viernes, 2 de abril de 2010

El Altar de Dolores: Te invito a conocer mi “incendio” del Viernes Santo


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Esto era una idea que tenía atravesada desde hace muchos años, tantos que no se exactamente cuantos, mínimo 45. Era muy niño cuando, una vez, un Viernes Santo entré a casa de mi abuela, doña Trini, a la cual yo solamente aparecía en domingo o el día de mi santo, pero algo había sucedido esta vez que en viernes estaba allí. En aquel recibidor con sus muebles rojos, que me eran muy familiares nada nuevo había, pero al entran en el corredor quedé impactado de ver un altar, muy sencillo, pero el primero que veía en mi vida que se le dedicaba a la Virgen de Dolores. Eso quedó grabado en mi mente con el mismo fuego de las velas que tenía encendidas.


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Y como uno de los objetivos de mi vida, (luego del pavoroso accidente que tuve hace ya tres años, en estas fechas precisamente), es el no quedarme con absolutamente nada sin realizar de todo lo imaginado, pues me di a la tarea de averiguar qué, cómo, cuándo, dónde y porqué del Altar de Dolores, eso ya lo leíste hace unos días aquí, pero, ahora te presento los resultados de lo que fue mi experimento del “Incendio”.


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Se le llamaban incendios porque en el siglo XIX no había casa que se respetara que no pusiera su Altar de Dolores por estos rumbos del Bajío, cada altar era en la espectacularidad de que el ingenio y los recursos económicos dejaran al creador expresarse. En la época la luz nocturna era poca, la iluminación se hacía con velas y era característico del Viernes de Dolores, el ver algunas casas, las ricas, evidentemente, que reflejaban tanta luz de sus altares que la gente pensaba se estuviera incendiando.


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Para que un incendio fuera tal había algunos trucos: poner las velas detrás de ánforas de vidrio, llenas de agua coloreada que magnificaría la luz. También se recurría a las esferas azogadas, que no son otra cosa que unas bolas, tan grandes como la pelota de boliche que es de vidrio y azogue, el azogue es lo que conocemos como mercurio, y en ellas también la luz se reflejaba. Se incluía en el incendio las banderitas de papel dorado, que deberían ser siete, pues siete fueron los Dolores de la Virgen, y el papel metálico también refleja la luz de la vela.


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La siembra era el que muchos dicen “pastito” que no es otra cosa que el trigo luego de 15 días de crecimiento y cuidados. En el que te estoy presentando incluí maíz y chile, sale de sobra decir que nuestra comida en México está basada en esos productos. Verás la naranja agria y los limones que nos recuerdan el amargo corazón de María en estos días. Verás el color morado presente en todo el decorado pues significa el dolor y la penitencia. Veras, si es que eres un buen observador, que este altar es una exaltación a la vida, la vida que renace en la primavera, verás los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego. Verás cuan maravillosas fueron las fusiones de las antiguas tradiciones mexicanas con las impuestas por los evangelizadores europeos.


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En el largo pasillo del lugar donde me facilitaron para armarlo, se instaló un recibidor, el cual tenía una “alfombra” de manzanilla, para que con el aroma entráramos en el ambiente. Luego había una estación en donde un algodón impregnado con agua de azahares nos invitaba a reflexionar en los Dolores de la Virgen, luego caminábamos por las cinco estaciones del Rosario Doloroso para llegar finalmente al altar. Te presento, pues, mi “incendio”, mi Altar de Dolores, mi altar a la vida, a la comida, a la renovación… te presento mi rescate a las más profundas tradiciones que, lamentablemente, estamos perdiendo. Y todo esto te lo puedo presentar gracias al apoyo en contante que recibí de Carlos Arámburo, Armando Álvarez y Pavel Novales, entrañables amigos que viven en Los Cabos. Voila:
















3 comentarios:

  1. Sin palabras, esto es espectacular... Jamás ví alguno.

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  2. Me ha encantado esta entrada ha llenado mis sentidos y me ha hecho recordar los altares de mi pueblo,del hermoso pueblo donde nací y que también se le decián monumentos.
    Y es que al lado de mi fe está el gusto por todo aquello que la naturaleza nos brinda especialmente por las flores,pero también admiro a quienes reciclan y ese altar de botellas está maravilloso.
    Gracias Benjamín por tantas cosas hermosas que nos presentas.
    Saludos
    Nelly

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  3. Hace años que no voy en Viernes de Dolores, es muy grato recordar esos altares. Muchas gracias por compartirlo y por enseñarme el significado de su simbologia, que hasta hoy desconocía. Parece que fue ayer cuando tomaba agua de limón o comía nieve de zapote en algún altar o me enfermaba por las donas que mi madre y mi abuela prepararon para un viernes de Dolores e insistí en comerlas crudas.

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