El tema de Haciendas ha sido recurrente en este Bable, y, en buena medida, es éste el tema que dio origen a la publicación del blog. A la fecha son 186 los artículos que sobre el apasionante tema de las Haciendas de México hemos publicado, el de hoy encierra un gusto y sabor especial pues trata sobre una Hacienda que hubo en Salamanca de la cual poco queda, incluso son pocos los salmantinos que saben sobre ella. El acceso a ella si bien no es fácil, tampoco es difícil o complicado, es cosa de estar en excelentes condiciones físicas o tener un buen vehículo, de preferencia del tipo todo terreno, para llegar sin contratiempos hasta esta zona que, en artículo anterior, califiqué como la zona "paradisiaca" de Salamanca. La Hacienda a la que me refiero es a la de Dos Ríos.
Al hablar de ella, de Dos Ríos, estaremos hablando de otras haciendas o ranchos más. Hablaremos también de algo que es una auténtica curiosidad, pues sin quererle quitar mérito alguno al Valle de Santiago y sus 7 luminarias, que no son otra cosa que volcanes extintos, debemos corregir que no son 7 sino 12, y que 11 están en el Valle, pues 1 se ubica en Yuriria, lo curioso está en que hay dos más, y están en Salamanca. Para ubicarnos mejor debemos agregar que a esos volcanes se les conoce más bien por el nombre de hoyas, aunque hay quien les dice joyas, al final es lo mismo, un hoyo dicho en femenino, y que refiere al cráter de un volcán. Pues hay dos joyas en el norte de Salamanca: la de Cortés y la de Villafaña, y esas dos joyas (1) están asociadas a lo que fue, en su momento una sola propiedad: la de Dos Ríos.
El documento más antiguo que contamos en Salamanca es el que nos ofrece Carrillo Cázares (2), en él hace mención de un Rancho cuyo nombre es el único que podemos asociar a la región norte del actual municipio de Salamanca, se trata del Rancho de las Joyas que en 1683 contaba 16 habitantes. Así que, podemos decir que al finalizar el siglo XVII al que considero como el periodo formativo de la Villa de Salamanca y su partido, el norte estaba más bien poco poblado, pues los asentamientos de mayor número están, obviamente, en las cercanías de la villa y más rumbo al sur en donde las tierras eran más pródigas y, sobre todo, planas.
El siguiente registro al que hemos tenido acceso es el que Isabel González Sánchez rescata en su obra (3) y que está fechado en 1754, para entonces la región central del Bajío era reconocida como la de las mejores tierras del reino, había una buena cantidad de ranchos y hacienda, y la zona norte ya presenta una considerable población. Aparece ya el nombre de Dos Ríos, no como Hacienda sino como Puesto, lo cual quiere decir que era éste paso notorio de un camino, uno de los tantos caminos por los que se llegaba del Bajío a las minas de Guanajuato. Y el registro indica que el Puesto de Dos Ríos junto con la Joya de Sandobal contaban 167 habitantes, además había cercano, un rancho de nombre San Lucas en donde 6 personas vivían.
Más adelante, en el mismo siglo XVIII, en 1782 encontramos un dato que Rojas Garcidueñas (4) comenta relacionado a su familia pero que nos dice mucho sobre la posesión de Dos Ríos: "...debe tenerse en cuenta que las considerables diferencias de las diversas nóminas de ranchos se deben a varias causas, unas, que algunos lugares desaparecen al quedar absorbidos por crecimiento de otros (...) otras veces el proceso es a la inversa: haciendas que se dividieron en varios ranchos formando varios núcleos de población, por ejemplo Dos Ríos que hoy tiene población muy reducida la tuvo grande, porque formaba una propiedad con las Mesas de Acosta, el Jagüey, Don Lucas y otras hasta la Joya de Villafaña. Así consta en documentos de mi propio archivo, como en el testamento e inventario de bienes de don José Antonio Almanza, de 1782, cuya hija María Egipciaca y su marido don Teodoro Gutiérrez fueron bisabuelos de mi abuela materna doña Marina Gutiérrez de Garcidueñas".
El mismo dato, ese de que la propiedad ya estaba dividida y con distintos dueños, lo volvemos a encontrar en el documento que en plena guerra de Independencia, se levanta el comandante Antonio Linares (6), en el cual anota que Los Dos Ríos, Cañada de los Ortegas, Mesas de Acosta y Don Lucas son de varios dueños y están en el dominio de ellos mismos, lo cual quiere decir que no están tomados ni por realistas ni por insurgentes.
Ya para los tiempos de Su Alteza Serenísima, el general Antonio López de Santa Anna, se levanta un censo que es el documento más detallado que hasta el momento he encontrado sobre las Haciendas de Salamanca, lo he intitulado "Recaudador Subalterno" (7) por comenzar así cada hoja en donde se asientan los datos de cada propiedad. En él vemos que la Hacienda de los Dos Ríos es propiedad de Josefa Gutiérrez, tiene una superficie de 30 caballerías y media y está valuada en 5,710 pesos. En el mismo expediente encontramos los datos de las otras propiedades que se fueron desprendiendo de una enorme posesión que hubo originalmente:
Primero aparece la Hoya de Cortés con 30.75 Caballerías de tierra cerril, valorada en 3,075 pesos, propiedad de Ignacio Machuca. La Mesa de los Mosqueda, con 7 caballerías y media, propiedad de José María Mosqueda y un valor de 3,235 pesos. La más grande de todas era la Joya de los Villafaña, conocida también como San Adnrés de los Dos Ríos, con 41 caballerías de tierra de diferentes calidades, un valor de 8,044 pesos, propiedad de Pedro Villafaña.
Se proclaman las Leyes de Reforma, todos los hacendados tenían deudas con el clero, algunas haciendas siguen en propiedad de los mismos dueños, otras pasan a diferentes manos, para 1864 (8) la Joya de Cortés pasa a propiedad de Isidra Gallegos, tenía un valor de 2,000 pesos pues se había ya dividido de San Andrés. La Joya de Villafaña sigue en propiedad de José M. Villafaña valuada en 8,000 pesos, la de Dos Ríos continúa en manos de Josefa Gutiérrez con un valor de 5,700 y una pequeña fracción de la misma es ahora de Mateo García con un precio de 200 pesos. La Mesa de los Mosqueda continúa en propiedad de José M. Mosqueda y un valor de 3,200 pesos.
Concluida la invasión francesa y restaurada la República comienza un periodo que se puede considerar como el principio de la estabilidad en el desastroso siglo XIX mexicano, el primer censo formal que se levanta es el de Antonio Peñafiel (9), en él sabemos de sus habitantes pero no de los propietarios de los ranchos y haciendas. Vemos que al inicio de la llamada "Pax Porfiriana" el norte salmantino tenía una considerable población, tanto así que en Cañada de Ortega se había ya establecido una Vicaría y, siendo que el punto más conocido era el de Dos Ríos, la Vicaría llevaba el nombre de los Dos Ríos y no el de Cañada de Ortega.
La población en la Hacienda de Dos Ríos era, en ese año de 1887, de 406 personas. En el Rancho de la Joya de Villafaña de 468. En el Rancho de Cañada de Ortega de 421 y en el Rancho de La Joya de Cortés de 48 habitantes.
Estando por finalizar el siglo XIX, en 1899, se daría el último de los informes detallados (10) de las propiedades rurales en Salamanca, en él la Hacienda de Dos Ríos se registra con un valor de 5,495.24 pesos y una superficie de 237 hectáreas. La Cañada de Ortega estaba valorada en 3,285.23 pesos, con una superficie total de 506 hectáreas. La Joya de Villafaña en 6,076 pesos en 189 hectáreas y la Joya de Cortés en 6,662 pesos con 118 hectáreas. Una de las razones por las cuales Dos Ríos se había depreciado era porque sus terrenos eran esencialmente del tipo cerril.
Cañada de Ortega adquiriría la categoría de Congregación y Dos Ríos iría bajando en número de pobladores al grado de que, en la actualidad, de lo que queda en aquella grandiosa hacienda en pie es poco, solo unas cuantas paredes y un panorama extenso que nos dice que allí, hace un par de siglos hubo una gran prosperidad.
Fuentes:
1.- González, Pedro. Geografía local del Estado de Guanajuato. Editiorial la Rana. Guanajuato, 2000. p.18
2.- Carrillo Cázares, Alberto. Partidos y padrones del obispado de Michoacán. 1680-1685. El Colegio de Michoacán. Zamora. 1996. pp.415-427
3.- González Sánchez, Isabel. El obspado de Michoacán en 1765. Comité Editorial del Gobierno de Michoacán. Morelia, 1985. pp.302-305
4.- Rojas Garcidueñas, José. Salamanca, recuerdos de mi tierra guanajuatense. Editorial Porrúa. México, 1982.p.165
5.- Castro Rivas, Jorge Arturo. Relación histórica de la intendencia de Guanajuato durante el periodo de 1787-1809. Universidad de Guanajuato. Guanajuato. 1998. pp.162-163
6.- Archivo Histórico Municipal de Salamanca. Gobierno. Censos y Padrones, Caja 84. Leg.1
7.- Ibid. Leg. 4
8.- Ibid. Exp.13
9.- Peñafiel, Antonio. Estadística General de la República Mexicana. Ministerio de Fomento, México, 1887. pp.141-154
10.- Archivo Histórico Municipal de Salamanca. Gobierno. Estadística. Caja 272.