viernes, 9 de enero de 2009

Del atún de Cabo San Lucas y de la pluma de John Steinbeck.


  Soy originario del Bajío, de Salamanca en Guanajuato, el mero ombligo de México, el mar siempre estuvo distante para mí; tuvieron que pasar muchos años para conocerlo. Sin embargo sus magníficos productos siempre los consumí, los pescados que llegaban a Salamanca, en la época de cuaresma venían del Golfo, y las exquisitas empanadas de atún que en casa mi madre preparaba me hacían ver que el atún venía en latas y que las que se consumían en ese entonces eran las del Atún Pando.

  En esas latas, redondas, más bien chicas, leía en su etiqueta y veía que ese atún era empacado en Cabo San Lucas, en la lejana península de Baja California, jamás imaginé que una buena parte de mi vida la pasaría aquí, en el lugar donde el mejor atún de la región se produce.

  Elías Pando fue un visionario español que aprovechó a la perfección el momento que le tocó vivir. Sus empresas, hasta donde se, además de empacar atún y otros productos del mar hacían jabones de tocador. Deliciosos, de envolturas gris y rosa.

La empacadora de atún fue la que le dio vida a Cabo San Lucas, fue la que hizo prosperar Don Luis Bulnes y fue la que en su momento, 1950, el Premio Nobel de Literatura, John Steinbeck nos narra en su obra Por el mar de Cortés, editorial Altair Viajes No. 67:

“Cuando la pesca estuvo distribuida y clasificada, nos dirigimos a visitar la fábrica de conservas, y mas tarde, con Chris, el gerente, y el señor Luis, el capitán del puerto, nos fuimos en coche a la pequeña ciudad de Cabo San Lucas. Era una población triste, porque durante el invierno, una tempestad la había destruido en una sola noche. El oleaje había arrasado las casas, y las calles parecían ríos enfurecidos.

- Entonces no había tejados sobre las cabezas de la gente – decía el señor Luis con excitación -. Los bebés lloraban y no teníamos comida. Todo el mundo padecía.

La carretera de la ciudad, llena de polvo y con baches, nos hacía saltar dentro del camión de la fábrica de conservas. A ambos lados, los cactus y los arbustos espinosos se calcinaban al sol. Al fin, nos detuvimos delante de una lúgubre cantina, donde unos cuantos jóvenes merodeaban esperando que sucediera algo. Esos guapos muchachos habían esperado largo tiempo –generaciones enteras- que ocurriera algo. En sus ojos no había esperanza. La tormenta del invierno había sido discutida tantas veces, que ya estaba gastada, y además todos sabían lo mismo acerca de ella. Entonces aparecimos nosotros. El camión paró frente a la puerta de la cantina, y salimos nosotros –extraños extranjeros- formando el grupo de aspecto mas estrafalario que había ido nunca allí.

No existe nada más lúgubre que una pequeña cantina. En primer lugar, está llena de gente que no tiene ningún dinero para tomarse una copa, y que permanece allí esperando un milagro que nunca sucede: que un ángel de alas doradas se instale en la barra y ordene bebidas para todos. Esto no ocurre nunca, pero ¿cómo lo van a saber estos tristes muchachos? ¿Y si sucediera alguna vez y ellos no estuvieran allí? Por eso se apoyan contra la pared, y se sientan en el suelo cuando sale el sol. De vez en cuando, salen y se van a comer a sus casas, pero en esos intervalos se sienten impacientes porque el ángel puede llegar. Su fe no es fuerte, pero es permanente.”




   En este libro, Steinbeck que ya había pasado una larga temporada en La Paz, por demás fructífera, pues gracias a ello surgió el argumento de la novela La Perla que fue llevada a la pantalla y de la que hablaremos con detalle en otra ocasión, viene a ver al mar de Cortés, desde el punto de vista científico pues hace una serie de mediciones en cuanto a vida marina se refiere, específicamente de conchas.

   El libro Por el mar de Cortés es altamente recomendable para quienes quieren leer algo de la pluma de este extraordinario escritor norteamericano y que nos da la nostalgia de los años cincuenta en la Baja California Sur.

   Pero ¿Qué mas hay con el atún? Pues que además de ser una especie que nos provee de una buena cantidad de turistas al año, sigue siendo un magnífico negocio para el Grupo Pando pero ahora bajo la marca Calmex que tiene su planta de producción en Puerto San Carlos.

   En la actualidad, que buscamos proteger mas nuestra salud y las cosas que comemos, siempre oímos acerca del atún aleta amarilla, pero no solo hay ese tipo, son 8 los que conforman las variedades de Atún del mar de Cortés: Blanco, Azul, Negro, Amarillo, Patudo, Barrilete, Bacoreta y Bonito.

Grupo Pando tiene un sito que a mi juicio es de una creatividad enorme pues nos ofrece una visión del producto tal cual es, es decir, en su lugar de origen, los invito a entrar al sitio del atún sonorense Yavaros, es digno de un reconocimiento a la creatividad:

4 comentarios:

  1. Hablando de Atunes, uno de los mas solicitados en Japon, Estados Unidos y Europa, es el Atun de Aleta Azul, que es muy prolifico en la region de la California Mexicana.
    El especimen mas caro que se ha subastado en Japon, donde lo utilizan para sushi, fue al rededor de los 100,000 (Cien mil) dolares.

    Y en Mexico le hacemos el feo... :S

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  2. Benja está padrísimo el sitio de Yavaros... gracias! me encanta tu blog!!! Felicidades!!!

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  3. me puedes explicar lo de guapos muchachos?? eres hombre o mujer???

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    Respuestas
    1. Estimado Anónimo:

      La pregutna para quién va? yo, Benjamín Arredondo, quien esto escribe soy de género masculino. Ahora bien, te recomiendo vuelvas a leer el texto para que veas que tu pregunta no tiene sentido pues, como la cita va entrecomillada eso significa que es una referencia y si ves con más atención la referencia dice que eso que tú leiste y que tanta INTRIGA te causó; la escribió, ni más ni menos que John Steinbeck, Premio Nobel de literatura 1964... es decir, para responder a tu pregunta, John Steinbeck era hombre.

      Saludos

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