A distancia, a 4 siglos y medio que nos separan de la creación del Camino Real de Tierra Adentro y de todos los Caminos Reales que se construyeron en Nueva España, algunos siguiendo el trazo ya marcado por los pochteca, el tema se ha vuelto un poco romántico al ver todo lo que por ahí ocurría, sean los asaltos, que el paso de las diligencias y carretas, las monumentales recuas que en ocasiones contaba con varios miles de semovientes y las demás escenas que la cotidianidad de la época se desarrollaban al transitar por ese camino. Escenas que no eran solamente las de la época virreinal, sino también las de la guerra de independencia, las del complicado período dominado por Santa Anna, la Reforma, la Intervención Francesa y el Porfiriato. En buena medida toda la historia de México hasta finalizar el siglo XIX pasó por el Camino Real.
El documento que hoy comparto nos dice la cotidianidad vista desde el Ministerio de Fomento en 1877, cuando estaba a cargo de Vicente Riva Palacio. Digamos que la cotidianidad política y administrativa de los caminos justo en el primer año de lo que conocemos como Porfiriato
“Las vías de comunicación por las que se desarrollan el comercio, la agricultura y la industria, principales elementos de la riqueza pública, demandan especial atención de parte de los gobiernos en todos los pueblos; pero mucho más en el nuestro, donde existen circunstancias que acrecen su necesidad. Tan extenso como es el territorio de la República y tan escasa su población, esta se encuentra diseminada, y para ejercitar su actividad necesita ponerse en contacto, estrechar sus relaciones, cambiar los productos de unos lugares con los de otros, y, en una palabra, tiene que emplear mayor suma de esfuerzos que los que han menester en otras naciones. Y aun así, opónense á aquellos intentos las dificultades con que se tropieza en un país cuyo suelo está sembrado de ásperas sierras, y en el que no existen ríos navegables.
Así pues, ninguna pretensión hay más legítima que la de que el Gobierno provea á la construcción de nuevas carreteras y á la conservación y mejoramiento de las que existen. La Secretaría de Fomento lo comprende, y por eso ha procurado satisfacer las exigencias de la situación en este punto; y si es verdad que ella misma no cree haber llenado sus propios deseos sino en cuanto se lo han permitido los recursos de que dispone, en cambio, abriga la convicción de que en las obras ejecutadas se han realizado mejoras positivas que irán aumentándose á medida que los fondos con que cuenta esta Secretaría sean más apropiados y basten á atender á los diversos ramos que de ella dependen.
Para aquellos que solo tienen oportunidad de palpar lo necesarias que son las buenas vías de comunicación, pero no de comprender lo que para construirlas y conservarlas es preciso hacer, parecen siempre estrechos, limitados, insuficientes los esfuerzos de la Secretaría de Fomento. Tal es el origen de su impaciencia; pero para que los reproches sean justificados, debe entrarse al prolijo examen de todas y cada una de las dificultades con que el Gobierno tiene que luchar.
Hay que atender, primero, á que no se puede, por decidida que esté la voluntad á ello, proveer en solo un año, que es el tiempo que cuenta de existencia la actual administración, á todas las necesidades creadas en períodos anteriores que se remontan á muy lejanos días. Viénese desde entonces palpando la falta de excelentes carreteras que faciliten las transacciones mercantiles y demás operaciones que dan vida y hacen prósperos á los pueblos, y como si fuera racional exigirlo, se pretende que un Gobierno que acaba de establecerse, realice en breves días lo que dejaron de hacer sus antecesores en largos años y contando con elementos de consideración.
Tampoco se tiene en cuenta el cúmulo de dificultades que es preciso vencer en obras como las que demandan los accidentes del terreno, y menos aún se considera que para ejecutarlas, hay que entablar en México, puede decirse así, una lucha entre el hombre y la naturaleza. De una parte, la escasez de brazos; de otra, los fenómenos atmosféricos destruyendo muchas veces rápidamente trabajos que requirieron cierta lentitud, para que fuesen perfectos en lo que cabe.
Lo anterior no tiene por objeto justificar una omisión, pues como va á verse en seguida, la Secretaría de Fomento ha procurado imprimir toda la actividad posible á las obras del ramo comprendido en este capítulo. Encamínase más bien lo expuesto á explicar á la Representación Nacional y á la República las causas que han determinado en esta ocasión, como ya en otras ha sucedido, el lento desarrollo de un ramo sobre el que están fijas las miradas de todos, porque como hemos dicho, á todos interesa la construcción de nuevos caminos y la conservación de los que tenemos.
En los Anales de esta Secretaría y en su Boletín, se ha dado razón pormenorizada de los trabajos practicados durante los meses trascurridos desde que el autor de la presente Memoria fue llamado al puesto que ocupa. Los documentos que siguen abarcan en más limitado espacio, para facilitar su estudio, el cuadro general de esos trabajos.
Si su lectura induce al legislador á proporcionar á la Secretaría de Fomento mayores recursos que los de que hoy puede disponer, la nación puede estar segura de que no pasará mucho tiempo sin que vea realizados sus deseos.
Relativamente á la inspección de las obras, formación y envío de cuentas, levantamiento de planos, demarcación de distancias por medio de postes, conservación y policía de los caminos, movimiento de cargas y pasajeros, y cuanto se ha estimado oportuno para regularizar la parte administrativa y establecer el orden y adelanto en los trabajos, se encuentra consignado en las circulares anexas á los informes que cita este capítulo. En ellas y en las providencias especiales que se han dictado, se ha tenido por mira principal que, aprovechándose realmente el tiempo y los recursos, las obras se hagan bien y prontamente sin distraer en gastos inútiles los fondos destinados á las misma" (1).
Fuente:
1.- Riva Palacio, Vicente. Memoria de la Secretaría de Fomento, Colonización, Industria y Comercio. Imprenta Francisco Díaz de León. México, 1877. pp.57-59
No hay comentarios:
Publicar un comentario