lunes, 9 de abril de 2012

La desertificación en Guanajuato: El río La Laja

Esto que vemos ahora no es precisamente el que fuera, lamentablemente lo debo anotar en pasado, el río la Laja. Es uno de los varios arroyos que hubo (también en pasado) cercanos a la ciudad de Guanajuato. El asunto está en que hoy día, año de 2012, eso es lo que vemos en el estado de Guanajuato: lechos de ríos, de arroyos, ojos de agua, todos ellos secos.


Cuando nos vamos adentrando a la Historia del estado de Guanajuato vemos que una de las constantes era el agua. Era, nuevamente en pasado. Recuerdo que, hace no mucho, poco mas de medio siglo, se decía que uno de los problemas que había en el Bajío era que, al eterrar a los muertos, estos no podían estar a los reglamentarios tres metros de profundidad pues, habitualmente se encontraba agua allí. Recordemos que, no solo en el Bajío, también al norte del estado, por el Camino Real de Tierra Adentro, se le nombraba a la zona "los ojos zarcos".

Zarco era una forma de denominar algo que tenía el color azul, sea el agua, los ojos. Hay una novela muy mexicana, costumbrista de mitad del XIX llamada El Zarco y él era precisamente un personaje cuyos ojos eran azules, pero los ojos zarcos no solo eran de esas personas, los eran también los manantiales de agua que, entonces abundaban por todos lados del estado, entonces Intendencia de Guanaxuato, especialmente al norte, entre San Felipe y Ojuelos.

Había también manantiales en donde el agua brotaba a altas temperaturas, muchos puntos había en el estado, como San Bartolo por Apaseo el Alto, Atotonilco por San Miguel, Taboada también por ese rumbo; la Calera por Abasolo, Comanjilla por León. Si algo había en Guanajuato, eso era agua, consecuentemente bosques, pastos y una abundante vegetación en general.

El descubrimiento de minas en el pueblo que se llamó de Santa Fe, que ahora es la capital del estado, fue para bien, en el sentido de que las arcas de la Corona Española se llenó; para mal porque los bosques que había en la región fueron todos ellos talados para producir carbón que era necesario para las fraguas de las minas. Más aun, la introducción de ganado mayor y menor, vino a cambiar radicalmente lo que la naturaleza había creado en varios millones de años. Ahora estamos pagando las consecuencias.

Talar árboles y no reforestar, lo sabemos ahora, conlleva a la erosión. Esa introducción de ganados que hubo a lo largo del XVI y XVII aumentó a pasos agigantados la erosión. A esto le agregamos que históricamente el Estado de Guanajuato ha mantenido una de las poblaciones más numerosas del país y, más aun, la creación de parques industriales que requieren de grandes cantidades de agua a lo largo del llamado "corredor" que va desde Apaseo, pasando por Celaya, Cortazar, Villagrán, Salamanca, Irapuato, Silao y León lo que han producido es que hoy día tengamos escasez de agua. Y son casi seis millones de gargantas las que tienen sed, todas ellas solo las que viven en Guanajuato.

Antes, nuevamente nos referimos al pasado, había varios ríos en el estado de Guanajuato, la mayoría tributarios del Lerma. Eso lo aprendí hace un montón de años, el Tigre, el Turbio y la Laja, eran los principales, luego, claro está del Lerma. Había más pero sus nombres no los recuerdo. Cercano a Salamanca había un lugar emblemático, se llamaba las Adjuntas, que era el punto en donde La Laja, vertía sus aguas en el Lerma, eso ya pasó a la historia pues, lo que vemos en esta fotografía es el "lecho" del "río la Laja". Todo entrecomillado.

En donde hay agua, es agua putrefacta. Como nadie se preocupó por controlar los azolves, ni nadie controló la sacada de arena para la construcción, de pronto la Laja, al igual que tantos ríos menores y arroyos, se han vuelto focos de infección. Lo vemos claramente en la foto. Aguas estancadas que solo producen mosquitos y alguna que otra bacteria.

Hay puntos en el que, de plano, el agua no existe, y eso es lo habitual, hoy día en el lecho del que fuera un río tributario al Lerma, el cual llevaba tanta agua a principios del siglo XIX que el ayuntamiento de Celaya, aprovechó la visita del virrey Iturrigaray para que, luego de aprobar las corridas de toros en esa ciudad, se usaron las ganancias de la fiesta brava para construir un puente que era indispensable para el libre tránsito en el Camino Real y el acceso a la ciudad durante las crecidas del río la Laja. Todo eso guardado en la memoria histórica pues ahora poca o nada de agua baja por allí.

Oímos sobre el problema de la desertificación pero aun no hacemos conciencia ni, mucho menos, dimensionamos el tamaño de lo que se nos avecina si esto no llega a ser controlado. Las fotografías satelitales sorprenden a muchos pero acciones no hay. La desertificacion se expande, la población sigue creciendo, los ríos se siguen secando y acciones, sencillamente, no las hay.

Esto que vemos en la fotografía es el lecho del Río La Laja a su paso por Atotonilco, a pocos kilómetros de San Miguel de Allende y es lamentable su estado.

Tan lamentable que, en donde hay poca agua, su pudrición es tal que se ve esta coloración. No se que tipo de alga o de vegetación sea... de pronto lo composición fotográfica se antoja interesante, la coloración también, pero, ojo, estas son aguas estancadas y podridas.

Es este pues, el lamentable estado en el que se encuentra el Río de La Laja en el estado de Guanajuato... el Temascatío ya se pudrió, el Turbio está en vías de desaparecer, el Lerma es una verguenza... y necesitamos de sus aguas.

Para ver más del Río La Laja :


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