martes, 18 de diciembre de 2012

De cuando hubo la idea de plantar olivos en México.

 Hace cuatro décadas diariamente iba de Salamanca a Irapuato, la carretera era estrecha, no había tanto tránsito, la cruzaba de lunes a viernes de ida a las siete de la mañana, de regreso a las dos de la tarde. La razón era que allá, en Irapuato, cursé el tercer año de la Secundaria, tiempos no tan gratos, por cierto. Una de las cosas que me intrigaban era ver en el camino, antes de pasar frente al Campo Militar, de lado izquierdo un paraje llamado "Ciudad de los Olivos". En él alineados se veían cientos de árboles de olivo que nunca supe cuando los plantaron. Algunos años después apareció allí el Centro Nacional de Cunicultua, en ese sitio había un restaurante en donde la especialidad, claro es, era el conejo. Aquella vez que paramos con mi mamá a comer, yo no lo hice pues comerme un conejo como que estaba, y sigue estando, fuera de mi entendimiento.

 Y fue hace algunos años que, leyendo los informes presidenciales en busca de datos para armar la Historia del Turismo en México di con un detalle que me llamó sobremanera la atención: el día en que fue creada la Comisión Nacional del Olivo. "Se crearon la Comisión Nacional del Café (...) y la Comisión Nacional del Olivo para aumentar nuestra riqueza de aceites". Esto lo dijo Miguel Alemán Valdés en su Cuarto Informe del 1 de Septiembre de 1950, para el año siguiente, 1951, fueron creadas, además de las dos Comisiones mencionadas, las del Maíz, de la Lana y de la Caña de Azúcar. En su Sexto Informe, Miguel Alemán da un dato contundente en torno al olivo: "se han importado doce millones de raíces aéreas y sarmientos de olivo. Tres y medio millones para la Comisión Nacional del Olivo, y el resto para la iniciativa privada". (1)

 Olivos los había visto, además de los que te comentaba de "la ciudad de los Olivos" en Irapuato, los cuales, -por cierto, están secos en su mayoría-, una vez en el convento franciscano de Tzintzunzan, la antigua capital purépecha y en San Xavier, misión jesuita de la península de Baja California. Sabía que aquí, en Salamanca, la que fuera hacienda agustina de El Molinito el molino era de olivas, así como el Molino de Sarabia, muy cerca de Salamanca, en el municipio de Villagrán, fue un olivar que, por mandato del Rey, se taló, como se talaron todos los olivos de Nueva España cuando, temerosos de los precios (e ingresos) que los criollos pudieran dar al producto, decidieron prohibir la producción de aceite de olivo. Si el tema de la prohibición te interesa, entra aquí.

 Sobre la Comisión Nacional del Olivo no encontré más datos que: fue creada por decreto del 22 de marzo de 1950, registrada el 5 de marzo de 1952, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 25 de julio de 1952. Su director general fue el sinaloense Guillermo Liera Berrelleza (1905-1986)  que fue ingeniero de profesión. De cuándo terminaron las funciones de la Comisión Nacional del Olivo o cuándo fue cancelada, eso no lo sé... desapareció, quizá durante el sexenio de López Mateos 

 Con todo este panorama llegué recientemente a conocer -por fuera- la Hacienda de El Tunal, recordarás te comenté que fue allí a donde llegó el cura Hidalgo, cuando fue nombrado Sacristán Mayor en la Parroquia de Apaseo para resolver un problema de pago que el dueño de la hacienda con el Colegio San Nicolás. Me bajé del camión frente a la escuela primaria rural, pregunté para dónde quedaba la hacienda y de pronto noté una serie de árboles todos alineados que no correspondía a lo que habitualmente se ve en un rancho. Me detuve justo frente a la escuela y pregunté ¿es un olivo? ¡í!, me dijo, -ya sabes, hay veces que no se dice sí sino solamente í-, ¿puedo entrar? pregunté, pásele, me dijeron y sí, en efecto, me encontraba en mitad de uno de los olivares plantados por la Comisión Nacional del Olivo en la década de los cincuentas. Cincuenta mil, luego me lo dijeron, cincuenta mil fueron plantados en aquella ocasión.

 El olivar fue prácticamente abandonado. Luego fue el reparto de las tierras ejidales del Tunal y las calles se fueron trazando respetando a los olivos, las casas comenzaron a construirse entre olivos y allí están, no creo que todos los 50 mil sarmientos hayan prosperado, pero al caminar por el ejido vemos por todos lados olivos y más olivos. Esta fue una auténtica sorpresa, dar fe de que, efectivamente, hubo una Comisión Nacional del Olivo y que se pretendió volver a México como un productor de aceite de oliva...










Por si te preguntas cómo se llama la calle principal del ejido, pues sí, efectivamente: Calle Olivos.

6 comentarios:

  1. Qué noble es la tierra del Bajío... Felicidades por este espíritu de investigación que nos permite ahora leerte. Las fotos y textos, como siempre, grandiosos.

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  2. QUE BUENA HISTORIA, TAMBIEN SERIA BUENA HISTORIA CONTAR SOBRE LOS TLALPEÑOS. GRACIAS A ELLOS TIENE LOTES EN LOS OLIVOS LOS DEL TUNAL.

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  3. Mi abuelo se llamó;Celso Arredondo Alvarez, su padre Dionisio Arredondo Negrete y el padre de este último; Atanasio Arredondo Prieto. Nacio en Rancho san Diego cerca de Silao Gto. el 6 de abril de 1892. tuvo un hermano de nombre Hilario Arredondo y este a su vez una hija de nombre Luz Maria quién es abogada. Si le es familiar alguno de estos nombres le ruego ponerse en contacto conmigo; Sergio Enriquez Arredondo sergioea07@gmail.com. gracias de antemano...

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  4. Ana Lilia Castañeda Manrique6 de septiembre de 2014, 22:38

    Don Pedro Castañeda León fué un gran visionario y quien pomovió la plantación de olivos en Irapuato.En la actualidad aún existe el olivar con aproximadmente 9000 árboles de las variedades cornicabra,sevillana y misión

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  5. Muy interesante! Ojala se pudiera rescatar algo!

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  6. Por eso al Ing. Guillermo Liera Berrelleza le quedó el apodo del apostol del olivo

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