martes, 30 de abril de 2019

Una breve reseña de la hacienda San Bartolomé del Monte, Tlaxcala, 1899

                                
   Esta magnífica hacienda, perteneciente al Sr. D. Manuel Fernández del Castillo y de Mier, está situada cerca del pueblo de Calpulalpam (Estado de Tlaxcala) y á una altura de 2.40 0 metros sobre el nivel del mar, por cuyo motivo goza de un clima muy agradable y notablemente sano. Todos los cereales propios de las tierras templadas y frías son susceptibles de producirse en sus terrenos, sembrándose actualmente con muy buen éxito maíz, cebada, trigo, haba y arvejón.

    De los inmensos bosques que posee, y los cuales se explotan con todo cuidado, se extraen en abundancia maderas y carbón de encino, toda clase de maderas de construcción, de ocote y oyamel y leña, efectos muy solicitados en el mercado de México, para donde se remiten, facilitando la conducción un ramal de vía férrea de 5 kilómetros propiedad de la hacienda, el cual entronca con el Ferrocarril Interoceánico en la estación de Calpulalpam.

   No obstante ser tan importantes los ramos de producción indicados, tiene esta hacienda uno, sin duda alguna, superior, y es el pulque que elabora de suprema calidad y goza de gran fama en México, reputándose el de los ranchos de esta finca como el mejor que se introduce á la capital, llamado Tlamapa, que ha dado nombre popular á esta bebida nacional.

   Actualmente, los tinacales de la Hacienda elaboran una gran cantidad de pulque, pero este producto está llamado á obtener un gran desarrollo debido á los inmensos plantíos de maguey que con notable inteligencia ha hecho el actual propietario de la hacienda dirigiendo personalmente los trabajos que en la misma se practican. Esta valiosa propiedad tiene una extensión de 5,040 hectáreas de tierras labor cubiertas de plantíos de maguey, y 7.500 hectáreas de monte, en donde pastan grandes rebaños de ganado vacuno, caballar y lanar.

  Para terminar esta pequeña descripción diremos que los edificios de la hacienda, reconstruidos recientemente, casi en su totalidad comprenden una elegante y amplia casa-habitación, una preciosa capilla, cómodas y aseadas casas para dependientes y peones, espaciosas trojes para semillas y aperos, en donde se pueden ver reunidas las máquinas agrícolas más modernas que se emplean en las vastas labores, dando trabajo diario á cerca de cuatrocientos hombres. No vacilamos en asegurar que esta hacienda ocupa lugar distinguido entre las mejores de la República.


Fuente:

Figueroa Domenech, J. Guía general descriptiva de la República Mexicana. Tomo II. Ramón de S. N. Araluce, México, 1899. pp. 669-672

lunes, 29 de abril de 2019

Un directorio de hacendados en Guanajuato, 1899

  Uno de los tantos directorios que se publicaron al final del siglo XIX y en los primeros años del XX es esta Guía general, fue elaborada por un español con la intención de promover la inversión extranjera en México. Otros directorios fueron hechos en inglés, francés, italiano y, creo, en alemán. De esta edición española, publicada simultáneamente en México y en Barcelona, extraigo el directorio de hacendados del Estado de Guanajuato, en él no verás los nombres de las haciendas, sólo aparece el nombre del propietario y la población en donde se ubican sus propiedades. Si estás familiarizado con el tema, de seguro reconocerás a varios de ellos.




Fuente:

Figueroa Domenech, J. Guía general descriptiva de la República Mexicana.  Ramón de S. N. Araluce, México, 1899. pp. 185-187

domingo, 28 de abril de 2019

El gorro frigio en las monedas mexicanas

   Quizá llegaste a usar los "veintes" en aquellos tiempos en que un peso era fuerte y se imprimía en papel o tal vez los has visto en alguna colección numismática o en el cajón de los recuerdos de la abuela. Y si has sido observador, recordarás que entre los números aparece un gorro del que salen rayos luminosos, esto es el símbolo de la libertad y en México se instituyó desde 1823 su uso. Ese gorro se llama frigio, Frigia es una región del actual Turquía, y era el lugar en donde se usaba. Hubo una confusión con el gorro pues...

   Durante la Independencia de Estados Unidos y la Revolución francesa el gorro frigio fue adoptado como símbolo de la libertad. Esto proviene de un error de ésa época: los revolucionarios de los siglos XVIII y XIX confundieron el gorro frigio con el gorro píleo. El gorro píleo era el símbolo de la manumisión de los esclavos en la época romana. El esclavo liberado por su amo tenía permitido llevar un gorro píleo como símbolo de su libertad. Por eso los asesinos de Julio César mostraron al pueblo un gorro píleo montado sobre un palo para afirmar que habían liberado a Roma del tirano. Los revolucionarios de América y Francia adoptaron este símbolo, pero lo confundieron con un gorro frigio que, en sus orígenes, nada tiene que ver con la esclavitud ni la libertad. (Wikipedia).

 Decreto. Nueva forma de la moneda.
Agosto 1º de 1823. 
El soberano congreso mexicano ha tenido á bien decretar lo siguiente:

1.- Dispondrá el gobierno que á la mayor brevedad y por los mejores grabadores, se abran nuevas matrices para subsistir á las que hasta ahora sirven para la acuñación de la moneda.

2.- Tendrán un anverso común las monedas de oro, plata y cobre, estampándose en ellas el escudo de armas de la nación mexicana, con esta inscripción en la circunferencia: República Mexicana.

3.- En el reverso de la plata se pondrá un gorro, en que se halla diagonalmente escrito Libertad, de cuyo centro partirán varias ráfagas de luz, expresándose, ademas de su valor respectivo, el lugar y año de su fabricación, las iniciales de los nombres de los ensayadores y su ley.

4.- En el reverso de la de oro se representará una mano con una varilla, en cuyo extremo superior se colocará el gorro de la libertad, descansando todo en un código abierto, con esta inscripción en la circunferencia: La libertad en la ley, con las demás marcas ó señales que en el artículo anterior se designan para las monedas de plata.

5.- En el reverso de la de cobre se colocarán dos palmas formando orla, y en el centro (excepto la ley y los nombres de los ensayadores), las marcas expresadas en los artículos precedentes.

6.- Cuidará el gobierno, al tiempo de publicar este decreto, de manifestar al público que las leyes de las monedas de oro y plata son las mismas que las del gobierno español de cuarenta años á esta parte.

Fuente:

Legislación mexicana o colección completa de las disposiciones legislativas expedidas desde la independencia de la República. Ordenada por los licenciados Manuel Dublán y José María Lozano.

http://www.biblioweb.dgsca.unam.mx/dublanylozano/

NOTA: Véase el decreto de 21 de Julio de 1824. 

viernes, 26 de abril de 2019

El desaparecido templo y convento de San Felipe de Jesús de las Capuchinas, CDMX

  Esta obsesión (una más) que se me ha creado (o me he creado) con la calle de Capuchinas en la CDMX me lleva a transcribir la descripción que hizo en 1728 fray Ignacio de la Peña del templo del convento de San Felipe de Jesús. Esta fue la razón por la cual la antigua calle de la Celada cambió de nombre en uno de sus tramos al de Capuchinas. En la actualidad es Venustiano Carranza. Debemos tener diccionario arquitectónico a la mano pues la descripción incluye términos precisos.

   Antes de que el sabio Salomón hiciese la sin igual obra del Trono, edificó Casa y Templo para Dios nuestro Señor, cuya hermosa fábrica, concentrados tamaños, grandeza forma, y adorno grande, describen las sagradas letras y ha sido empeño de sublimadas plumas el historiar su arquitectura con matemáticas razones, y compuestos; y así no es fuerza de propósito, si antes necesario, para la cumplida narrativa de ella historia, y que no desee noticia alguna la devoción más distante, el referir puntualmente la descripción del Templo de San Felipe de Jesús, como lo dispuso el cuidado, y elocuencia del Bachiller D. Diego de Ribera, que es como se sigue.

   Tiene de aérea toda la fábrica por la parte del Oriente a Poniente noventa y nueve pies geométricos de latitud, y de longitud de Norte á Sur ciento y ochenta, en cuyo sitio la planta de la Iglesia divide su longitud en tres porciones iguales, las dos que forman su cuerpo, y la una el Presbiterio: divídenlas cuatro antas, ó pilastras con sus medias muestras, y traspilares resacados dos pies del vivo de sus muros; y dichos traspilares llevan sus embasamientos hocicos de piedra de cantería, con capiteles del mismo orden, recibiendo sobre sí los arcos que dividen los dos espacios; y por la parte exterior, que corresponde á las antas, se forman los estribos, ó piladrones para la seguridad del rempujo de los arcos, cuyas frentes tienen cuatro pies, y de vuelo fuera de sus muros seis, siguiendo en disminución toda la altura de la Iglesia.

   En el costado que mira al Medio día, y hace fachada á la calle Real se forman dos portadas; la principal con cerramiento circular de dos cuerpos obrados de cantería, con pilastras recaladas, extrudas, jambas, traspilares, y embasamientos, todo de orden Dórico, que componen el primer cuerpo. El segundo es Jónico, que ligue con sus ornamentos sobre los vivos, y plomos del primero, recibiendo en su centro un tablero guarnecido de molduras, y recuadros, con el glorioso Proto Mártir San Felipe de Jesús, Patrón, y natural de esta nobilísima Ciudad de México, coronándose esta portada con frontis cerrado, y sus remates. La segunda portada es de cuadro, de obra architravada de molduras, con recuadros en su cerramiento, sobre que asienta una sotabanca, que reciben un tablero guarnecido de molduras, con la efigie de la Inmaculada Concepción de nuestra Señora; que dibujó el buril de relieve con sus atributos, y gloria de Serafines, en que grabó el arte glorioso desempeño en su cuidado. Las puertas son de incorruptible Cedro, formada de crucería y media moldura, con tableros de nogal, a quienes guarnecen escuadras de hierro pavonado.

   En la distancia que cogen las dos portadas se forma una lonja, ó mesa de tres varas de ancho, de que salen tres gradas hacia el medio de la calle, que facilitan el ingreso á dicha Iglesia. Las paredes maestras, y arcos suben en proporción quince varas y media, en proporción sex qui altera según su ancho asienta techo de artesón hundido sobrado de moldura, y talla; su forma es ochavada, y por la parte cóncava bajan las molduras guardando sus ochavos a recibir en el centro unas bandejas ondeadas, siguiendo por la parte convexa las dichas molduras con la mesma igualdad en sus cortes, y ochavos; formanse entre los artesones unos signos cuadrángulos, en cuyos espacios asientan floroncillos colgantes a todo relieve, todo orlado con la cuerda de nuestro Seráfico Padre S. Francisco, doradas las bandejas de los centros, los altos, y hojas de las molduras, con los fondos de azul, y matices fines; en los cuadros que dividen las partes de que se compone el Templo se forma el arocave, que sobre si recibe el techo de vara, y cuarta, de tablas, con sus molduras, alto y bajo dorados, y en su medio un romano follado de troncos, y cortezas, que atan a distritos unas tarjetas, en que se copian atributos, é insignias, cuyos coloridos acreditan los primores del pincel, manifestando á la vida hermosamente atractivos a los reflejos de la luz, que al Templo le comunica por cinco bien rasgadas ventanas, que se adornan de una bien forjada rejería, a que se arriman tersos cristalinos vidrios.

  El Presbiterio tiene conmensurada la capacidad con la distancia del Templo, y se sube á el por cuatro gradas, y la mesa de Acólitos, y blandones, que tiene vara, y cuarta de ancho. En la teñera, que divide lo interior del Convento, hacia la parte del Norte, está el Coro bajo, y la graticula, por donde reciben las Religiosas la Sagrada Comunión, inmediata al Retablo del Altar Mayor; y á las espaldas de dicho Altar Mayor fe formo la Sacristía, con todo el largo que ocupa el tedero con la latitud de veinte y cuatro pies, con dos puertas para el uso de ella los dos lados del Altar Mayor, entre calles, siguiendo la obra del Retablo, que tiene en su elevación catorce varas, y de ancho nueve y media, distribuidas las doce, y tres cuartas en su Arquitectura, partiendo de vara y cuarta en que se une el Altar, con que queda orlado de los dos zócalos, que le cogen en medio; son en su ornato de orden corinto, tiene en el tercio nueve boceles relevados, en que se tallan hojas, y pimpollos; coronase con sota baza, y collacino, feneciendo con baza, y plintio; y en los espacios del último tercio, y relieve de cuarteles adiamantados sigue el sota calo un banco con ocho pedrestales, y entre canelones, tallados de la seria unos niños de escultura de todo relieve, que enlazan, y unen á cada pedestral, a cuyo recibimiento en cada una asienta una columna de orden corintio, con baza, y capitel proporcionados; recibe cada columna de estas sobre sus capiteles sus macizos unidos a la cornisa, en cuyo medio hace en el primero cuerpo un tablero de pintura, a la mano derecha el de la Anunciación de nuestra Señora, recibiéndole en medio una ninfa hermosa, que se forma en la puerta por donde se entra a la Sacristía, y desde ella sube jugando su guarnición de hojas, pimpollos, y cortezas; á el lado siniestro acompaña otro tablero del Nacimiento de Cristo Señor nuestro, con el mesmo orden.

   En el medio se forma el Sagrario, debajo de una concha, en punto redondo, toda estriada en relieve, con dos niños a los lados, en sus ejutas, que la reciben con dos muros de talla, y follaje en su primer cuerpo; tiene este Sagrario diez pelícanos, que reciben diez columnas corintias, saliendo de ellas cuatro transparentes en relieve, con una hermosa moldura, que las une, cinco en cada lado, y en medio la puerta con guarnición de ébano relevada, que une una lámina de media vara de una hermosísima pintura de nuestra Señora de la Piedad, con su vidriera de terso cristal, subiendo desde su medio un relieve de talla, que fenece la cornisa que corona las diez columnas, sobre ellas asienta un sota banco, en que se plantan otras ocho columnas del mesmo orden, las seis transparentes, y las dos, que se arriman a dos pilastras, que hacen lado a un riquísimo espejo, que tiene de alto, vara y sesma, y de ancho tres cuartas, a quien corona otro espejo menor, que afila a el canto del más grande, y levanta desde allí una cuarta, formando capialzado cielo, con tal arte, que puesta en él la Custodia, se dibujan en los espejos tres con diversidad de colores, y cierra su extremidad con obra crespa, y su cornisa, y una sota banca, que recibe una cúpula, y linternilla, rematando con una hechura de Cristo crucificado de marfil de dos tercias.

   El segundo cuerpo del Retablo forma encima de la cornisa su sota banco resaltado con sus plomos, y macizos, que recibe otras ocho columnas de orden composito, vara, y capitel de cogollos, y roleos, bajando desde el collarino, las más estrías en orden corintio, que reciben sobre sus capiteles la mesma ordenanza, y follaje, que la primera cornisa, y tiene en medio un tablero titular del Ínclito Mártir S. Felipe de Jesús, que en punto redondo rompe la cornisa hasta el plafón, guarnecido de hermosos cartones, hojas, y cortezas; a fu mano derecha tiene otro tablero de Santa Clara, fecundísima Madre de tantas Hijas, guarnecido con el mesmo follaje; a la siniestra otro tablero con el mesmo orden del gloriosísimo Padre San Francisco, rematando este segundo cuerpo. Se forma otro sota banco con los mesmos movimientos, recibiendo en el medio un tablero hermosísimo de la Inmaculada Concepción de nuestra Señora la Virgen María, a quien guarnecen un artificioso, y hermoso follaje, recibiendo la cornisa cuatro estípites de escultura de relieve, que vienen al plomo de las columnas relevadas, y del medio de la cornisa sale un follaje, que se parte en dos medios, de que nace una repisa, donde asienta una Imagen de Dios Padre de relieve, cogiéndole en medio dos frontispicios de vuelta jónica, con que hace remate, de donde baja jugando hasta el zócalo primero de toda ella fabrica un arco; tiene el tablero de la Concepción en correspondencia otros dos más pequeños redondos à el lado derecho Santa Coleta, y al siniestro San Félix Capuchino, enriquecidos del ceria con cornisas redondas, todo dorado con primor, y à mucha costa.

Una interesante reseña del templo y convento de San Felipe de Jesús la encuentras aquí.

Fuente:

De la Peña, Ignacio, fray. Trono mexicano en el convento de religiosas pobres capuchinas. Imp. Francisco del Hierro, Madrid, 1728. pp. 42-47

jueves, 25 de abril de 2019

La razón por la cual la calle de la Celada cambió de nombre a Capuchinas, 1673

   El plano que vemos ahora fue elaborado en 1865, tiempos de Maximiliano, marqué con amarillo la calle que me interesa, que es la de Capuchinas, a su derecha la de San Bernardo y a la izquierda la de Cadena. En el siguiente plano vemos la zona en 1899, tiempo en el que se pretendió darle nombre de Calles y Avenidas con números y rumbos, como en Puebla. Así la de Capuchinas era la Avenida  8 Oriente y quedaba limitada con las Calles Sur 3  (Calle del Ángel) y Sur 5 (Calle de Monterilla). En los albores del siglo XX la zona era ya la Financiera de la ciudad, en esa que fue la Calle de Capuchinas para luego ser la Avenida 8 y después quedar como Venustiano Carranza se localizaban las sedes del Banco Nacional Mexicano, del Banco de Londres y México y el Banco Central Mexicano y, en el siguiente tramo, ya con el nombre de Cadena, estaba la casa de don Porfirio Díaz, en el número 8. Vemos que la calle seguía siendo de las más importantes de la ciudad. La duda surge con la razón del nombre, del nombre original de la calle. La lógica virreinal nos dice que ahí se construyó un convento y su respectivo templo, el de las monjas capuchinas. Si nos vamos al nombre original, el que se le dio cuando se hizo la primera traza de la ciudad, este fue el de calle de La Celada.

   “El monasterio de las Capuchinas estuvo en la que es ahora calle última de Venustiano Carranza y fue derrumbado en 1861 para abrir ¡un tramo! De la calle de Palma. Pero hay abundantes noticias de ella, en el libro Trono mexicano, de Ignacio Peña, publicado en Madrid en 1728. Ocupaba el convento el corazón de la manzana, con su iglesia de oriente a poniente, que fue construida en 1673. Sus portadas eran sencillas, de orden dórico, pero de diferentes tamaños. La mayor ostentaba un alto relieve con san Felipe de Jesús crucificado. En 1756 se le añadieron magníficos estípites, los primeros que se hicieron exentos en la ciudad.

   Su techo, por gracioso arcaísmo era aun de artesonado, “obrado de moldura y talla y, por la parte cóncava, bajan las molduras, guardando sus ochavos a recibir en el centro una bandeja ondeada, siguiendo por la parte convexa las dichas molduras; fórmanse entre los artesones unos cuadrángulos con florecillas colgantes y a todo relieve, todo orlado con la cuerda de San Francisco, doradas las bandejas de los centros, con fondos de azul; en los cuadros que dividen las partes de que se compone el templo se forma el arrocabe que sobre sí reside el techo, con sus molduras doradas y en su medio un romano foliado de troncos y cortezas que atan a trechos unas tarjas en que se copian a tributos e insignias cuyos coloridos acreditan los primores del pincel…"

   El coro bajo, en el presbiterio, llevaba su doble reja de púas y su cratícula, “en forma de nicho, en donde puede entrar el sacerdote”, como sea había hecho en San Jerónimo. Tenía el coro su abanico o “rayo” de pobre hojalata, pero con un Cristo de tamaño natural en el centro y dos pinturas.

   El retablo era de orden corintio, con las columnas a tercios. El sagrario era un primor con diez pelícanos que sostenían columnillas y luego una concha de espejos. En el centro del retablo un altorrelieve estofado de San Felipe de Jesús. En el remate “cuatro estípites” que debieron ser cariátides. El claustro era de cuatro arcos por lado, sobre pilastras cuadradas y su pila ochavada en el centro. En la portería iba el locutorio, con sus rejas de púas. Y todo quedó, como dice Peña, “con las tres calidades que deben tener estos edificios: utilidad, firmeza y hermosura”. (1)

Fuente:

De la Maza Francisco. La ciudad de México en el siglo XVII. Lecturas Mexicanas 95. FCE. México 1985. México, pp. 51-53

miércoles, 24 de abril de 2019

Antes y ahora: La casa de Jalapa 12, Colonia Roma, CDMX

Calle Jalapa No. 12. Colonia Roma, México, D.F. La casa construida en 1906 por el Ing. Canseco libró la demolición que hubo con la construcción de la glorieta Insurgentes del Metro de la Ciudad de México.

Calle Jalapa No. 12. Colonia Roma, CDMX. La fachada continúa allí, recuerdo que hace cosa de 10 o más años cada bloque estaba numerado, al parecer la fachada sería trasladada a otro sitio, pero eso no ocurrió, sigue ahí, ahora pintada en gris dando un aspecto fantasmal.

martes, 23 de abril de 2019

El notorio hundimiento en algunas construcciones del centro de la Ciudad de México

  Ahora que estamos en esta conmemoración del V Centenario, el cual, como ocurrió con el Bicentenario, creo pasará un poco desapercibido, pongo en la mesa, traigo a la plática, subo a la red, el bien consabido tema del hundimiento de la Ciudad de México, hundimiento que se da en su centro histórico que es cada vez, más notorio. Las toneladas de piedra que, con sistemas europeos se levantaron para crear la ciudad de españoles de México, sobre las ruinas de la gran Tenochtilán, que si bien sus magnas obras eran de piedra pero con mejor entendimiento del entorno, razón por la cual no se hundían (al menos eso creo) pero el punto está en lo que en esta visita que hago en que los testigos no están mudos, sino gritando de lo que es es este hundimiento. El primer ejemplo lo tenemos en la torre del templo de Santa Teresa, la antigua o, como ahora se le conoce: la Ex-Teresa.

 Esta es la sede de la Sociedad Mexicana de Geografía Estadística e Historia, la cual se ve a punto de reventar, Justo Sierra No. 19. Construcción, al parecer, del siglo XVII.



  En Seminario 12, sobre la actual Plaza Gamio, está la casa que fuera de los Jesuitas. Vemos que se conforma de dos plantas, además de la baja, digamos pues, tres niveles, divididos en tres partes por las ventanas, si vemos la primera planta, en la parte derecha de la segunda ventana, notamos que ahí cae el peso, por el hundimiento, claro es.

   No es casualidad que Seminario 12 lleve el nombre de un antiguo colegio jesuita del siglo XVI que hoy ya no existe. En su lugar, se erigió un sagrario, pero el nombre de la calle y de la plaza, nos recuerdan que alguna vez ahí hubo un seminario. Consideramos que la memoria colectiva se construye a través rastros que permanecen y dibujan, no únicamente un pasado, sino un presente y un futuro que convergen y habitan los mismos espacios. (página web)

  El templo de la Santa Veracruz lo vemos inclinado en su pared norte, hacia el lado izquierdo de la foto, contrasta con claridad al ver la fuente, esos 15°... o más de inclinación son notorios.

   Ubicada a un costado de la Alameda Central, esta parroquia es una de las más antiguas de la Ciudad de México, pues fue fundada como ermita por Hernán Cortés en 1526, para albergar a la Archicofradía de la Cruz; la Iglesia parroquial fue construida en ese mismo siglo (1568), pero luego fue substituida por el actual templo en el siglo XVIII, en la llamada Plaza Santa Veracruz. (Desde la Fe)

  No recuerdo bien si este edificio está en República del Salvador o Uruguay. Aquí también notamos con claridad el hundimiento en la parte derecha del centro en el primer nivel. No se le ve traza virreinal, sino más bien del XIX, como quiera, el hundimiento está ahí.


   Para concluir este recuento vamos a la calle de San Jerónimo en donde las casas que fueran del convento de los camilos nos dejan ver en la hondonada como le afecta el hundimiento.

  Ni que decir de construcciones como el templo de la Profesa, el de la Trinidad y Loreto, en donde el hundimiento es más que notorio.

lunes, 22 de abril de 2019

Del Metro y sus hallazgos arqueológicos: Ehécatl, en la Ciudad de México

   Creo fue en 1970 cuando conocí el metro, había solamente dos líneas, el cruce de ellas era justo aquí, en la estación Pino Suárez; la línea "azul", número 2, con la "rosa" número 1. Y ocurrió que en las obras de excavación encontraron una centro ceremonial, ese que marcaba la entrada a la gran Tenochtitlán por la calzada de Ixtapalapan. De seguro aquel día que Cortés tiene su encuentro con Moctezuma, el 8 de noviembre de 1519 (pronto recordaremos el V Centenario de ese evento); alcanzó a ver el centro ceremonial dedicado a Ehécatl.

  Ehecatl. Viento. Lo representan en las pinturas por una cabeza fantástica, signo ideográfico de este elemento. Los mexicanos le concedían voz, y tenían muy en cuenta, para sus agüeros, los gemidos que arroja en la arboleda, los rugidos de la tempestad, las palabras que pronuncia metiéndose por los resquicios..

  «Esta gente—dice Sahagún — «atribuía el viento á un dios que llamaban Quetzalcóatl, bien así como dios de los vientos. Soplan estos de cuatro partes del mundo, por mandamiento de este dios según ellos decían: de la una parte viene de hacia el oriente, donde ellos dicen estar el palacio terrenal, al cual llaman Tlalocan, á este viento lo llamaban tlalocaiutl (tlalocayotl), no es viento furioso: cuando él sopla no impide á las canoas andar por el agua. El segundo viento sopla de hacia el norte, donde ellos dicen estar el infierno, y así le llaman mictlanpachecall, que quiere decir el viento de hacia el infierno: este viento es furioso, y por eso le temen mucho: cuando él sopla no pueden andar por el agua las canoas, y todos los que andan por ella, se salen con temor cuando él sopla, con toda la prisa que pueden, porque muchas veces peligran con él. El tercer viento sopla de hacia el occidente, donde ellos decían que era la habitación de las diosas que llaman Cioapilti (Cihuapipiltin), llamábanle Cioatlampa checatl ó Cioatecaiotl (Cihuatlampa ehecatl ó Cihnatecayotl), que quiere decir, viento que sopla de donde habitan las mujeres. Este viento no es furioso, pero es frío, hace temblar y tiritar; y con él bien se navega.

    «El cuarto viento sopla de hacia el mediodía, y llámanlo vitstlampa ehecatl, que quiere decir: viento que sopla de aquella parte donde fueron las diosas Vitsnaoa (Huitsnahua): este viento es furioso y peligroso para navegar; tanta es su furia, que algunas veces arranca los árboles, trastorna las paredes, y levanta grandes olas en el agua; las canoas que topan en ella, las hecha á fondo, las levanta en alto; «es tan furioso como el cierzo ó norte.»

   El editor de la obra de Sahagún, en una nota relativa al pasaje preinserto, refiriéndose al último viento, dice: «En Orizaba es furioso, y en Veracruz descompone mucho el «cuerpo, y causa dolor de cabeza.» En las pinturas lo representaban los indios con una calavera.

  Antes de las aguas se presenta el viento formando remolinos de polvo en las llanuras y llevando delante los objetos livianos en los caminos; de este hecho natural decían los mexicanos que Ehecatl, como precursor de los tlaloque, se presentaba barriendo y limpiándoles el paso.

   Ehecatl es el nombre del segundo día de las veintenas del calendario, llamadas vulgarmente meses. Era el primer día de la 12.a  trecena del Tonalamatl. Como segundo signo del mes, en los jeroglíficos lo representaban con una cabeza fantástica. Clavijero y otros ponen en lugar del signo un rostro humano en actitud de soplar; pero, en opinión de Orozco y Berra, esta representación no es genuina.

  Ehecatotontin. (Plural diminutivo de ehecatl, viento: «Vientecillos.» ) Remí Siméon, definiendo esta palabra, dice: «Idolitos ó imágenes de niños que se hacían para la fiesta de los montes en el mes Tepeilhuitl.» —Es verdad que hacían esos idolitos, pero no en figura de niños, pues representaban con ellos á los montes, y les ponían cabeza de persona, según refiere Sahagún en el pasaje siguiente: «Hacían á honra «de los montes unas culebras de palo, ó de raíces de árboles, y labrábanles la cabeza como culebra.

   «Hacían también unos trozos de palo gruesos como la muñeca largos, llamábanlos ecatolontin (ehecatotontin): así á éstos como á las culebras, los investían con aquella masa que llamaban tzoal. A estos trozos los investían á manera de montes, arriba les ponían su cabeza como cabeza de persona: hacían también estas imágenes en memoria de aquellos que se habían ahogado en la agua ó habían muerto, ó de tal muerte, que no los quemaban sino que los enterraban.»

   Nada en este pasaje revela que los ídolos tuvieran precisamente la figura de niños. Nosotros creemos que la palabra muñeca que emplea Sahagún aludiendo á la muñeca de la mano para dar el tamaño de los ídolos, la tomó Remí Siméon por niño. No se percibe el sentido etimológico de la palabra «vientecillos.» Acaso la significación sea metafórica; pero no acertamos á encontrarla. 








Fuente:

Robelo, Cecilio. Diccionario de la Mitología Nahoa. Imprenta del Museo Nacional México, 1905. pp. 168-171

Para ver imágenes del hallazgo del adoratorio de Ehécatl, entra aquí. Sobre las ofrendas encontradas durante la excavación para el Metro, entra aquí.