Se está acabando el mes de Septiembre de 2013, ayer fue el día de San Miguel, todavía en la noche, cuando comencé a oír música de banda de viento y cuetes que se hacían cada vez más intensos me di cuenta de que, no muy lejos de donde vivo, ya en la zona rural, se realizaba fiesta en lo que fue la Hacienda de Sardinas, ganas no me faltaron para ir allá pero, como llovió con intensidad la noche anterior, seguro era que el camino estaba enlodado, y, aunque no eran muchos los kilómetros por caminar, sería un poco riesgos salir a oscuras por ese rumbo, así que me conformé con el tronar de cuetes y el chiflar del castillo cuando lo encendieron más tarde, en eso estaba cuando recordé que uno de los extraordinarios sitios que vi hace no mucho en Yucatán fue, precisamente, un templo dedicado a San Miguel, el de Maní.
Como este sitio hay que verlo con mucha calma, te recomiendo que, si decides visitarlo, planees muy bien tu ruta y te des el gusto de conocer sin prisas este sitio. Se localiza como a cien kilómetros al sur de Mérida, antes de llegar a la zona arqueológica de Uxmal, así que, insisto, planea muy bien tu ruta que hay mucho que ver por allá.
Los frailes franciscanos llegaron por el sur a Yucatán, esto quiere decir que se fueron extendiendo de la ciudad de México hacia Puebla, y de allí enfilaron a Campeche para entrar en Yucatán, esto más bien para mal pues algo en verdad catastrófico sucedió allí. Entiendo que las ideas eran unas muy distintas hace casi cinco siglos, cuando se dieron los hechos pero, si de tragedias hablamos, aquí ocurrió una.
Si estamos en las cercanías de Uxmal, esto quiere decir que la zona estaba densamente poblada, la capital, ostentosa era esa ciudad, y los pueblos en rededor seguramente eran tributarios. Esto nos indica que allí, como hubo población maya, ellos tenían sus templos, templos que fueron desbaratados por orden de los franciscanos para que, a partir de 1549 se comenzara a levantar, en lo que era el basamento de ese templo maya, un templo católico que, debía incluir una capilla abierta de colosales dimensiones para albergar allí la cantidad de gente que habitaba en la zona.
Como la tradición religiosa de los antiguos mexicanos, sean aztecas que mayas eran las de estar al aire libre durante los ritos ellos no aceptaban hacerlo a la usanza europea (medieval, además) en el interior en recintos que regularmente eran oscuros, por el contrario, el concepto religioso, como estaba ligado a la naturaleza, esto facilitaba que todo ceremonial fuera al exterior, en contacto con el sol, con el viento y, quizá con el agua de lluvia. Todo esto sería considerado como bendiciones.
Así que, la solución arquitectónica se dio en México cuando se llamaba Nueva España. Habría enormes atrios en donde se realizarían las ceremonias al aire libre, habría además, cuando se contaba con la posibilidad de mano de obra y materiales pétreos, de levantar una capilla abierta para que desde allí se realizaran las largas (como la cuaresma) misas medievales que introdujeron estos seres de ideas enfermizas. Me refiero a los Franciscanos que en todo veían al demonio.
Y el más endemoniado de ellos era fray Diego de Landa quien en un arranque de vehemencia clerical mandó quemar todos los códices que fueron acumulando en esa región Puuc y, para nuestra desgracia, perdimos el patrimonio escrito de todo aquello que nos revelaría los usos, las costumbres, las tradiciones y, sobre todo, la maestría en las diversas ciencias que los mayas habían desarrollado.
A esta barbarie se le llamo "el Auto de fe de Maní" y ocurrió el 12 de julio de 1562. "En junio de 1562, estando de cacería el portero del convento de Maní, Pedro Che, descubrió en una cueva un venado aún caliente y con el corazón arrancado. Había también varios altares con ídolos cubiertos de sangre. Pedro Che le comunicó el hallazgo a fray Pedro y éste a su vez, acudió a fray Diego de Landa, que al conocer la noticia y después de comentarla con Diego de Quijada se dirigió a Maní. Al ver Landa que las prácticas paganas no cesaban, tomó poderes inquisitoriales y con la ayuda de Diego de Quijada organizó el famoso Auto de fe de Maní. Así lo describe el fraile en su "Relación de las cosas de Yucatán"
Como consecuencia de lo ocurrido en el último año, el 12 de julio de 1562 se celebró en Maní un auto de fe. Como representante de la Autoridad Religiosa estaba Diego de Landa, que había presidido el tribunal del Santo Oficio y el representante de la Autoridad Civil era el alcalde mayor Diego de Quijada. Las actas notariales las firmaron Jerónimo de Contreras y Pedro Martínez. Durante aquella noche, los caciques fueron trasquilados, encorozados y ensambenitados y se destruyeron varios ídolos, altares, estelas y vasijas. Además se quemaron varios códices (la cantidad varía de unos pocos hasta varios miles, según cada autor). Actualmente sólo se conservan tres Códices mayas: el Códice de Madrid, el de París y el de Dresde (hay un cuarto códice, el de Grolier, pero según las últimas investigaciones <> 2 ). Esto es lo que Landa cuenta al respecto: <> El auto provocó la cólera de los encomenderos porque además de los indígenas que fueron detenidos, muchos escaparon a la selva, dejándolos sin mano de obra para cultivar. Como es lógico, este hecho volvió a los mayas más recelosos hacia los españoles . (Wikipedia)
Hace algún tiempo vimos otra capilla abierta en Yucatán, la de Dzibilchaltún.