viernes, 5 de octubre de 2018

La cocina de una hacienda mexicana del siglo XVIII

  El actual rancho de San Elías, en su momento, como buena cantidad de ranchos en el Bajío, es derivación de una hacienda. Por suerte la que fuera su casa grande y un buen terreno en rededor fue respetado y donado (supongo) a la Iglesia, ahí se mantiene en excelente estado de conservación, gracias al buen mantenimiento que le han dado, la capilla original de la hacienda, dedicada, claro está a San Elías, uno de los principales santos de la orden Carmelita. Lo que vemos en la toma es el patio central de la mencionada casa. Nótese que se conserva el piso original.

  Algunas puertas están cegadas, dado que las habitaciones a las que conducían pasaron a propiedad del ejido. Eso es algo que no logro entender, dado que en aquella ley de expropiación de fincas rústicas (entiéndase Haciendas) que Lázaro Cárdenas promulgó, se estableció que se respetarían varios metros en rededor de la casa grande que se mantendría como propiedad del dueño original; en la realidad no sucedió así, hay fincas que están totalmente rodeadas de casas, incluso las paredes de la propia finca sirven como pared de la casa construida por algún ejidatario y ahora, luego de dos o tres generaciones son más y más casas oprimiendo lo que fuera la casa principal, la casa del hacendado.

  Una vez obtenido el debido permiso para explorar lo que queda en pie en San Elías, comienzo a vagar por el patio y sus pasillos, tratando de imaginar cómo fue el sitio cuando era productivo, es así que topo con esta habitación, la primera forma que aparece, a la derecha, me intriga... luego entiendo que se trataba de una suerte de reposador de cazuelas, ollas y demás enseres propios de la cocina pues...

  En la habitación contigua, se localiza precisamente esa cocina que en sus tiempos debió haber sido un sitio muy concurrido. Es una lástima que la hayan abandonado y la usen como cuarto de trebejos, los murciélagos y las palomas se han apoderado del lugar... el olor a guano es intenso pero no me impide el recorrerla en medida de mis posibilidades ambulatorias y extremando precauciones para no resbalar...

  Había dos alacenas..

  En uno de los rincones hay otro elemento escalonado... la pintura roja, es la original.

  Al centro están los fogones, cuatro de ellos... imagina, por ejemplo, un gran cazo de barro en plena cocción de un buen mole... los olores que llegaron a inundar esa cocina fueron, sin lugar a dudas magníficos...

  Y la puerta de acceso a la cocina, de color verde...

  Puertas verdes o azules, eran prácticamente ley...

  Vemos tres tarjas, junto a la ventana...

  Esta del rincón, por ser más profunda fue, seguramente, donde se lavaban los trastos.

  No recuerdo como se llama este tipo de trabajo en las ventanas, como de concha...

  Vemos con claridad otra de las tarjas...

  Este fogón era de dos hornillas y tenía y par de reposos para los trastos hirvientes.

  Hay también un tragaluz.

  Aquí te podrás dar una idea de la cantidad de guano que hay... y a lo que huele...



  Una auténtica maravilla que si se rescatara se volvería una clara muestra de lo que fueron las cocinas de las haciendas del Bajío.

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