Será que la fuga de ayer en la Refinería, esa nube tóxica de azufre que, de pronto invadió parte de Salamanca me está afectando, pero este día desde que amanecí he estado un poco renuente, contrario a lo que es mi "día normal" a subir mi artículo de hoy. Como quiera aquí estoy. Esta vez haremos a un lado las hermosas haciendas, templos, museos y calles que tanto me llenan los ojos y me satisfacen esos impulsos internos que son el gusto por lo viejo, esta vez nos iremos de ese que considero el macrocosmos, el que habitualmente te muestro aquí, al microcosmos, al que forma la otra parte de El Bable, digamos que, a la parte más íntima de El Bable.
Esto es lo que veo cada mañana cuando salgo de mi habitación, claro es que durante toda la noche oigo, si es que el viento es a favor, las campanadas que van indicando las horas, y los minutos del reloj, luego, puntual, a las 7 oigo los repiques de la primera, segunda y tercera llamada a la misa. Pero estos melodiosos campanazos son dobles, pues a 300 metros, en dirección sur, tengo a la torre del Señor del Hospital que también se anuncia...
Y es común ver una serie de insectos con los que he logrado una sana convivencia, (exceptuando a los mosquitos), como estas palomillas que hay quien dice que son polillas. Si la ves con atención notarás que se forma en la parte trasera de su cola una especie de cara, dicen que esa es su natural protección y que de ese modo ahuyenta a sus predadores. Observa la simetría de su diseño: es fantástica.
En este mi microcosmos hay un momento en que se da un perfecto juego de luces y sombras, como este que ahora vemos, es en la parte posterior, en donde, en unos 50 metros cuadrados, hay dos guayabos, un limonero, un naranjo que apenas comienza y un mandarino que quiere prender, el año pasado dio frutos, este no.
Aunque la lluvia ha sido escasa, tanto como en nivel alarmante, esto no quiere decir que la naturaleza siga, (a regañadientes) su ciclo, y si se cree eso de que encontrar un trébol de cuatro hojas es de buena suerte, en mi microcosmos apareció uno. Soy afortunado.
Este es uno de los dos nidos de colibrí que estos pajaritos construyeron, son tan pequeños como para albergar la corta dimensión del nuevo colibrí, ahora están ya vacíos, pues es en abril cuando comienzan su ciclo reproductivo. Dicen que ver un colibrí es de buena suerte. Yo lo veo diario, soy afortunado.
Me sorprende cada vez que le pongo la debida atención a este microcosmos encontrar una nueva especie que convive tranquilamente con toda la fauna que aquí ha decidido morar. A estos gusanos los conocemos por acá como "quemadores" debido a que sus espinas son su defensa y más vale no tocarlas pues se siente como fuego, de allí su nombre.
El espacio en donde vivo tiene una serie de ángulos que me permiten hacer tomas distintas, en ocasiones ni quiero salir de aquí... soy afortunado.
Hace poco estaba aquí mi hermana y de pronto grita: ¡Un hada, un hada! tenía mucho tiempo que no las veía, medio me acuerdo en sueños cuando había más de ellas, se decía, por su forma y colorido que eran hadas... soy afortunado.
Esto no quiere decir que llovió, sino que pretendí crear una escenografía para el artículo mil, el de la lotería, y pensé usar este como "El Paraguas" pero no me llenó, luego apareció una robusta dama por la calle cargando, no un paraguas, pero si una sombrilla, que para el caso igual me servía y opté por la rubicunda mujer... soy afortunado.
Otro de los insectos nocturnos que, debido a la humedad y sombra que hay aquí en el microcosmos deciden quedarse más de una noche, apareció descansando en el mosquitero, insisto en que los diseños son únicos.
Con esto no quiero decir que en el microcosmos en el que vivo tenga rosales, no, pero a media cuadra se pone la vendedora de rosas que las trae desde el mismísimo Tonatico, en el Estado de México y, para sorpresa de mis amigos de Los Cabos, la docena cuesta solo 25 pesos, cuando es de color raro, como este violeta o fucsia o magenta, no se bien, pero rosado no es; cuando son blancas o rojas la docena solo cuesta 20 pesos... soy afortunado.
En ocasiones improvisamos comida o coctel en el microcosmos y un día brincó de pronto este otro insecto, solo le tomé la foto y lo dejé. No acabo de entender a las personas que a cuanto insecto ven lo pisan.
Y si las formas no se dan "per se", pues se busca la composición. Siempre encontraremos un ángulo adecuado en el microcosmos.
Si observas bien, verás que en la parte baja las alas están recogidas, son muy parecidos a los diseños de la mariposa monarca.
Hace como cuarenta días llovió abundantemente solo por tres días, luego, al comenzar esta semana, apareció un hongo.
Otro ser de colorido extraordinario...Y una polilla más, sorprendente en verdad el diseño y la intensidad del amarillo...
Este, este es mi microcosmos, soy afortunado...
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