sábado, 31 de octubre de 2009

El panteón en la zona minera de San Antonio, BCS

Seguramente habrán varias personas que comparten comigo esa afición de visitar panteones, cementerios, camposantos, como gustes llamarles. Siempre habrá algo extraño, único, particular, bello o impresionante que encontrar en esos lugares que muchos creen son santos, pero que yo los considero lugares de reposo y de respeto. Es allí donde acaba la vida material, es por eso que están llenos de esa peculiar atmósfera. En algunas ciudades son visita obligada a los turistas. Buenos Aires, Moscú, París, por mencionar solo tres. En la Ciudad de México el de San Fernando es una verdadera joya y aquí en la parte sur de la península de Baja California encontramos un verdadero circuito que se puede realizar de panteón en panteón. San José del Cabo, Santiago, San Bartolo, San Antonio, El Triunfo y uno más, cuyo nombre lo desconozco pero que se localiza en el camino a Santa Rita son una muestra de arte funerario excepcional.

La zona minera de El Triunfo, enclavada en la Sierra de la Laguna, fue un lugar de enorme riqueza, llegó a ser la región más poblada de toda la península, las minas de oro produjeron en abundancia durante la segunda mitad del siglo XIX, en la actualidad son pueblos abandonados que están cobrando impulso, gracias a su singular belleza y tranquilidad, algunos visitantes, pocos en realidad, se han dado cuenta de lo mucho que hay que ver saliendo de San José del Cabo rumbo a La Paz.

En Santiago encontrarás alojamiento sencillo y donde comer. En San Bartolo no te pierdas un desayuno ranchero, con café de talega y burritos o empanadas. En San Antonio y El Triunfo encontrarás solo tienditas. Si no andas en auto, los autobuses Águila hacen el recorrido cada dos horas aproximadamente. No está de más aclarar que este mes de septiembre y octubre hemos tenido más lluvias de lo habitual, por lo tanto el verde es exuberante, en el verano verás todo seco.












La historia de las minas de Santa Ana y San Antonio en la zona del Triunfo la puedes conocer aquí:

http://vamonosalbable.blogspot.com/2009/01/el-triunfo-bcs.html

viernes, 30 de octubre de 2009

Requiem In Perpetum. Carretera Transpeninsular del Kilómetro 35 al 45. Los Cabos, BCS.

Antes era más sorprendente que ahora, hablo de hace unos diez años o más. La población era mucho menos de la mitad que hay actualmente y aun no se habían hecho las remodelaciones sobre la carretera que hubo a propósito del evento de Apec en 2002. Esa ampliación en la carretera hizo desaparecer muchas de las cruces que a lo largo de la misma existían.

Recuerdo que hace poco tiempo la carretera era tan poco transitada que se convertía en pista de arrancones los sábados por la noche. Que no había fin de semana en que no hubiera un muerto por la imprudencia al conducir y que durante las noches de invierno las vacas se posesionaban de la cinta asfáltica buscando el calor de la misma.

Se decía que este era el tramo carretero que registraba mayor número de accidentes y, ni quién lo dudara, con la cantidad de cruces testimoniales de los fallecimientos a lo largo de este tramo es la muestra. Estas son algunas de las cruces existentes en tan solo 10 kilómetros de la Carretera Transpeninsular.















Si quieres saber más sobre la Carretera Transpeninsular, checa este post:

http://vamonosalbable.blogspot.com/2009/01/arriba-y-adelante-la-carretera.html

jueves, 29 de octubre de 2009

El más antiguo de los panteones de San José del Cabo, BCS

En la punta de la península, San José del Cabo son varios los panteones que existen, el principal ahora llamado Municipal, se encuentra a pocos metros de la playa, cuando inició la secularización de los panteones a raíz de las Leyes de Reforma, fue en 1860 que los panteones dejaron de ser controlados por la iglesia, inició el Registro Civil y los sacramentos dejaron de ser oficiales para pasar a ser un ceremonial religioso, no obligatorio para aquellos que profesaran la fe Católica.

Esto no pudo haberse hecho de un día para otro, si consideramos que en nuestros días la península en ocasiones recibe con algo de retraso la información de lo que acontece en el centro del país, más aun pudo haber sido en el siglo XIX, cuando las comunicaciones eran por escrito traídas en carretas que llegando a la costa hacían el recorrido por el Mar de Cortés, cosa extenuante y que llevaba mucho tiempo, en resumen, aquí llegaban las disposiciones oficiales con algo de atraso.

La Misión de San José que fuera levantada por los Jesuitas en 1770 fue cambiada de su lugar original, esto a raíz de la destrucción que sufrió al poco tiempo de haberse construido. Cuando se ubicó el lugar en donde se levantó la nueva Misión fue a la orilla de una hondonada con fácil acceso al estero, que era la fuente de agua dulce que hacía posible la vida en esta zona. Era la Aguada Segura conocida por los marineros experimentados como el lugar de abastecimiento luego de hacer el largísimo viaje desde Filipinas. La misión fue abatida por varios huracanes, uno de ellos destruyó de nueva cuenta el templo, lo podemos ver en la primera foto, esto ocurrió en la primera década del siglo XX, desconozco la fecha exacta.

Y fue aquí, en la Misión de San José donde se ubicó el primer panteón, como lo marcaba la tradición, en los terrenos colindantes con el templo. Quizá los de la parte norte fueron en algún momento panteón, allí es donde actualmente se levanta la casa de la misión, del lado sur (que se ve en la foto) sí que lo fue, allí se localizaban varias tumbas, se desconoce el nombre y origen de muchos de los que fueron sepultados, no fue hasta la remodelación que el centro de San José sufrió a raíz de la entrada de Fonatur a Los Cabos que hubo la necesidad de remover lo que contenía esa pequeña loma que se formó con el paso del tiempo y que era contenida con la barda perimetral. La que si desapareció totalmente fue el arco de la puerta de entrada que formaba la mencionada barda, lo puedes ver en la segunda foto.

De lo poco que queda, o mejor dicho, de lo único que queda encontramos tres lápidas, una de ellas totalmente ilegibles, las otras dos dando testimonio de quién reposa y en que fecha sucedió su deceso. Mexicanos y extranjeros, San José del Cabo, o lo que ahora conocemos como Los Cabos, ha sido desde su origen punto de atracción a gente venida de todos lados, la prueba la tenemos tan solo con las dos lápidas que se rescataron durante la remodelación por el año de 1977.


Si te interesa saber más sobre la secularización de los panteones, entra en este enlace:
http://vamonosalbable.blogspot.com/2009/05/secularizacion.html

Si quieres ver sobre la Aguada Segura, entra aquí:
http://vamonosalbable.blogspot.com/2009/01/anuiti-aguada-segura-san-jose-del-cabo.html

miércoles, 28 de octubre de 2009

Dicen que murió de frío, yo se que murió de amor… Las mujeres guerreras.

De la más de docena de años que llevo viviendo en San José del Cabo, fue hasta hace poco que oí una leyenda que me dejó impactado: Hay en el panteón local una tumba que, especialmente las adolescentes visitan, llevan una rosa roja y le dejan regalos a la que murió de amor, dicen que ella ayuda a aquellas personas que tienen alguna dolencia de esas de amor, que une parejas, que ayuda a encontrarlas. Esta muchacha murió hace muchos años, al parecer venía de Europa, su padre era muy severo y le ahuyentó al novio que tenía, ella no resistió esa separación y murió.

A partir de ese momento me llené de preguntas, pero sobre todo, me vino a la memoria de inmediato una canción de Oscar Chávez que cantaba en los inolvidables años setenta, basada en un poema del apóstol cubano José Martí. Incluso llegué a pensar que Martí quizá escuchó la leyenda y de allí se inspiró para su poema.

Fueron dos meses, de averiguar con toda la gente nacida aquí que conozco, a todos y cada uno de ellos les hice la pregunta y la respuesta fue exactamente la misma: “ah si, he escuchado algo de eso, pero no me acuerdo”. Hubo alguien que me dijo que no era tan vieja como para acordarse. Y hubo quien no tenía la menor idea de lo que le estaba hablando. Hubo quien me dijo le preguntaría a su “nana” como le dicen acá a las abuelas y no corrí con suerte. Finalmente un muy estimado amigo me hizo llegar un link a un blog llamado “Cañada de los Perros” en donde me dio la pauta para averiguar más al respecto.

Evidentemente que lo primero que hice fue ir al panteón, entrando a la derecha, me dijo alguien, la encontrarás, cosa difícil en un mar de tumbas, de excepcional forma, por cierto. Encontré al vigilante y le pregunté, ah si, me dijo, está por allá y me señaló el sitio. Atrás de la cruz. ¿Cuál?, pregunté, en un lugar donde hay unas 2000 cruces necesitaba saber exactamente cual. Venga, se la mostraré. Enfilamos entre las tumbas y la señaló estando frente a ella. Esa es. ¿Y usted que sabe? Le pregunté. Pues no mucho, parece que venía de Dinamarca y que su papá la encerró en su casa y cuando quiso casarse el le ahuyentó al novio y ella se murió. Creo esa es la historia.

Era ya la segunda tercera versión que oía, pero lo bueno es que en ese blog de la Cañada hacía referencia a un nombre que podría ser la clave de todo, el Profesor Fernando I. Cota Sandez, persona de grato recuerdo en la región. En la primera oportunidad que tuve, luego de tres huracanes seguidos que padecimos, fui a la biblioteca municipal y dí con un pequeño libro, de esos muy comunes en los pueblos, los que se editan en la conmemoración de algo para preservar la memoria local. Lo que encontré fue esto: “la historia de esta beldad se puede explicar de la siguiente forma: Juan Mouet –francés- contrajo matrimonio con Priscila Ceseña, procreando 12 hijos, entre ellos Adelina, quién casó con Pablo Seguín –portugués- Adelina y Pablo se quisieron entrañablemente hasta que ella murió joven y enamorada de su esposo, en el justo momento del parto del primer hijo”. Relatos, anécdotas y forjadores del Municipio de Los Cabos. Fernando Cota, 1996.

La historia cambiaba drásticamente, Adelina no murió de amor, murió en el trabajo de parto, esto me remite a una de las cosas mas interesantes que hay en la cosmovisión azteca, el Cinacalco o “casa del maíz” lugar donde descansan estas mujeres que eran consideradas como guerreras, pues dar a luz es una batalla y si un guerrero azteca moría en la contienda era considerado un héroe, igual privilegio tenían las Chihuapipiltín “mueres valientes”. Al morir en el parto las almas eran recibidas por unas palomas que les indicaban el camino a la casa del maíz; comenta el Arqueólogo de la UAZ, Alfredo Carrillo que recibían también el nombre de Mocihuaquetque, mujeres guerreras, “se les daba esta denominación porque se pensaba que el dar a luz era una especie de batalla de la cual se podría salir triunfante o muerta. Se les llamaba también Tzitzimeh, mujeres monstruo. La muerte al dar a luz, se equiparaba con los logros de un guerrero cuando capturaba prisioneros y por ello la casa donde moran los guerreros y las mujeres es de igual importancia”.

Tonatiuh, el sol, era acompañado en su diario camino por dos ejércitos, el de las almas de los guerreros muertos desde el amanecer al medio día y por las Cihuateteos, las mujeres muertas de parto, del mediodía hasta la puesta del sol. Y era el privilegio mayor que se podía tener en la vida, recordemos que para los aztecas la muerte era mas importante que la vida. Así pues Adelina está presente aun, pues del mediodía en adelante ella brilla allá en lo alto en los días tan calurosos del verano josefino. Pero… ¿Qué hay de la vida de Adelina?

Otro de los ilustres personajes sudcalifornianos nacido en la comunidad de Santa Anita, Pablo Leocadio Martínez tiene, además de uno de los estudios históricos mas importantes de toda las Baja Californias, la del Norte y la del Sur, un documento excepcional. El se dedicó a recabar toda la información de nacimientos, defunciones y matrimonios existentes en las notarías desde Ensenada hasta San José del Cabo y allí se pueden verificar las ramas genealógicas de todos los habitantes de la península del siglo XVIII y XIX, Guía familiar de Baja California 1700-1900, publicado por el Instituto Nacional de Migración, México 2002, allí encontramos que:

El nombre completo es Adelina Serapia Mouet Ceseña, nació el 3 de Septiembre de 1854. Su padre es Juan Nicolás Mouet, nacido en Francia en 1818, muerto en San José del Cabo el 9 de mayo de 1883. Su madre es Prisciliana Ceseña, nacida en San José del Cabo en 1839. Pablo Seguín nació en La Paz en 1856, es descendiente, tal vez, de portugueses, su padre es Pedro Seguín y Mariana Pedroza. Adelina y Pablo casaron en San José del Cabo en Septiembre de 1876, murió a los 22 años el 5 de abril de 1878. Al parecer Adelina fue la hija mayor, sus hermanos documentados son 8: María Melisa de Jesús (25 nov 1856); Guadalupe (12 dic 1859); Juan Eduardo (12 oct 1861); Eduardo (17 oct 1863); Francisco (17 oct 1870); Vicente (7 ago 1872); Celso Alfredo (18 oct 1876); Prisiciliana (6 mar 1879).

¿Y que hay con la que murió de amor? Pues esa era la Niña de Guatemala, se llamaba María García Granados, era hija de Miguel García Granados, Presidente de Guatemala y murió a los 17 o 18 años, se enamoró apasionadamente del cubano José Martí, cuando el vivió en ese país entre 1877 y 1878, y fue precisamente cuando el regresó a Guatemala luego de haber pasado una temporada en México que volvió casado y ella, simple y sencillamente, murió de amor, su historia la cuenta José Martí en una de sus mejores poesías en el libro publicado en Nueva York en 1891, Versos Sencillos.

A la conclusión que puedo llegar es que la memoria colectiva de un pueblo necesita de leyendas, de esas historias tan particulares que antes las abuelas solían contar a sus hijos y nietos y que nos identifican con el lugar donde vivimos. Mientras la gente siga aferrada al televisor, las historias que tenemos se nos escaparán de la memoria, esa riqueza de tradición oral que existe en México debe ser rescatada también.

Como nota final no creo que la tumba haya sido traída de Portugal, todos los panteones que he visto en la península de Baja California, que son espléndidos, por cierto, tienen lápidas hechas en Mazatlán y Guaymas, además de las locales.

Todas las fotos de este artículo fueron tomadas en el panteón de San José del Cabo, a excepción de la del busto de Martí que tomé en La Paz, BCS.

Por si no conoces a la Niña de Guatemala, aquí te dejo la versión de Oscar Chávez.

http://www.youtube.com/watch?v=_f2ZZ4Oy_Tg

lunes, 26 de octubre de 2009

Los niños muertos, angelitos que se van al lugar más especial del Mictlán

En El Bable hemos visto ya muchos ejemplos de lo que es el sincretismo y el mestizaje de ideas, y hay algo que tenemos en México que lucha por sobrevivir y, por fortuna lleva ganada una buena parte, tan es así que “en ceremonia llevada a cabo en París, Francia el 7 de noviembre de 2003 la UNESCO distinguió a la festividad indígena de Día de Muertos como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad".

Lo intangible es, la mayoría de las veces, lo mas difícil de entender. En este caso todavía más al ser tantos los detalles contenidos en las celebraciones de muertos en México que si no las vemos detalladamente será una saturación de ideas, así que mejor vayamos por partes.

Los antiguos mexicanos pensaban que había distintos lugares a donde los muertos iban a parar, luego del largo camino por el que tenían que transitar. El Tlalocan era el lugar destinado a aquellos que habían muerto por algo relacionado con el agua. El concepto era tan amplio que igual incluían a los ahogados que a los que les hubiera caído un rayo o a los enfermos de lepra que luego de su pesada vida eran premiados con ese paraíso de Tlaloc, dios de la lluvia, en donde todo era verdor y abundancia. El Tlalocan se ubicaba al oriente y se asociaba con el color azul oscuro y al morado. Recuerda que hay maíz con esa coloración.

Otro lugar más a donde los muertos iban a parar era el Mictlán, asociado con el color amarillo y el maíz de ese color. Y era en el Mictlán en donde había un lugar muy especial se llamaba Chichihuacuauhco, en donde se encontraba un árbol con pezones de los cuales manaba leche y era ese el lugar a donde los niños que morían antes de ser destetados y que no podían comer maíz iban para acabar de amamantarse en espera de una segunda venida al mundo de los vivos.

Es, desde entonces, que tenemos en México un culto muy especial hacia los muertitos, a esos que tradicionalmente se les ha nombrado “angelitos”.

Y que sorpresa me llevé al caminar por San Bernabé, comunidad muy cercana a San José del Cabo, BCS, lugar en donde actualmente vivo, y encontrarme una extraña cruz, a la que hace algún tiempo, quizá tres décadas se le llevaban flores y se remozaba el 3 de mayo, día de la Santa Cruz pues en ese lugar, además de la Cruz existen los restos de dos angelitos. No se cuando habrán muerto, ni si eran hermanos pero, según me comentaron los pocos que recuerdan los hechos que ese lugar es santo pues dos angelitos reposan allí.

Ahora que estamos a pocos días de la celebración de los muertos no está de mas recordar que esos angelitos están en el Mictlán, más precisamente en el Chichihuacuauhco, muy cerca del árbol de la leche el llamado Chichiuahutl. Fascinante, sin lugar a dudas, es la historia de México, rica en tradiciones, leyendas y costumbres y aunando a todo esto la Cosmogonía azteca; lo nuestro destaca, no me cabe la menor duda.

Es triste que en la región de Los Cabos, muchas de sus extraordinarias leyendas se hayan olvidado, no haya quién las recopile y las difunda. San José del Cabo es tan mexicano, como cualquier otra zona de México, y es rica en historias, costumbres y leyendas, creo que ya es hora de darle el lugar que se ha ganado a través del tiempo.

¿Interesado en el tema del Mictlán? Aquí encontrarás cosas interesantísimas:
http://www.imixjaguar.com/Imix_Jaguar.com/Xibalba_y_Mictlan.html