sábado, 1 de noviembre de 2014

Prehispánica, Virreinal, Revolucionaria, Actual: La muerte siempre presente en México.

   Hoy, 1° de Noviembre de 2014 es el Día de Todos los Santos, estamos en plena víspera del Día de los Fieles Difuntos, nombre con el que marca la Iglesia Católica al segundo día del mes; familiarmente conocemos mejor a esta festividad como el Día de Muertos. Estoy en la ciudad de México, en un Internet público en la calle de Puente de Alvarado, junto a la estación del Metro Revolución y justo a un costado de mi arden un par de velas en el Altar de Muertos que aquí levantaron. Al momento he visto varias docenas de Altares, algunos de ellos monumentales, otros espectaculares, unos más muy tradicionales, otros un poco sui géneris; cada quien interpreta al altar como buenamente puede pues si algo tenemos en nuestra cotidianidad es la muerte, tan es así que hay quien venera a la Santa Muerte, como lo vemos en la fotografía que tomé por el rumbo de Iztapalapa.

    Esa mezcla de ritos, que van de lo prehispánico, pasando por los acentos que la evangelización les dio y que luego fueron adquiriendo tintes según la producción que cada región de México tiene, algunos tan generalizados como el Pan de Muerto, que nos habla algo del Teoteco, el acto de comer al dios, según la tradición del mes... no recuerdo cual, en Tonalpohuali, calendario ritual de nuestros ancestros.

    La muerte toma otro tinte en la actualidad, se vuelve totalmente festivo, ahora, que me siento frente al ordenador, luego de caminar desde las 10 de la mañana por el centro histórico de la ciudad de México, si hay algo que he visto, eso es pura fiesta, cientos de catrinas, música, disfraces que se van entretejiendo entre la otra festividad, la del Halloween pero que va adquiriendo los matices propios de lo mexicano.... v.g. (vervigracia) la ya mencionada Catrina, hasta ahora nadie me pidió "mi halloween", pero si me han pedido "mi calaverita".

    Pero vamos por partes. ¿Que hay representado en el Altar de Muertos? Pues, partiendo de lo que el año pasado, analizando lo más a fondo que pude el concepto llegué a una conclusión. Afirmaba que ese altar estaba asociado al número 9 y todo lo que ello conlleva, pero al leer a Clavijero en su Historia antigua de México, encontré que más bien va asociado al 7, el menciona de siete estratos antes de llegar al Mictlán, y si agregamos la propia entrada (el acto de morir) y el acto de llegar, tenemos ya los dos episodios que nos dan el 9. Lo que vemos en la imagen en la representación del Chicomoztoc, chicome quiere decir 7, se trata de las siete cuevas, lo que veo allí es el acto de nacer, me da la impresión de que allí se representa un parto, una expulsión, en este caso el Chicomostoc nos dice del origen, de donde comenzó la mítica peregrinación.

   Dejo allí la idea, no tengo mis apuntes a la mano para marcar lo que Clavijero escribió, basándose en los primeros documentadores de las más antiguas tradiciones, pero, él habla de siete eventos que se van desarrollando en el camino al Mictlán, no marca nueve.

   Y la muerte, también festiva, pero vista desde una óptica distinta, la europea, al asentarse en México toma esa solemnidad que se quiere mezclar con el Altar de Muertos que conocemos. Esto que vemos en la imagen es el catafalco levantado, creo en la Catedral en el año de 1666, en conmemoración al rey de las Españas (entonces México era parte de esas Españas), Felipe IV.

    Años antes, pocos luego de la conquista, hubo unas exequias tan, pero tan solemnes que se ordenó que todos llevaran luto por seis meses, pues Carlos V había muerto el 21 de septiembre de 1558, la noticia no llegaría a la Nueva España, hasta el año siguiente, y el catafalco que vemos en la imagen se colocó en el más suntuoso templo que entonces había: el de San José de Belén de Naturales, en lo que ahora es parte del templo de San Francisco por el andador Madero.

   Túmulo levantado en la Catedral de México para las exequias de la reina de España, Isabel de Farnesio, en 1767.

   Las últimas exequias reales, con todo y su catafalco, se hicieron en México en 1819, pues la reina de España, Doña María Isabel Francisca Braganza de Borbón había muerto el 26 de diciembre de 1818 a los 21 años, dejando viudo al rey, Fernando VII.

   La muerte presente en la abundante producción de murales. En este caso en la Capilla del Cerrito de la Villa de Guadalupe, obra del artista Fernando Leal.

    El siglo XIX estaría lleno de exequias de todo tipo, unas suntuosas, como las de la pierna del general Antonio López de Santa Anna, otras en el misterio, como las del Emperador Maximiliano, ni que decir de las exhumaciones y honras que se hicieron a los restos de Hidalgo y los demás caudillos de la Independencia, pero nos brincamos esos episodios pues imágenes relacionadas a ello no tengo, en cambio, ya en el siglo XX, ese culto a la muerte, a los muertos, a sus reliquias y, conscuentemente a su memoria abunda. Lo que vemos en la imagen son las ropas que Madero y Pino Suárez llevaban el día en que fueron asesinados.

   Estas eran las ropas que Emiliano Zapata llevaba el día en que fue asesinado...

   Estos fueron unos huertistas masacrados en Ocotlán, Jalisco, y con esta imagen entendemos más claramente aquello del "petatearse".

   Lo que Álvaro Obregón llevaba el día que fue asesinado.

   Y esta la pira funeraria que se le levantó a Obregón en el Campo Marte, ciudad de México.

   Y para concluir esta serie de imágenes que nos remiten a ese extraño culto que a la muerte, los restos y las reliquias tenemos en México, se trata del pantalón que Venustiano Carranza llevaba el día en que fue asesinado.

   Luego del 18 de febrero de 1913, cuando ocurrió el episodio que conocemos por Decena Trágica, algunos de los cadáveres de los allí muertos, fueron incinerados en los llamados "llanos de Bablbuena".

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