domingo, 19 de febrero de 2017

Lo poco que queda de la Hacienda de Matancillas, Ojuelos de Jalisco.

   No recuerdo bien el dato, pero el número era cercano a los 9,000... tremendo, enorme, grande... se trataba el número de haciendas que había en México en el momento cumbre del gobierno -o de los gobiernos- de Porfirio Díaz, un numero casi aterrador en el sentido de que era demasiado grande y, la pregunta es: ¿qué queda de ello? es por eso que me aterroriza pensarlo. El diez por ciento serían 900, creo son demasiadas, el 1% serían 90... creo son más las que siguen en pie... digamos que solo quedan el cinco por ciento: 450... en todo el país. Triste.

   Pues sí, esta historia es triste, triste para quienes somos atraídos por lo viejo, por lo añoso, por lo que guarda una historia. Quizá sea un número triunfalista por los activistas sociales pero... ¿destruir para repartir? ¿es eso ser un buen Revolucionario? Creo que no, pero no me meto en filosofías, solamente veo lo que fue, lo que sucedió y lo que es es nuestros días. Del futuro, la verdad, ni quiero pensar.

   He visto algunas haciendas extraordinarias, dignas... incluso una vez lo comparé con envejecer con dignidad, una vez imaginé una hacienda destruida igual que una persona, un "don" como ahora se les dice (a mi me han dicho -me lo siguen diciendo- "don"), así pues, don quiere decir viejo, añoso... pero una cosa es un don y otra un Don, creo estamos ante una hacienda en minúscula. Vieja, cargada de años y de historia de la que ya solo quedan unas paredes que son más bien ruinas. Siendo que detrás de ella, hace cosa de un siglo, había una historia magna.


   Se trata de la Hacienda de Matancillas, en el municipio de Ojuelos de Jalisco, una de las doce que formara el imperio del Mayorazgo de Rincón Gallardo. Sobre el término Mayorazgo lo hemos visto ya, ese Mayorzazgo era de la familia Rincón Gallardo, con sede en la Hacienda de Ciénega de Mata, un portento, por cierto. Y leo:

   "En un principio, 17 de junio de 1861 [...] en Ciénega de Mata, don José María Rincón Gallardo expuso su voluntad de que el reparto [de su fortuna] contemplase que todos los hijos deberían recibir el valor de 150,000 pesos en bienes raíces y muebles, guardando para él la globalidad del ganado menor, las casas de México y los pasivos a favor de la casa pidiendo pastorear los ovinos en todas las haciendas y recibiendo de cada uno de los hijos 1,000 pesos anuales para su sustento.

   "Las haciendas que se segregaron [del Mayorazgo] fueron las siguientes: 1.- Los Campos; 2.- Matancillas; 3.- el Tecuán; 4.- Juachi y rancho de las Encinillas; 5.- la Troje; 6.- Ledesma; 7.- Ojuelos; 8.- Ciénega de Mata con la Presa; 9.- Jaltomate y Palo Alto; 10.- Santa María Gallardo; 11.- Chinampa y 12.- la Punta.

   "En junio de 1862, en la ciudad de León, se procedió a la partición integrándose un cambio a lo planificado anteriormente. Rosa Gallardo y Villamil que había recibido las Encinillas y Matancillas, conservaría ésta sola, y las Encinillas junto con Los Campos pasarían a Guadalupe [Gallardo y Villamil]

  "Luego, en julio de 1863 don José María Rincón revocó la concesión a su hijo José de la hacienda de Ledesma por haber abandonado la explotación directa y dedicarse al terreno de las armas contra la invasión del Imperio Francés (después la recuperará en 1868 en el momento que finalice esta contienda) e igualmente hizo con su hijo Pedro en agosto del mismo año.

   "El menor de los hijos, Eduardo Rincón y Rosso, aquel que recibió la hacienda de La Punta, fue el que heredó el título de marqués de Guadalupe Gallardo. Nacido en la ciudad de México, con lo que se rompía la tradición de los nacimientos en el casco principal de Ciénega de Mata, fue bautizado el 2 de diciembre de 1848 falleciendo en París el 1 de enero de 1906. Contrajo matrimonio con María Refugio Romero de Terreros, segunda duquesa de Regla alcanzando la dignidad de Grande de España en 1844. Fue, por lo tanto, el primero de la familia que no llevó aparejado el título nobiliario de la vinculación y unicidad de las haciendas" (1).

   Y esto es lo que queda de la Hacienda de Matancillas... puras ruinas.







Fuente:

1.- Alcaide Aguilar, José Fernando. La Hacienda Ciénega de Mata. Un modelo excepcional de latifundio Novohispano. Universidad de Guadalajara, 2004. pp. 326-327

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