sábado, 29 de febrero de 2020

La misión jesuita de San Luis Gonzaga en Comondú, Baja California Sur

  Las imágenes que hoy comparto las tomé hace doce años, tiempo en el que me dedicaba a la docencia en Loreto lo cual me permitió conocer buena parte del estado de Baja California Sur, siempre atraído por las varias misiones que fueron establecidas por el Fondo Piadoso y ni que decir de sus paisajes. Recuerdo que para llegar a este lugar fue necesario internarme por tierras totalmente despobldas, aventura que fue de lo más interesante.

   La misión de San Luis Gonzaga de Chiriyaquí fue establecida como tal por el misionero jesuita Padre Lambert Hostell en 1740, anteriormente en 1721 el misionero jesuita Padre Clemente Guillén estableció una visita misional (una pequeña capilla sin sacerdote asignado). El misionero Juan Jacobo Baegert organizó la construcción de la iglesia en material sólido y duradero. Está establecida en las cercanías de la Sierra de la Giganta, a 28 km al oeste de la Misión de Nuestra Señora de los Dolores de Chillá, en el sitio que los indígenas llamaban Chiriyaquí, topónimo guaicura de significado desconocido.

   En la época de máximo esplendor de la Misión el Padre Baegert atendía una población de 500 nativos de muy diferentes etnias. La Misión fue establecida inicialmente como una visita de la Misión de los Dolores. Dentro de la iglesia se puede contemplar una imagen de la Virgen de los Dolores que posiblemente provino de la Misión de Nuestra Señora de los Dolores de Chillá al ser abandonada en 1768.

   En años recientes fue descubierta la imagen de San Luis Gonzaga en La Paz, que se hallaba pérdida desde 1914. Fue regresada a la Misión en solemne procesión. En la actualidad únicamente ocho familias habitan el área. Don José de Gálvez, Visitador General ordenó el abandono de la Misión en 1768 y el traslado de los 310 neófitos a la Misión de Todos Santos, algunas familias de origen europeo siguieron viviendo en el lugar.

   La Misión no ha vuelto a ser abierta en forma regular al culto religioso, sin embargo permanece en buenas condiciones, de tarde en tarde se le hacen restauraciones y por supuesto se celebran misas en ocasiones especiales, aún conserva su campana datada en el siglo XVIII. Para acceder a la Misión es necesario hacer un recorrido de más de 50 km por camino de terracería. (Wikipedia.)








viernes, 28 de febrero de 2020

De fifí a fifiriche.... la tan discutida [y de nuevo de moda] palabra

  De sobra sale decir que, desde hace unos meses el concepto "fifí" se puso nuevamente de moda, a más de un siglo de que fuera cosa habitual decirla, en la época porfiriana. Los cuestionamientos fueron muchos en torno al origen de la palabra. Prácticamente todos los periódicos y revistas y medios electrónicos hicieron su investigación y sacaron su conclusión.

   La Academia Mexicana hizo lo propio y dijo que: "De acuerdo con el Diccionario de la lengua española, de la Real Academia Española (Madrid: Espasa Libros, 2014), el vocablo fifí remite a la "persona presumida y que se ocupa de seguir las modas". Por su parte, el adelanto de la nueva edición del Diccionario de mexicanismos, de la Academia Mexicana de la Lengua (disponible en: www.academia.org.mx), consigna esta voz como "[persona] elegante y distinguida" y "presumida": Desconfía hasta de los fifís, no importa que los vea bien vestidos; Tania es muy fifí y siempre compra ropa de marca". El texto completo lo puedes ver aquí.

  Yo lo traigo a colación ahora porque estoy desarrollando la investigación para mi próxima publicación en papel, y eso me llevó a leer una por una las páginas del Diccionario de Mexicanismos de Icazbalceta, y, andando por ahí topé con una palabra que se asocia mucho a la tan mencionada:

Fifiriche. m. Melindroso, pataratero, chuchumeco, títere (2.ª y 3.ª acep.).

Melindroso, sabemos bien a lo que se refiere, en cuanto al chuchumeco:  2. m. despect. U. para zaherir al hombre ruin. Y como una cosa nos lleva a la otra, ¿qué es zaherir? pues: 1. tr. Decir o hacer algo a alguien con lo que se sienta humillado o mortificado.

Finalmente la Real Academia de la Lengua lo define, al fifí, como: Persona presumida y que se ocupa de seguir las modas.

Recuerdo, que, en algún momento, los sesentas del siglo XX, se llegó a decir "Popof", de eso hablaremos luego.

jueves, 27 de febrero de 2020

La huella que dejaron los virreyes Novohispanos en la nomenclatura mexicana

   Viendo, una vez más, la geografía nacional, específicamente la nomenclatura que sus casi 2500 municipios tienen, incluyendo además, las muchas islas que forman parte de nuestro país, hacemos una revisión de esos nombres en búsqueda del rastro dejado en casi tres siglos de dominio español de sus gobernantes, es decir, los nombres que algunos de los 66 virreyes que hubo en la Nueva España imprimieron en esa nomenclatura:

1.- El pueblo minero de Guadalcazar, San Luis Potosí, debe su nombre al virrey Diego Fernández de Córdoba, 1° Marqués de Guadalcázar. (La imagen corresponde a ese pueblo.)

2.- La isla de Cerralvo, Baja California Sur, en el mar de Cortés, lleva ese nombre en honor del virrey Rodrigo Pacheco y Osorio. 3° Marqués de Cerralvo.

3.- Cadereyta, Querétaro, población que lleva ese nombre en honor del virrey Lope Díez de Aux de Armendáriz1° Marqués de Cadreita.

4.- Padilla, Tamaulipas. La Villa de San Antonio de Padilla, en honor de Antonia Ceferina Pacheco de Padilla y Aguayo, esposa del Virrey Conde de Revillagigedo. (La siguiente imagen corresponde a Padilla).

5.- Salvatierra, Guanajuato. Ciudad que obtiene su nombre del virrey García Sarmiento de Sotomayor. 2.º Conde de Salvatierra y Virrey del Perú.

6.- Alburquerque, Nuevo México (estamos viendo lo que fue la Nueva España, por eso la incluyo), población que obtiene su nombre del virrey Francisco Fernández de la Cueva y Enríquez de Cabrera 8.º Duque de Alburquerque, 6.º marqués de Cuéllar, 8.º conde de Ledesma y de Huelma, Grande de España y Virrey de Sicilia.

7.- Monclova, Coahuila, debe su nombre al virrey Melchor Portocarrero Lasso de la Vega 3° Conde de la Monclova

8.- Linares, Nuevo León, debe su nombre al virrey Fernando de Alencastre Noroña y Silva 3° Duque de Linares.

9.- Islas Revillagigedo en el Pacífico, llevan ese nombre en honor del virrey Juan Francisco de Güemes y Horcasitas. 1° Conde de Revillagigedo.

10.- Güemez, Tamaulipas, también fue dedicada en honor del virrey conde de Revillagigedo.

11.- Llera, Tamaulipas, población que lleva el nombre de la esposa del Conde de la Sierra Gorda, José de Escandón y Helguera, que no fue virrey pero igual impactó en la política novohispana, ella se llamaba Josefa de Llera y Ballas Condesa de Sierra Gorda. 

12.- Cruillas, Tamaulipas, población que lleva el nombre del virrey Joaquín Juan de Montserrat y Cruïlles. Marqués de Cruïlles.

13.- Bucareli, Querétaro, Misión franciscana en la Sierra Gorda, que fuera patrocinada por el virrey Antonio María de Bucareli y Ursúa. (La imagen de arriba corresponde a la Misión que se encuentra abandonada y que es de difícil acceso.)

14.- Galveston, Texas, puerto que lleva el nombre del virrey Bernardo de Gálvez y Madrid



miércoles, 26 de febrero de 2020

De seres míticos, quimeras, basiliscos y recuerdos

     Te contaré una más de mis historias, sucedió en la década de los ochenta del pasado siglo, tiempos en los que vivía en Cancún, solía ir dos veces al año, sea por motivos de trabajo que por vacaciones, a la ciudad de México pues, así como los de CDMX se van de vacaciones a la playa, los que viven en la playa se van de vacaciones a una ciudad, creo que eso afirma el justo balance que debemos tener en la vida.

  En una de esas "idas" un buen amigo me invitó a un espectáculo, pues más que obra de teatro era un montaje espectacular que Jesusa Rodríguez hizo en uno de los espacios de Ciudad Universitaria, en el teatro que está frente a la Sala Netzahualcóyotl. No recuerdo el nombre de la obra, fue un montaje alucinante que me impactó de tal manera que de ahí surgió un cuento que escribí al regresar al, en aquel entonces, tranquilo Cancún. Creo que lo tengo por ahí guardado y creo que algún día lo publicaré pero no estoy del todo seguro que lo haga. El punto es que en el montaje se hablaba de seres míticos: Basilisco y Quimera.

  Pasó luego que, en 1992, tuve la oportunidad de ir a Sevilla, no tanto a visitar la ciudad, sino la Exposición Universal. Allí, en la que era la sala introductoria a todas las maravillas que dentro del recinto se exponían, el montaje que se mostraba era, como se estableció el tema central de la Expo: La era de los descubrimientos, aquello que en la fantasía europea cargada de las ideas medievales, pensaban encontrar en el llamado Nuevo Mundo: seres míticos. De eso versa esta entrada que ahora lees:

   El unicornio es una criatura mitológica representada habitualmente como un caballo blanco con patas de antílope, ojos y barba de chivo y un cuerno en la frente. En las representaciones modernas, sin embargo, es idéntico a un caballo, solo diferenciándose en la existencia del cuerno. El unicornio es protagonista de numerosas historias y leyendas. En la Edad Media significaba fuerza y estaba considerado como un animal fabuloso capaz de derrotar a animales más fuertes físicamente, incluso elefantes. (Wikipedia... seguir leyendo, aquí.)

El basilisco​ (del latín basiliscus, y este del griego βασιλίσκος basilískos: «pequeño rey») era un ser mitológico creado por la mitología griega que se describía como una serpiente gigante cargada de veneno letal y que podía matar con la simple mirada, que consideraban el rey de las serpientes. Posteriormente se lo ha representado de diversas maneras siempre con características reptilianas. En el siglo VIII, el basilisco era considerado una serpiente dotada de una cresta con forma de corona o mitra en su cabeza, siendo el animal en sí de tamaño variado. Supuestamente, el basilisco nacía de un huevo de gallina empollado por un sapo, lo opuesto al cocatriz, que según se decía nacía de un huevo de sapo o serpiente empollado por una gallina. Más tarde, sin embargo, los rasgos de ambas criaturas comenzaron a ser indistinguibles. (Wikipedia, seguir leyendo aquí.)

   El dragón (del latín draco, y este del griego δράκων , drákon, ‘serpiente’) es un ser mitológico que aparece de diversas formas en varias culturas de todo el mundo, con diferentes simbolismos asociados. Hay dos tradiciones principales sobre dragones: los dragones europeos, derivados de las tradiciones populares europeas y de la mitología de Grecia y Oriente Próximo, y los dragones orientales, de origen chino, pero conocidos también en Japón, Corea y otros países asiáticos. Las dos tradiciones surgieron probablemente de forma independiente, pero en su desarrollo se han influido mutuamente. La palabra aparece también en la tradición cristiana: el Apocalipsis se refiere a Satanás como el gran dragón, la serpiente antigua. (Wikipedia.)

   En la mitología griega, Quimera (en griego antiguo Χίμαιρα Khimaira que significa animal fabuloso; en latín Chimæra) era un monstruo híbrido, que aparece generalmente como hija de Tifón y de Equidna, aunque para el poeta Hesíodo la madre de la Quimera está designada por un pronombre que puede referirse tanto a Equidna como a la Hidra de Lerna.​ La quimera vagaba por las regiones de Asia Menor aterrorizando a las poblaciones y engullendo animales, y hasta rebaños enteros. Es posible que de su unión con Ortro nacieran la Esfinge y el León de Nemea.Las descripciones varían desde las que decían que tenía el cuerpo de una cabra, la cola de una serpiente o un dragón y la cabeza de un león, hasta las que afirmaban que tenía tres cabezas: una de león, otra de macho cabrío, que le salía del lomo, y la última de dragón o serpiente, que nacía en la cola. Se dice que escupía fuego. (Wikipedida.)

   Las sirenas (en griego antiguo: Σειρήν - Seirēn; pl.: Σειρῆνες - Seirēnes, «las que atan y desatan/encadenan», quizá relacionado con el semítico Sir, «canto», y con el griego Χίμαιρα - Khimaira, «quimera») son criaturas marinas mitológicas pertenecientes a las leyendas y al folclore. Figura antropomorfa creada a partir de una raya disecada y recortada. Museo de Mashhad, (Irán). Originalmente, en la Antigüedad clásica, se las representaba como seres híbridos con rostro o torso de mujer y cuerpo de ave (similares al Ba de la mitología egipcia) que habitaban en una isla rocosa; a partir de la Edad Media adquirieron apariencia pisciforme: hermosas mujeres con cola de pez en lugar de piernas que moraban en las profundidades. En ambos casos se les atribuía una irresistible voz melodiosa con la que atraían locamente a los marineros. Debido a esa doble forma con que se han presentado a lo largo de la historia, muchas lenguas no latinas distinguen la sirena clásica mujer-ave (inglés siren, alemán Sirene) de la sirena con cola de pez (inglés mermaid, alemán Meerjungfrau), tratándose de hecho de dos criaturas diferentes. (Wikipedia.)

   En la mitología griega, el fénix (griego antiguo: φοῖνιξ​, romanización: phoînix, pronunciación: pʰó͜ɪ̀nikʰs (clásica), pʰˈyːnikʰs (koiné), ɸˈyniks (medieval o bizantina) es un ave de larga vida que se regenera cíclicamente, es decir, nace de nuevo. Asociado con el Sol, un fénix obtiene nueva vida al surgir de las cenizas de su predecesor. Según algunas fuentes, el fénix muere en un espectáculo de llamas y combustión, aunque hay otras fuentes que afirman que el ave legendaria muere y simplemente se descompone antes de nacer de nuevo. Existen diferentes tradiciones con respecto a la vida útil del fénix, pero en la mayoría de los casos el fénix vivió 500 años antes del renacimiento.​ Heródoto, Lucano, Plinio el Viejo, papa Clemente I, Lactancio, Ovidio, e Isidoro de Sevilla están entre los que han contribuido al recuento y transmisión del tema del Ave Fénix. (Wikipedia.)

Son muchos más los seres míticos, esto fue apenas una muestra... creo que próximamente publicaré algo sobre los seres míticos del antiguo México...


martes, 25 de febrero de 2020

Arredovaya y/o Va de reto Satán!

   Hace muchos años, en 1991, en una ida a México compré el libro de Juan Villoro en el que comenta un viaje a Yucatán, me fue amena la lectura y las referencias que ahí menciona me fueron sumamente familiares pues, para entonces llevaba diez años viviendo en Cancún con su consabida influencia yucateca en el hablar y comer. De pronto hubo una palabra que llamó mi atención: "arredovaya", nunca la había oído a pesar de mi diaria convivencia con gente yucateca, o tal vez la había oído y no le había puesto la debida atención. Se me quedó muy grabada, tanto, que, en la primera oportunidad que tuve la implementé y fue más la sorpresa con mi interlocutor, que era yucateco, que de inmediato me preguntó el por qué conocía esa palabra.

  Ahora, 27 años después, consultando el Diccionario de mexicanismos (1) de Icazbalceta de 1899, encuentro la palabra que de inmediato recordé. Luego me fui al Diccionario de autoridades (2) de 1727 y esto fue lo que encontré:

1.- Arredro vaya. ant. Imprecación equivalente a ¡Vaya lejos! ¡Fuera de aquí! (Vade retro!).

En mi niñez oía yo a algunas ancianas rezar una especie de rosario que consistía en invocar mil veces el nombre de Jesús, repitiendo a cada cien esta coplilla:


«ARREDRO VAYAS, Satanás,
A mi muerte no asistirás,
Pues el día de la Santa Cruz
Dije mil veces Jesús, Jesús, etc., etc.».


2.- ARREDRO. adv. Equivále à atrás, ù detrás, ò hácia atrás. Usase de ordinário como cierto género de conjúro, para ahuyentar ò hacer retirar à alguno. Es vulgar, y regularmente vá acompañado con la palabra vayas. Es tomado del Latino Retro. QUEV. Tacañ. cap. 4. Llegóse à él el Estudiante, y dixo arrédro vayas Satán, cata la cruz.
Arredro vaya. ant. Imprecación equivalente a ¡Vaya lejos! ¡Fuera de aquí! (Vade retro!).


lunes, 24 de febrero de 2020

Del rancho y sus palabras que vienen del español antiguo.

  Cuando te gusta leer comienzas a crear una relación con las palabras y eso te lleva a un interés de saber su evolución, su fonética, y cómo, al paso del tiempo, su significado va cambiando. El primer ejemplo que me viene a la cabeza es el de la palabra pirámide, que de inmediato lo asociamos con una construcción prehispánica, sea la de Teotihuacán que la de Chichén... incluso con una egipcia. Pero, hubo un tiempo, el siglo XIX, en el que por pirámide se entendía una columna u obelisco.

  También comenzamos a notar como una lengua va influyendo en otra, por ejemplo, si abres un diccionario en su primer tomo, la letra A, y te vas a las que comienzan con "al", notarás que todas tienen origen árabe porque eso es el artículo, es decir el "al" árabe, corresponde al "el" en el español actual.

  No dudo que en algún momento hayas notado que ciertas palabras en náhuatl siguen siendo de uso común en el español de México, como "popote", "achichincle", "petaca", "chiche" y muchas otras más.

  Hemos dado cuenta aquí, en El Bable, de palabras coloquiales de uso en la actualidad como "bato" , "huerco", "güero" y "jale" y de cuál creo sea su origen. Esta vez lo que me ocupa es recordar aquellas palabras que hace medio siglo llegué a oír de gente que vivía en el campo y que conservaban  palabras del antiguo español, de ese que fue el que llegó a México junto con la conquista y se quedó arraigado en la zona rural, para ello nos apoyamos en la primera edición del Diccionario de Autoridades, publicado en 1726 (me refiero a las que van en cursiva):

ANSINA. adv. Lo mismo que Assi. Vease. Es voz baxa, y antiquada. ARTEAG. Rim. fol. 44. "Fablandola ansina, besa las ferídas que la acaban".

DINDIQUIAQUI: Equivale a "desde hace tiempo".

MESMO. Vease Mismo.

RANCHO. s. m. La junta de varias personas que en forma de rueda comen juntos. Dícese regularmente de los soldados, los quales contribuyen cada uno con aquella porción de sueldo que se le reparte, y necessita para comer en compañía. Latín. Contubernium. Mapale. CERV. Persil. lib. 2. cap. 10. Quisieron los desposados, que cenásemos en el campo los varones, y dentro del rancho las mugeres. M. LEÓN, Obr. Poet. tom. 2. pl. 123.

En el portal los Gallegos
Hicieron su rancho aparte,
Porque siempre son amígos.
De dormir en los portales.

SEMOS. Somos

Faltan muchas más, por ahora, son las que recuerdo. ¿Sabes de alguna otra?

domingo, 23 de febrero de 2020

Xúchiles, los antiguos elementos festivos en la zona serrana del estado de Guanajuato

  Los ornamentos que ahora muestro los he visto en la zona rural de Dolores Hidalgo y en la de San Miguel de Allende, seguramente los hay por San Diego de la Unión y San Luis de la Paz, pero aún no he topado por ahí con ellos... igual debe ocurrir en la región noreste del estado, en las comunidades de la Sierra Gorda pero, hasta allá hace tiempo no llego. 

  Siempre me han llamado la atención, ahora sé cuáles son sus nombres: Xúchiles o Cruceros son los elementos grandes, alargados, como el de la primera y quinta fotografía.

  Esta y las siguientes son Custodias.




  Y estos bastones o jaras... yo las interpreto como canillas, dado que siempre se colocan entrecruzadas en la cruz, y veo referencia al Calvario que regularmente incluye, en el caso de las cruces atriales una calavera, se dice que es la de Adán, por consecuencia, ahí con los bastones se representa la otra parte del símbolo de la muerte.

  Para saber más del tema te recomiendo googlear (si es que existe el verbo) la palabra "xuchiles o cruceros" y te aparecerá una buena cantidad de información, especialmente la relativa a la fiesta de San Miguel en San Miguel de Allende.






  Esta letanía la tomé del libro Los otomíes, su lengua y su historia de Yolanda Lastra, el cual te recomiendo para ver estas tradiciones que ocurren por los mencionados municipios guanajuatenses.

  Otro de los elementos que encontramos en la referida región son los Prandes, que son ofrendas de pan.


sábado, 22 de febrero de 2020

El reparto agrario en la Hacienda de San Juan Hueyapan, Hidalgo

    En un artículo anterior compartí el texto de Edith Boortein Couturier en el que plantea con el sugerente título La hacienda como víctima de la Revolución, el caso del reparto agrario en la hacienda de San Juan Bautista Hueyapan, en el estado de Hidalgo; esta vez, dando continuidad a lo que seguramente ya leíste, lo que fue la década de los años veinte del siglo XX, una vez implementado el reparto en esa región:

   Con respecto al segundo foco de descontento en la región, el Vite, la razón de su primera solicitud para obtener tierras que geográfica más que industrial. Al igual que Huasca, los cambios recientes habían agravado al problema. El Vite y su aldea hermana, San Sebastián, se hallaban localizadas en la barranca que era parte del sistema fluvial del río Meztitilán y tanto geográfica como climatológicamente eran distintas del valle de Hueyapan. Si las aldeas eran entidades separadas que merecían estatus político o si eran consideradas rancherías había sido durante mucho tiempo un punto de conflicto entre los habitantes y los hacendados.
   San Juan Hueyapan, durante los tempranos periodos de centralización, habían logrado controlar la zona de las barrancas. Con la centralización de San Juan bajo los Landero, el Vite se puso bajo control de la hacienda, aunque el control económico y la aplicación de la ley continuaron ocasionando serios problemas. Desde 1907 un administrador se lamentaba de que no sabía qué hacer “con la gente que vivía tan cerca de las barrancas y tan aislada de la hacienda”. Los arrendatarios y medieros de El Vite acusaron de cuando menos un asesinato, un daño e innumerables desapariciones de ganado, a una familia de nombre Fernández. En un esfuerzo por controlar el área, la hacienda designó un representante en El Vite. Posteriormente se introdujo el sistema de estancia y la tierra se rentó a Espiridión Yáñez, un pequeño propietario de la región. Algunos miembros de la familia Fernández fueron desalojados de El Vite mediante su arresto; otros desalojaron cuando la medianería fue sustituida por la renta de la tierra.
   Con amenaza de reforma agraria, los Landero tomaron medidas más eficaces. Antonio Perales y Ángel Fernández, dos de los miembros que quedaban en la comunidad de El Vite fueron arrestados por las autoridades de la hacienda en 1917 por robar aguamiel, el extracto del cacto que se utiliza en el pulque. Ellos negaron el cargo. Sus vecinos solicitaron al gobierno que reparara el agrario y que les concediera tierras la reacción de Landeros fue brusca. Mandó destruir las casas de El Vite en un intento por demostrar que no era la aldea; expulsó a algunos residentes de la ranchería y dispersó a los demás cediendo la propiedad a su hermana Luz L. de Arozamena. A pesar de que un ingeniero recomendó que se otorgara a El Vite el status de pueblo y que se le concediera tierras, el gobierno rechazó la petición y fue temporalmente clausurada. 
   Los primeros dos esfuerzos tentativos de reforma agraria en la región de Hueyapan no tuvieron ningún resultado. Por una combinación de inercia por parte de la comisión Agraria del Estado en el caso de Huasca y mediante la intervención del gobernador del estado para proteger los intereses de Landero en el caso de El Vite, no se distribuyó nada de tierra ante de 1920. Sin embargo, estos acontecimientos no fueron insólitos, ya que solo 180,000 hectáreas de tierra fueron repartidas a 30,000 individuos en todo México en los años anteriores a 1920.
   La reforma agraria durante los años veinte se vio afectada por las vicisitudes políticas tanto a nivel local como nacional. Algunas administraciones pusieron énfasis sobre el asunto y patrocinaron la legislación para simplificar los procedimientos y estimular a las aldeas a que solicitaran tierra. El gobierno nacional durante la época trataba todavía de ejercer un poder político estable, así como el control de la administración regional. La Reforma Agraria era un programa en torno al cual se podía alcanzar un grado de consolidación. Alentados por un gobierno permisivo, impedidos por el declinamiento de la producción minera, y presionados por una creciente población, difícilmente existía un agrupamiento de gente en la región de Hueyapan que no hubiera solicitado tierra antes de 1930

   La reacción de Pepe Landero a la crisis fue interesante y astuta. Desde 1918, cuando se registró la primera solicitud en Pachuca, el vendió las partes de tierra que podían ser afectadas por la reforma. En 1925 y 1926, registró los documentos adecuados en Atotonilco el Grande y Huasca, indicando que había subdividido toda su propiedad, evitando de este modo las expropiaciones a gran escala. Las principales beneficiarias de esta venta ficticia fueron sus hermanos, sobrina y amistades de la familia. La mayor parte de San Juan Hueyapan, por lo tanto, continuó operando como una unidad, con un solo administrador y con procedimientos unificados de mercadotecnia. Aquellas áreas que con seguridad iban a ser afectadas, o las traspasó a los pueblos o las vendió a los pequeños propietarios vecinos, quienes posteriormente cargaron con el embate más fuerte del movimiento de la reforma. El prometió dar tierra a los residentes de la hacienda si estos no se unían a los ejidos. Finalmente tomó ventaja de las leyes favorables de colonización para establecer en la hacienda a un grupo de campesinos inmigrantes germanos. Desafortunadamente, pago a los alemanes el mismo jornal que se acostumbraba pagar a los peones mexicanos, y al cabo de algunos meses, todos, menos uno habían partido. Este hecho no evitó que Landero alegara la exención de las leyes de reforma en base de su esquema de colonización.
   Aunque Pepe Landero pudo postergar su crisis, los tenedores de propiedades más pequeñas en la región no tuvieron tanto éxito. En 1925, dos terratenientes menores se vieron obligados a entregar casi 600 hectáreas al pueblo de Huasca. La pérdida fue seria, puesto que ninguno de ellos poseía más de 1,000 hectáreas. La forma como huasca recibió esta tierra se hallaba en conformidad con el patrón general del país. En 1925 se procesaron y completaron más solicitudes que en ningún año anterior, y las tierras principalmente afectadas no fueron las grandes haciendas sino las propiedades que colindaban con los pueblos. 
   El vite también recibió posesión definitiva de 790 hectáreas de tierra durante los años veinte mediante los esfuerzos de la familia Fernández, y la hacienda de San Juan se vio afectada por esta concesión. El éxito de la familia Fernández en la obtención de un ejido para el Vite, que se encontraba totalmente circunscrito dentro de las tierras de la hacienda, solo puede ser explicado por su obstinación: sentían rencor contra Pepe Landero. Esto y su interés en explotar la tierra para su propio beneficio, condujo, en 1927, a la posesión provisional del ejido.
   El pueblo de Acatlán, encabezado por miembros de la familia Olvera, hizo su primera solicitud de tierras en 1926. En vista de que Acatlán poseía ya 2,571 hectáreas, incluyendo San Dionisio (que había sido disputado con San Jun Hueyapan a lo largo del siglo XVIII) y siendo que su población permaneció relativamente estática y se vio menos afectada por la declinación en la producción minera, esta solicitud fue relativamente tardía. La solicitud fue procesada en 1928 y en 1929 Acatlán recibió 1,270 hectáreas de tierra, en gran parte de propiedades que pertenecían a José Landero, aunque él no admitiera que las tierras fueran suyas. Es importante advertir, sin embargo, que las fracciones de tierra tomadas de San Juan y de Cuyamaloya para ser entregadas a Acatlán, siempre habían sido trabajadas marginalmente, es decir, se habían rentado o utilizado para pastoreo.
Acatlán recibió tierra en 1929 principalmente debido a que en ese año se repartió más tierra a los ejidos que en ningún otro año anterior. Por cierto, este año fue el de más repartos hasta la época de Cárdenas. La actividad se volvió contagiosa. Aun las rancherías relativamente aisladas de la región hicieron solicitudes para obtener tierras. En 1929 las solicitudes de los acasillados en las rancherías del valle de Hueyapan comenzaron a llegar a Pachuca. Agua Zarca y Santo Domingo, por ejemplo, organizados por una de las familias más ricas, los Villegas (quienes eran arrendatario y medieros), solicitaron tierras.
   A pesar de las cuarteaduras en la estructura social y económica, la hacienda se conservaba casi intacta al final de los años veinte. Se había hecho frente al sistema de ejido quedando éste temporalmente diferido.


Fuente:

Boortein Couturier, Edith. La hacienda de Hueyapan, 1550-1936. Sep Setentas. SEP. México, 1976, pp. 174-181.