lunes, 5 de agosto de 2013

El dibujo científico transformado en arte: Monografía de los colibries en México.

  Andaba por ahí, en uno de mis recorridos por las solitarias (afortunadamente para mi) bibliotecas que hay por Salamanca y di con uno de esos libros extraordinarios que, cuando no se es de la élite bancaria, (me refiero a cliente extraordinario que recibe libros de regalo al finalizar el año), solamente en ocasiones excepcionales se llega uno (pobre mortal) a enterar de tales maravillas bibliográficas. Esto lo encontré en Arte y Ciencia en la Historia de México de Elías Trabuse, editado por Fomento Cultural Banamex en 1995.

  Esta es una pintura magnífica que rompe con la idea que tenía de don José María Velasco, el cual bien lo conocemos por sus extraordinarias pinturas del paisaje en los alrededores de la ciudad de México. Se llama Flora y fauna del periodo mesozoico jurásico. 

  La pintura es alargada, no se las dimensiones reales, esta es la parte baja, algo que me transporta a la real irrealidad de un casi surrealismo decimonónico. Pero mejor me dejo de filosofías y te cuento que en México, cuando aun era Nueva España se realizó una Real Expedición Botánica que "fue una de las más complejas entre las muchas expediciones científicas que organizó la Corona española durante el siglo XVIII, por la duración, por la extensión de sus recorridos y por la extraordinaria calidad y cantidad de los materiales que se reunieron. La expedición estuvo dirigida por José Mariano Mociño y Martín de Sessé.

  "Esta expedición marca el inicio del conocimiento de la diversidad vegetal y animal de México y áreas aledañas. Su expedición fue recolectar y describir las plantas propias de Nueva España, confeccionando herbarios y realizando dibujos (realizados por Atanasio Echeverría y Godoy y Vicente de la Cerda). Del material se hicieron duplicados, tanto por seguridad como para proveer dos colecciones, una para México y otra para Madrid adonde, además, se enviaron plantas vivas y semillas. En total se registraron 797 géneros y 1327 especies de plantas con semilla, además de 7 criptógamas.

  Además, la expedición incluyó el estudio e ilustración de aves, peces, insectos, mamíferos, anfibios y reptiles, crustáceos y arañas. Este trabajo coloca a los miembros de la Real Expedición como pioneros en el estudio de la ornitología y la ictiología en América.


  En octubre de 1787 comenzaron las primeras excursiones científicas a las inmediaciones de la capital mexicana para herborizar, y continuaron cada vez con un carácter más general y sistemático. Durante 1789 en una nueva salida se llegó a la costa del Pacífico a la altura de Acapulco. En la tercera y más compleja de las exploraciones, que se inició el 17 de mayo de 1790, los expedicionarios se dirigieron hacia el norte y dividieron los efectivos al llegar a Mazatlán. Un grupo realizó un recorrido más largo, llegando a Chihuahua y regresando luego hacia el sur, hasta Aguascalientes, donde se encontraron con el segundo grupo, cayo itinerario, más corto, les llevó por las provincias de Sinaloa y Ostimuri. Algunos miembros permanecieron en México, otros llegaron hasta la costa de Canadá donde trabajaron durante los años 1792-93, y entre tanto, otro expedicionario, José Longinos Martínez, recorrió a fondo California. La siguiente campaña, iniciada en abril de 1793, se llevó a cabo, de nuevo, dividiendo los efectivos. Mientras un grupo exploraba diversas zonas de la Huasteca, al este de la capital mexicana, hasta la costa, otro se dirigió hacia la Mixteca y el istmo de Tehuantepec, reuniéndose los dos grupos en el camino de regreso. A principios de 1795 todos los expedicionarios estaban en la capital mexicana. Se había rebasado el plazo inicial concedido a la expedición, que expiraba en junio de 1794, pero gracias a una prórroga sus actividades se extendieron hasta 1803, año de su regreso a Madrid, formando dos comisiones, una a Guatemala, y otra, a Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo". (Tomado de Wikipedia).

  Pero como una cosa nos lleva a la otra, nos vamos ahora a otra biblioteca, otra época y otros autores. Estamos ante una extraordinaria obra, la de don Rafael Montes de Oca, miembro de la Sociedad Mexicana de Historia Natural quien en 1875 publica su Ensayo Ornitológico, libro que es una verdadera joya ya que en él encontramos con doce láminas en las que nos muestra 46 tipos distintos de colibrís o colibríes como el los llamó en su momento y dice:

   "Los Colibríes llamados vulgarmente Chupa-mirtos o Chupa-rosas, son, con pocas excepciones, unas de las aves más pequeñas que se conocen: Huitzitzil, Tzitztototl, Quintiut, Viscicilin, Pigda, &c.; los franceses lo llaman pájaro-mosca; los ingleses pájaro-zumbador, y los alemanes los designan simplemente con el de colibríes, estos son los deodáctilos tenuriostros de Cuvier que forman el género Trochilus de Linneo...". El autor continua haciendo una puntual y minuciosa descripción de cada una de las especies que se conocían de estos hermosos pajaritos que tanto nos conmueven cuando llegamos a verlos en sus agitados viajes; pero, en este Bable, a lo que nos enfocamos no es a sus cualidades y características, sino al magnífico arte que se muestra en la obra de Montes de Oca.












   Pero no todo termina allí, pues también encontramos que el pincel extraordinario de José María Velasco logró captar, del modo en que habitualmente se recreaban las escenas propios de libros de biología y zoología una serie de Troquilideos del valle de México Ipomaea triflora. Que bonito es lo bonito, no cabe la menor duda.

Fuentes:

1.- Trabusle, Elías. Arte y ciencia en la Historia de México. Fomento Cultural Banamex. México, 1995.

2.- Montes de Oca, Rafael. Ensayo ornitológico. Troquilideos ó Colibríes de México. Imprenta de Ignacio Escalante. México, 1875.

2 comentarios:

  1. Fui estudiante, por fortuna, del tiempo de las monografías y enciclopedias, cuando había que investigar de verdad, hacer resúmenes, recortar y pegar imágenes de las mismas en hojas de máquina, escritas por supuesto con "aquellos artefactos" que nos hacían de verdad aprender, desde el movimiento de los dedos sobre las teclas, hasta el cuidado de la redacción y ortografía.
    Aunque de haberme topado con esta belleza de láminas, las habría enmarcado, son de verdad maravillosas.

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  2. Vaya que eres un auténtico explorador amigo Benjamín.

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