sábado, 3 de julio de 2010

Las Haciendas de Beneficio en Marfil, Guanajuato

Así como médicos e ingenieros, en la actualidad tienen una especialidad que los hace conocer a profundidad una específica materia dentro del campo que se desarrollan, así lo tuvieron las haciendas, dependiendo de su vocación y, en buena medida de su ubicación geográfica. Así vemos que en Yucatán prosperaron las que explotaban las fibras del henequén, dando paso a las espléndidas Haciendas Henequeneras. En Hidalgo lo fueron las que se dedicaron a la producción del pulque y aquí, en el Bajío, lo fueron igual las ganaderas, que las agrícolas y las de beneficio.


“La segunda fase de la producción minera era el beneficio, que consistía en separar y obtener los metales preciosos en forma pua. En la minería novoshispana se usaron fundamentalmente dos métodos de refinación: el de fundición y el de amalgamación.


El primero resultaba ser muy efectivo cuando los minerales tratados contenían altas leyes. En Guanajuato este método fue muy socorrido sobre todo cuando extrajeron minerales de las vetas que afloraban en la superficie o que eran muy ricos. Pese a que el beneficio por la fundición tenía la gran ventaja de obtener el metal procesado en un lapso de veinticuatro horas, resultaba costoso por los componentes químicos requeridos, por la gran cantidad de leña y carbón vegetal que consumía y sobre todo porque se perdían importantes residuos del metal buscado”. (1)


Marfil se encontraba un par de leguas antes de llegar a Guanajuato, ya dentro del lomerío que forman la Sierra de Guanajuato y de Santa Rosa, su nombre es evocador, quizá fue que en el siglo XVI, cuando las mercancías venidas del lejanísimo oriente llegaban al territorio virreinal incluían dentro de sus más preciadas variedades los marfiles. Tal vez sea ese el motivo por el cual se le nombró marfil a Marfil, un lugar preciado, valioso, y si que lo era, allí se procesaba la riqueza que a flor de tierra aparecía por la veta que fue, en buena medida, la base de la riqueza de la Corona española, solo que, así como lo relata don Pedro González:


“Al penetrar a la ciudad por primera vez, lo que se ocurre preguntar es lo concerniente a las minas, con la intención de visitar las mejores, sin que el neófito sepa apreciar en qué consiste la bondad de ellas, sus edificios, sus máquinas, su sistema de trabajo y su estructura. La población y el puente de Marfil, por aquello de la antigua esplendidez de las minas, son algo como figuras de encantamiento, algo que se espera ver tan grandioso, según es la legendaria fama de Guanajuato por sus riquezas… construcciones altísimas y por lo pulidas, muy relucientes; un río encajado entre espléndidas barrancas, llenas de vegetación exuberante; ganados henchidos de gordura y cuidados con esmero, en granjas de experiencia caprichosa, que bordarían las márgenes del río; clima encantador y aire purísimo, para respirarlo a pulmones abiertos; muchos y grandes establecimientos comerciales; los operarios y sus mujeres, cuidadosamente vestidos, derrochando sedas y adornos de metales ricos…” (2)


De los muchos visitantes que tuvo Marfil, hay uno, el inglés Ward que nos deja testimonio de lo que vio en aquel 1827, cuando el recién independiente México comenzaba a reflorecer: “La comarca entre Burras y Guanajuato no tiene interés y del pueblo no se ve nada hasta llegar a la puerta de Marfil, lugar por donde se entra al suburbio del mismo nombre. Las casas siguen por casi una legua la dirección de la cañada, a ambos lados de la cual hay una larga hilera de haciendas de plata, entremezcladas con casas que varían en altura y forman según la naturaleza del terreno. En un lado existe una acera elevada para peatones, pero los coches y los animales de todas clases, siguen el lecho del río, por el que, en la estación de lluvias, fluye ocasionalmente un torrente de peligrosa impetuosidad”. (3)


En ese particular modo de describir las cosas del salmantino más distinguido de los últimos años del XIX y primeros del XX, don Pedro González, nos crea una agradable confusión, pues su descripción de Marfil continúa de la siguiente manera “Al sentir que el coche produjo un ruido tenebroso, sabe por un compañero de pasaje, que acababa de pasar debajo del puente de Marfil. Escribe trabajosamente por el movimiento del vehículo: “El puente de Marfil no es de marfil”…


“He pasado la plaza de Marfil… No hay granjas en los lados del río, sino grandes galerones techados con tejamanil. Muchos paquidermos de esos que cebándolos sirven para alcancía, andan removiendo el piso del río; pero ¡cómo vuelven irrespirable el aire estos bichos que hacen las fortunas de Chicago!, advierto que sin duda se hizo el pueblo de Marfil entre productos de cochinos. Estoy en la estación del Cantador, donde he preguntado al conductor del tranvía cuántos vigésimos le he pagado y cuántos le pagaré más para llegar al interior, porque la empresa es afecta a cobrar seguido, muy seguido…” Esta es una muy particular forma de describir lo que era realmente Guanajuato a finales del XIX, el escrito lo rescata Pedro González en la misma obra citada pero no hace mención de quién fue el incauto oledor de los cerdos.


“A medida que iba creciendo la población en Guanajuato, sus asientos de minas y numerosas haciendas de beneficio se iban transformando: sus cuadrillas se convirtieron en barrios, algunos patios en plazuelas, sus espacios en haciendas más pequeñas y en casas habitación. Ese crecimiento provocó que varias haciendas de beneficio fueran desplazadas hacia Marfil.


Actualmente las grandes haciendas de Guanajuato y Marfil han desaparecido, debido al cambio de métodos para beneficiar los metales. De su pasada existencia, solo han quedado como testimonio anchos y elevados muros de piedra, arcos botareles, acueductos, norias, alemanas y troneras de reminiscencia medieval. Estas ruinas junto con los templos de Guanajuato y la caja del río, con sus arcos y puentes, constituyen la arquitectura colonial propiamente dicha. Es una lástima que las haciendas se hayan destruido; en ellas transcurrieron las largas aras de trabajo de muchos de sus habitantes, consagrados a la minería”. (4)










Alguien por allí, de tierras queretanas, me preguntó acerca de las minas de Guanajuato, pues bien, aquí la lista:


Valenciana, Guadalupe, Tepeyac, Mellado y Sirena. Villalpando, Monte de San Nicolás y Santa Rosa. Rayas, Cata, Sechó, La Calera y San Rafael de América.


Espero que el dato te sea de utilidad!


Fuentes:


1.- Aguilar Zamora, Rosalía. Sánchez de Tagle, Rosa María. De vetas, valles y veredas. Ediciones La Rana. Guanajuato, 2002.


2.- González, Pedro. Geografía Local del Estado de Guanajuato. 1904. Reimpresión de Ediciones La Rana. Guanajuato, 2004.


3.- Ward, Henry George. México en 1827. FCE, Lecturas Mexicanas 73. México, 1985.


4.- Jáuregui de Cervantes, Aurora. Una hacienda y cinco fincas de Guanajuato. Ediciones La Rana. Guanajuato, 2001.



5 comentarios:

  1. Hola Benjamín, como siempre, muy interesantes tus viajes y descripciones. En cuanto a Marfil, creo que faltó comentar algo acerca de la llamada Presa de los Santos, de la que tienes fotografías, así como de la construcción de lo que hoy es un hotel de 5 estrellas. De cualquier forma, felicidades.

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  2. Estimado Sergio:

    Gracias por tu comentario, y, además, gracias por el dato, en efecto, se me pasó completamente hablar de la “pila”, como le dicen los actuales marfileños a la que es la Presa de los Santos, te confieso la verdad: no sabía su nombre.

    Como no me gusta modificar los artículos, agrego aquí una información interesante:

    "La Presa Los Santos alimentó, en su momento, las actividades de la hacienda de beneficio de Santa Ana y de Pánuco. Esta presa que se ubica en el kilómetro 3 de la carretera Guanajuato-Silao, a escasos 10 metros de la carretera vieja que conduce a Marfil, fue construida en la segunda mitad del siglo XVII.

    El 7 de noviembre de 1778 se terminó su construcción a cargo del maestro y director de albañiles, José Alejandro Durán Villa".

    Estos datos y más se pueden consultar en dos interesantes notas que sacó el periódico local Correo de Guanajuato. Aquí los enlaces:

    http://www.correo-gto.com.mx/notas.asp?id=102985

    http://www.correo-gto.com.mx/notas.asp?id=17305

    Hay una historia que, como sucede en Guanajuato, que las cosas se van relacionando con las tradiciones y la leyenda. Así pues, en torno a la Presa de los Santos hay una leyenda, la puedes leer aquí:

    http://www.chopperdigital.com/index.php?option=com_content&view=article&id=225:la-dama-de-la-presa-de-los-santos&catid=21:leyendas&Itemid=9

    Ahora bien, en cuanto a lo del Hotel, ese es el San Gabriel de Barrera, que es parte de la cadena de los Hoteles Misión, como es un lugar comercial, evité hablar de él, lo que si te puedo decir, es que, cuando lo visitas y te “pierdes” en sus jardines, es una experiencia única. Más información aquí:

    http://www.hotelesmision.com.mx/mexico/guanajuato/guanajuato/hoteles/Mision-Guanajuato/descripcion.aspx

    Los Misión tienen un hotel interesantísimo en Concá, en la Sierra Gorda de Querétaro, que también es una hacienda rescatada. Hace mucho me hospedé en uno de Palenque que era también de lo más interesante.

    Saludos.

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  3. Eres adivino, creo que junto a esa pila de los Santos es que estaba el cenotafio de León Demongin, me pareció conocido ese sitio, pero en 1973 no había las casas modernas que se ven al fondo.

    Te agradezco que hayas incluido los nombres de la minas, ya habrá ocasión de investigarlo.Me gustan mucho las haciendas que has presentado, en una ocasión fui a la Hacienda de San Bartolo Aguacaliente y luego al rancho El Espejo, Apaseo el Alto. Había una enorme hacienda destruida entre ambos lugares, pero nadie sabía el nombre ¿lo sabes? eran paredones enormes, tal vez de los primeros tiempos de la conquista.

    También me complace saber que una de las haciendas está convertida en hotel, todas las que se rehabilitan constituyen un logro valioso.¿Conoces la historia de Richard Urbain? rehabilitó solo un castillo de 500 años en Sarsay, Francia.

    Aurelia

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  4. Hola, quisiera saber algo sobre una Hacienda de Beneficio, donde ahora se ubica un Centro Comercial en el corazón de la ciudad de Guanajuato. Creo que se llamaba Hacienda de Beneficio Las Flores o algo así, quisiera saber si existen fotos de la misma. Me encantaría saber y verlas.
    Saludos.
    Martinola

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  5. PRIMERO SAN GABRIEL DE BARRERA NUNCA A PERTENECIDO AL HOTEL MISIÓN , DOS LA HACIENDA ES MUSEO Y LE PERTENECIÓ A DON FRANCISCO ARMIDA QUIEN LA TRANSFORMA DE LA MANERA EN LA CUAL LA PUEDEN CONOCER, LUEGO PASA A MANOS DEL ESTADO QUIEN A SU VEZ LA TRASPASA AL DIF MUNICIPAL PARA SU EXPLOTACIÓN Y DIFUSIÓN A LO IGUAL QUE SU CONSERVACIÓN.

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