadas religiosamente al correo para hacerlas llegar a su destino.

  Todo eso desapareció poco a poco, primero por la implementación de los teléfonos celulares, luego la popularización del correo electrónico, y ni que decir, ya entrado el siglo XXI, con las redes sociales que incluyeron poco a poco métodos más eficaces para comunicar mensajes breves en cuestión de segundos, incluido el envío de fotografías. Desaparecieron, por ende, los buzones.

  Un testigo de ese olvido está en Tepeji del Río, estado de Hidalgo, en donde, luego de varios años de no estar en uso, un buzón que fue colocado junto a un árbol, al crecer éste, lo fue cubriendo de tal manera que ahora el buzón está totalmente oprimido y, si no te lo mencionan, pasa desapercibido tan singular objeto.

  Una buena amiga, y seguidora de este Bable, escribió una interesante historia en torno a tan singular acontecimiento, historia que nos hace recordar aquellos años en los que México era aún inocente y con sabia paciencia se esperaba la llegada del cartero que nos traía buenas noticias, notas de amor, postales con vistas estupendas y en ocasiones notificando de algún suceso triste.

  El libro El árbol-buzón de Tepeji del Río, de Guadalupe Huicochea fue publicado en 2015, aun quedan algunos ejemplares disponibles a la venta de tan encantadora, si estás interesado en adquirir uno, comunícate con la autora a la siguiente dirección.