miércoles, 31 de diciembre de 2008

¿Qué es El Bable?

Foto tomada por Mayra Arredondo, el 30 de Diciembre, 2008.












El Bable es algo que llevo en el justo medio del corazón y el alma.




Es el resúmen de todo lo que pudiera decir de mis antecesores... El Bable es el inicio de mi vida.

Para comenzar pido una disculpa si algún blogero de Asturias llega, por cierto, bienvenido! pero, nada tiene que ver esto con la lengua de tú tierra, el Bable, es una mas, de las muchas casualidades que a lo largo de este blog nos encontraremos.


Para quienes vengan de España, entenderán que la lengua de Asturias es El Bable, para quienes vengan de México les parecerá, tal vez, un título curioso, y los pocos que accedan de Salamanca, la de acá del Atlántico sabrán (algunos) que El Bable fue un rancho que se llamó, originalmente El Baúl, pero que hace muchos, muchos años, la gente de la región no se refería al lugar como El Baúl, sino como El Bable, y... yo soy el hijo menor del que, en su tiempo, fue el dueño de El Bable.







Siendo niño quise conocer El Bable, lo pedí una y otra vez a Don Alfonso, mi padre, y no quería llevarme, me decía que no, que había lodo, que me podría caer, que había perros... muchas excusas me impidieron conocer el rancho que para mi era ya un mito.





Un buen día se acercó Don Alfonso y viéndome fijamente a los ojos me dijo:



- Ven, vámonos al Bable!



Ese día mi vida cambió. Hoy comienzo a sacar mi herencia a la luz, esa que cargo dentro de mi, esa que me llena de recuerdos la cabeza y que son tantos, que la tengo a punto de explotar, mejor decido ponerlos aqui, a la vista de todos y mas bien, con la idea de compartirla con todos.

El Bable, es decir, El Baúl, es eso, un baúl lleno de cosas, como caja de Pandora, tiene mucho que mostrar. Así pues, bienvenido a El Baúl, es decir... bienvenido a El Bable... tenemos mucho que descubrir, sobre todo, mucho que ver.

Bienvenido a El Bable

   El Bable es algo que llevo guardado justo en el medio del alma y corazón. Es el punto inicial de mi vida, El Bable es un lugar ya mítico donde comienzo el registro de la forma que tengo de ver las cosas, de aprender, de investigar y compartir.

   Pero ¿qué es El Bable? Pues bien, si tomamos una enciclopedia, veremos que El Bable es la lengua de la región de Asturias en España, pero eso nada tiene que ver con lo que en realidad para mí es.

   El Bable fue el rancho que hace algún tiempo perteneció a Don Alfonso, mi padre. El granero o troje de ese rancho tiene forma de baúl de allí su nombre verdadero, Rancho el Baúl, pero la gente que habitó esa zona, cuando en Salamanca era reducida la población y aun se hablaba un español con acentos primitivos sus habitantes se referían al lugar como "El Bable".

   En mi niñez fue un misterio El Bable, pues por más intentos que hice de conocerlo, no me fue permitido. Pedí una y otra vez ir a visitarlo, las excusas se dejaban venir con facilidad: que si había mucho lodo, que si había perros, que si las piedras, en fin, tuvieron que pasar muchos años hasta que un día, viéndome fijamente a los ojos, Don Alfonso me dice:

- Vente, ¡vámonos al Bable!

   Llegar por primera vez a ese lugar significó una impresión tal, que es fecha que no lo olvido, el campo estaba sembrado de trigo, se veía todo amarillo, como de oro, el viento lo acariciaba como si fueran ligeras olas, por el canal pasaba agua en abundancia, limpia, cristalina… los pirules estaban allí, fuertes, macizos, al igual que los mezquites y las pitahayas y frente a mi esa mole de piedras que docenas de años antes habían formado ese almacén, ese enorme baúl de piedra, sólido, acogedor… en ese momento estaba conociendo a El Bable.

   Han pasado muchos años desde entonces, El Bable sigue allí, envejeciendo y padeciendo su tiempo y la contaminación que abruma a esa zona del Bajío, en julio del 2007 en mitad de una tormenta un rayo cayó precisamente sobre su bóveda, una buena parte se vino abajo, pero El Bable sigue allí soportando el paso del tiempo.

   Hoy El Bable se transforma y aparece, cual ave fénix triunfal para dar a conocer, para compartir mi infinita curiosidad por saber el origen de las cosas.

Bienvenido a El Bable, ¡tenemos mucho que ver!


martes, 30 de diciembre de 2008

La Región del Cabo, una descripción de John Reginald Southworth en 1899.


En la parte Norte de la península, abundan mesetas y valles cuyas aguas, si se represaran y distribuyeran convenientemente, harían los terrenos de ese rumbo asombrosamente fértiles. La del Sur está bien surtida de agua, especialmente en la región del Cabo y tiene algunas de las mejores plantaciones de caña de azúcar de Méjico.

J.R. Southworth. Septiembre de 1899.



   John Reginald Southworth es un personaje desconocido, pero su herencia es tan grande que hasta en Los Cabos dejó presencia. No física pero si a través de sus escritos. Poco se sabe de él, fuera de que nació en los Estados Unidos, posiblemente en San Francisco, lo que sí es seguro, el año de nacimiento, 1861. Tiene la ventaja de saber escribir, y lo hace muy bien, es un excelente cronista; a lo que él se dedicaba era a redactar libros y revistas con fines publicitarios, algo que ahora podríamos entender como Promotor o Publi Relacionista y lo desarrolla a la perfección. Era la época en que México requería de una gran promoción, de darlo a conocer por el mundo y mostrar las riquezas que aquí había: su minería, pesca y agricultura. Porfirio Díaz gobernaba un territorio que le era prácticamente desconocido, especialmente la zona Noroeste, es en 1896 que encomienda a Southworth el recorrer la zona y contarle como es.


  Su trabajo se traduce en ocho espléndidos libros, los primeros son de la región noroeste del país y narran la situación que guarda Sonora en 1897, Sinaloa en 1898 y Baja California en 1899, de este último extraigo para ti una de las descripciones más hermosas que sobre Los Cabos se hayan escrito jamás, cuando el lugar era un paraíso y se perfilaba, a finales del siglo XIX con una enorme vocación turística. Haz clic AQUI para verlo.


   Leer a Southworth nos lleva por un lado al ritmo apacible de una época ya perdida, y por el otro a una fuente importantísima de datos estadísticos del México porfiriano. De quiénes eran los comerciantes, los acaudalados, los médicos, abogados, contadores, incluso el encargado de la oficina postal de los, en aquella época, pocos lugares poblados de la península de Baja California.


   Es impresionante consultar la historia del México de esa época y darnos cuenta de que los testimonios de Sothworth son tan importantes que no hay libro que no lo mencione cuando queremos saber más de lo acontecido no solo en el noroeste de México, sino en Veracruz (1900), Oaxaca (1901), Puebla (1901), Distrito Federal (1903), Yucatán (1905) y sobre la minería en México (1910) hay siempre una referencia a la obra, importantísima de Southworth.


   Al leer sobre San José del Cabo, lo que atinadamente él denomina como La Región del Cabo, nos lleva a conocer más sobre esta parte del México desconocido que no quiere serlo mas, con la curiosidad de constatar lo que el autor dice, me fui a caminar por la zona que posiblemente albergó en su momento los fértiles valles que comenta, las plantaciones de caña y su producción azucarera que fue de exportación, dada la calidad del producto y si, allí está, esperando para ser descubierta a los más interesados en aprender a ver, lo que está delante de los ojos y que por el ritmo de vida actual, sencillamente no quieren ver.






   Las fotografías fueron tomadas en una de las que fueran las "Panocherías" de San José del Cabo, fincas azucareras de las cuales esta es la única que sobrevive en la zona. Estas tres últimas fotografías son una cortesía de Peggy Chaparro.