lunes, 18 de marzo de 2013

Chemax y Ticuch: Paseando por la carretera libre de Cancún a Valladolid, en la Península de Yucatán.

    Día 44, domingo, día de descanso y, además, puente, la gente esta relajada sabiendo que el lunes se podrán levantar tearde así que, suena el teléfono por la mañana y me preguntan si ya estoy bañado y desayunado. Sí, respondo, entonces -me comentan- pasamos por ti para irnos a pueblear rumbo a Valladolid. Excelente propuesta para repasar los caminos de la península de Yucatán es lo primero que pienso. Salimos de Cancún por la avenida López Portillo que ahora ha crecido a increíble tamaño, quizá estamos hablando ya de 20 kilómetros de esta carretera que se vuelve avenida y va a desembocar en el muelle de Puerto Juárez.

    Si vienes a Cancún seguramente te sentirás atraído por toda la diversión nocturna, por sus playas de arena fina y sus estupendos restaurantes. Quizá decides hacer una excursión a las zonas arqueológicas de Chichén Itzá y Tulúm. Tal vez tengas la oportunidad de ir a Xcaret, todas estas son muy buenas opciones, las básicas, diría yo, para una primera visita al Caribe mexicano. Pero si tu filosofía del viajar es más al estilo de El Bable, que implica el conocer la vida auténtica de la región, entonces,  algo más que hay que hacer en estos lares es lo que ahora te comparto. Una salida por la carretera que cruza por decenas de poblados que mantienen un estilo de vida acorde a las condiciones climáticas de la zona, una armonía con la naturaleza, una coloración explosiva aunque, soy sincero, con un severo problema de basura, esa creo es la asignatura pendiente por mejorar en esta península de Yucatán.

    La primera escala la hacemos en la comunidad de Leona Vicario, pertenece al municipio de Benito Juárez, es decir, a Cancún, Quintana Roo. Aquí la vida cobra otra dimensión distinta, el tiempo se alarga, las cosas van pausadas. En la escena vemos el templo de Guadalupe, al frente ese triciclo que va pasando es uno de los tantos taxis que hay, no sólo aquí sino en todo el sureste del país.

    Comenzamos a caminar por el pueblo alcanzamos a ver una barda baja, muy bien encalada con un arco de acceso, hacia allá nos dirigios, se trata del panteón. Los colores comienzan a sobresalir...

    Distintas gamas de azul, de rosa, de naranja, verde y amarillo, unos acrílicos otros de agua, casi todas las tumbas han recibido su debido mantenimento, algo por ahí me llama la atención...

    Se trata de una enramada, colocada junto a un árbol que le sirve de apoyo, está ya seca; las flores de papel que la decoraba están ya descoloridas, tal vez fue allí colocada en el pasada festividad del día de Muertos. Esta enramada es parte de un ritual de origen maya en el que se solían hacer las salutaciones a los cuatro puntos cardinales, a los cuatro rumbos del mundo. Se quemaba allí incienso, se decían algunas oraciones. Claro es que estamos frente a un sincretismo más que se dio luego de la evangelización.

    No me acabo de maravillar con este gusto tan particular del color que he venido viendo desde hace una semana que llegué a esta parte sureste de la República mexicana. El color presente siempre, incluso en los recintos de la muerte.

    Y si a esos colores de las tumbas les agregamos los colores de la prodigiosa naturaleza en la selva baja yucateca, la combinación resulta ser algo hipnótico.

    Estamos en zona húmeda, las paredes que no han sido encaladas con frecuencia nos dejan  ver los estragos y avances de esa humedad. Si pones atención a la tumba del lado derecho verás lo que es la transformación que ha ido sufriendo la tumba tradicional con los materiales de que disponemos en la actualidad y pasa de ser una pequeña hornacina en donde se coloca una vela a una casa, como si fuera de muñecas, la casa idílica, sitio en donde habitará el alma del difunto.

   Con esta toma queda más que clara la idea de la "casa idílica" sitio de la morada del alma.

    Salimos del panteón para caminar un poco por las calles del pueblo de Leona Vicario, estamos en el estado de Quintana Roo. El color, el color aparece por todos lados y los contrastes con la selva son, sencillamente, estupendos.

    Topamos con la casa tradicional maya, es decir, con la estructura de esta casa propia de los climas tropicales en donde se usa la madera de árboles que abundantemente crecen en las cercanías, el techo de palma ha sido sustituido por la lámina de cartón negro. La sustitución de materiales no es por cosa de precio, sino por lo práctico que resulta ser éste último.

    La habilidad y gusto para combinar colores es algo que vuelve sumamente atractiva a esta región de México.

    Imaginemos lo que será la transformación de este árbol una vez que se llene de follaje y aparezcan las flores de intenso color naranja.


    Esta es una de las tradicionales tienditas de la esquina, en ella notamos el uso de este tronco, quizá se trata de una especie de bambú. Nuevamente vemos el gusto por el color. Mención de honor merece el arte de colocar piedras para formar las bardas y delimitar las propiedades.

    Terminamos nuestro recorrido por el pueblo de Leona Vicario, enfilamos en dirección poniente, comprobamos que este servicio de taxi es común y se hace no solo dentro del pueblo sino a cortas distancias también.

    Siguen apareciendo más pueblos por el camino, hay uno que me llama mucho la atención, se trata de Cristóbal Colón, en él la combinación de colores dominantes es el morado y rosa, algo en verdad excepcional, si a eso agregas la tierra rojiza, y el verde de la selva, aquello es de una exuberancia inaudita.

    Hay una ligera amenaza de lluvia en el camino, pero, viendo esto con buenos ojos, nos es favorable, de ese modo el sol no nos golpeará tanto y podremos seguir esta labor de pueblear por la península de Yucatán.

    Cruzamos el último poblado de Quintana Roo, en donde hubiera, en tiempos de la "fayuca", por allá de los años setenta del pasado siglo XX, unos prósperos negocios que vendían todas las novedades de la electrónica, cuando el aun Territorio de Quintana Roo era un puerto libre y todo tipo de mercaderías europeas y orientales entraban por Chetumal y hasta acá venían a venderse. El monumento a tata Lázaro se debe a que este municipio lleva su nombre.

    Un par de kilómetros más y estamos ya entrando al estado de Yucatán. la carretera se vuelve ancha y muy estable.

    Seguimos en la Carretera Federal 180, estamos en otro pueblo, cuando cruzamos por allí noto que hay una capilla muy atractiva, hacemos parada, es como un templo en miniatura, esta abierto, vamos a ver que hay allí dentro.

    Estamos ante una manifestación más del sincretismo de las tradiciones mayas y la religión católica. Hay una mesa central de oficio cubierta con un mantel blanco, con grecas rosa, esto me da la idea de que es un adoratorio mariano o, en todo caso, a una deidad femenina, quizá a la tierra misma.

    En estos dos escalones es donde se colocan las velas y veladoras, hay una especie de tripie, se ven residuos de cera, hay dos poyos o rocas, una a cada lado de la escalinata.

    En el altar aparecen imágenes de distintas advocaciones marianas, un Niño de Atocha, del lado izquierdo están los tres Reyes Magos en pequeñas esculturas y algo muy interesante que está al lado derecho son las tres cruces.

    Las cruces están cubiertas con estos ternos, el traje regional de Yucatán

    Concluida la visita de esta impresionante capilla las ideas comienzan a hacer ebullición en mi cabeza, me pregunto cómo serán los rituales, en que fechas. Cuál será la razón de cubrir las cruces, en fin, me queda mucho por investigar.... Seguimos el camino, este pueblo se llama Chemax, en donde, al igual que a lo largo de todo el camino, hemos vito los vestigios de la propaganda política de la última elección.

    Nos estamos aproximando a Valladolid, la segunda ciudad más importante de Yucatán, luego de Mérida. Entramos al pueblo de Ticuch, algo me llamó la atención desde lo lejos, sobresale una espadaña entre los árboles de esta selva baja.

   Uno de los tantos intereses que tengo y que fueron los que me atrajeron a venir a la península de Yucatán no fue pasear por sus playas o embriagarme en sus bares, por el contrario, fue para introducirme lo más posible a la zona rural de toda esta región en busca de todos los vestigios de la evangelización franciscana del XVI. Los templos con espadaña frontal y almenas laterales los hay en muchas comunidades, estas son las construcciones que quiero ver, claro es que, si llego a las zonas arqueológicas, conocidas o semidesconocidas, haré la visita correspondiente también.

    No tengo muchos datos aun sobre este primer encuentro con las espadañas. Se que se trata del templo de Santa Isabel, que fue doctrina de los franciscanos que habitaban el convento de San Bernardino de Siena en Valladolid. Leo que recientemente fue rescatado un retablo en el programa de "adopta una obra de arte". Lamentablemente cuando pasamos por allí el templo estaba cerrado.

 Caminemos un poco por Ticuch.





   Esta incursión al Yucatán comienza a tomar forma, estoy seguro que al andar por acá aprenderemos mucho y veremos tanto que hasta los ojos nos dolerán... casi te lo puedo asegurar.

1 comentario:

  1. Saludos, que colores tan diferentesen verdad son los que se llega a apreciar en Yucatan, con respecto a las cruces vestidas son llamadas "cruces parlantes", ya que estas se comunican con la comunidad y forman parte de una iglesia maya propia, recomiendo leer el articulo de la revista Arqueología Mexicana # 111, donde habla de estas y su relación con la guerra de castas.

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