Sobre la orden de la Merced poco hemos hablado (escrito) en este espacio. Hoy lo que comparto es precisamente sobre ellos. Aclaro que la imagen no corresponde a la que era venerada en su convento de la ciudad de México, sino que existe en el Museo de Bellas Artes, Talca, Chile.
La incuria de los que gozan una felicidad continuada, suele ser carcoma de los sucesos memorables, que debieran escribirse en los mármoles para su perpetua memoria, y así suelen entregarse al olvido, y borrarse para la posterioridad, de esta suerte han sido todas las cosas que han sucedido á esta Santa Provincia de México, que siempre quedaron sepultadas, si el deseo de sacarlas á la luz, no hubiera avivado la atención para inquirirlas, valiéndose de algunos manuscritos antiguos muy extraviados de la materias que ge solicitan, y de algunas noticias de los testigos que preguntados por curiosidad, han dado alguna razón, y aunque esta ha sido muy confusa por que no tenían observaciones individuales, esta se ha confirmado con la razón que de algún modo se ha hablado en los dichos manuscritos, pues fuera materia imposible hallar de otra suerte alguna luz de lo sucedido en un siglo entero que ha pasado desde la primera fundación de mi religión en este reino, hasta el tiempo que esto se escribe y porque algunas maravillas que ha obrado la soberana imagen de Nuestra Señora de la Merced en este convento resuciten a la memoria de todos, las pondré en este capítulo según noticia verídica de ellos.
Sea la primera una que sucedió por el año de 1622. Estando la sagrada Imagen, como siempre en el altar mayor de la iglesia antigua, muy adornada con varias preseas de oro y perlas, de las que tiene que le han dado algunas personas devotas, las vio un hombre de mala inclinación y costumbre de ladrón, y viendo que de día no podía conseguir lo que intentaba que era hurtarle á la soberana Señora las joyas que tenia puestas, dispuso estarse en la iglesia como que estaba rezando fingiendo gran devoción con la imagen, y viendo que se había de cerrar la Iglesia a la hora acostumbrada, antes que saliesen los sacristanes para ello, se escondió debajo de un altar retirado, y aunque los dichos sacristanes reconocieron para cerrar las puertas toda la iglesia, no le vieron por estar tan escondido; cerraron todas las puertas y corrió el tiempo hasta más de media noche y entonces salió el ladrón del lugar donde se había escondido, y se fue al altar mayor con ánimo de robar las dichas preseas, y teniéndolas en su poder, volverse á esconder hasta que a la mañana se abriese la iglesia, é irse con las preseas; subió encima del altar mayor, no solo con la depravada intención del robo; sino con la indecencia que se deja entender atreviéndose á poner los pies sobre la mesa del altar y las manos sacrílegas en el rostro de la Santísima imagen de la Virgen Nuestra Señora. Pero sucedió muy al contrario de lo que él pensó; pues llegando á querer quitar la gargantilla que tenía la Señora en el cuello, se le quedó pegada la mano en la garganta de la imagen, sin poderla quitar de allí, ni hacer movimiento alguno que le pudiese escapar de su atrevimiento; comenzó á llorar y á hacer ruegos de arrepentimiento á la ¡Soberana Señora ero como á veces quiere Nuestro Señor que se castiguen semejantes delitos, no permitió la Majestad Divina que este ladrón se le despegase la mano del cuello Sacrosanto de Nuestra Señora; hasta que saliendo por la mañana los sacristanes á abrir las puertas, advirtieron en el ladrón que estaba parado sobre el altar y llegando á él, le hallaron la mano pegada á la garganta de la imagen santa y confesó su delito dando muchas señales de arrepentimiento; y quitándole de allí con mucha facilidad, lo entraron dentro del convento y le castigaron religiosamente, y después de amonestado lo echaron, encargándole la enmienda de este y otros delitos que tenía.
Y es digno de advertencia para mayor comprobación de este milagro el modo con que la soberana imagen tiene inclinado el rostro hacia delante, como lo tiene agobiado y caído algún tanto, y según algunos religiosos antiguos muy fidedignos, dijeron que este modo de tener el rostro algo caído la sagrada imagen se había notado desde este caso, y sería sin duda porque bajando el divino rostro la soberana Señora pareciese que hacia alguna demostración, para defender sus preseas, y atajar la mano sacrílega que se las quería quitar.
Sea la segunda maravilla de esta sagrada imagen la que sucedió por el año de 1629; siendo Provincial el Rdo padre Maestro Fr. Joaquín de Herrera y Comendador de este convento el Rdo Padre Maestro Fr. Francisco de Armentia, y fue que habiéndosele muerto á una mujer vecina del convento el hijo único tenia de edad de poco más de dos años; lo amortajó con la pobreza que pudo; y le trajo debajo del manto de la imagen poniéndolo sobre el altar mayor, como es costumbre en los pobres que no teniendo para pagar derechos á la Parroquia, llevan los niños cuando mueren pequeños y los ponen sobre algún altar sin que se sepa quiénes son, y después salen algunos religiosos con cruz baja y prestos y los ……………….. (1).
(1) En el original falta, pero por el índice del autor se deduce que la relación perdida dé los milagros son, que este niño resucitó; que la imagen ha sido el amparo en los temblores; y concluye este capítulo con la descripción de dicha imagen.
Fuente:
Crónica de la Provincia de la Visitación de Nuestra Señora de la Merced redención de cautivos de la Nueva España. M.R.P. Mtro. Fr. Francisco de Pareja. Escrita en 1688. Tomo I. Imprenta de Barbedillo. México, 1882. pp. 199-203
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