De sobra sale comentar sobre la cantidad de palabras (no de cuántas decimos al día, sino cuántas palabras conocemos y usamos al hablar –o escribir-) pues bien sabemos que cada vez limitamos nuestro lenguaje habitual a uno o dos centenares de palabras; ni para qué mencionar lo de las contracciones que se han generado en el modo de escribir una palabra debido al uso y abuso de los msg de texto. Aquí, tratando de ser lo más positivo en mitad de esta situación que ahora vivimos, es el de que si vemos con un poco más de atención a los reportes que se dan día a día en torno a la pandemia, van apareciendo palabras que nos enriquecen el lenguaje. Como la que acabo de “descubrir”: zoonois.
En 1732 la epidemia se definía en estos términos: “La enfermedad que corre comúnmente entre la gente, y que anda generalmente vagando entre muchas personas”.
En 1737 a la peste se entendía como “Enfermedad contagiosa, ordinariamente mortal, y que causa muchos estragos en las vidas de los hombres y de los brutos. Ocasiónase por lo común de la infección del áire, y suelen ser la señal de ella unos bultos que llaman bubones o landres. Por extensión se llama qualquiera enfermedad, aunque no sea contagiosa, que causa grande mortandad.
Tendrían que pasar siglo y medio para entender lo que era la zoonois, actualmente la Real Academia de la Lengua define la palabra así: “Enfermedad o infección que se da en los animales y que es transmisible a las personas en condiciones naturales”.
Con estas ideas en la cabeza, ahora comparto contigo que sigues El Bable, algunos interesantes textos de los que doy enlace a la publicación completa por si te quieres empapar en el tema:
“Esta incomprensión de la naturaleza de la peste no puede sorprender, puesto que no fue hasta finales del siglo XIX cuando el microbiólogo suizo Alexandre Yersin descubrió el bacilo Yersinia pestis, causante de la infección. La peste es una zoonosis transmisible, una enfermedad de las ratas y otros roedores que puede contagiarse eventualmente a los humanos a través de las pulgas. Estas, al picar a las ratas, ingieren sangre con bacilos que se multiplican en su interior. En condiciones normales, las pulgas no buscan huéspedes humanos, pero, cuando la epidemia merma la población de roedores, los insectos hambrientos atacan a cualquier organismo vivo cercano. (Tomado del diario español La Vanguardia, te recomiendo leer todo el artículo, aquí.)
“El nombre de influenza fue acuñado en Florencia, Italia, durante una terrible peste ocurrida en 1357, en la que esta enfermedad fue atribuida a la "influencia perniciosa" de los astros. Algunas epidemias italianas, procedentes de Asia, arribaron a la Península Ibérica y fueron reportadas y descritas en numerosas ciudades españolas a lo largo de la Edad Media como epidemias de catarro o gripe. Una de ellas ocurrió en Sevilla en 1405. El parasitólogo veterinario e historiador español Miguel Cordero del Campillo, en su obra Crónica de Indias, menciona que la primera epidemia de origen europeo que llegó a América en noviembre de 1493 fue la gripe o influenza, y que parece haber sido de carácter zoonótico. Los caballos y los cerdos que embarcó Colón en la isla Canaria de La Gomera, en su segundo viaje a América, enfermaron de un proceso respiratorio identificable aparentemente con la influenza, que afectó también a algunos tripulantes, entre ellos el propio Cristóbal Colón, según la referencia que dio el doctor Diego Álvarez Chanca, médico de la expedición y quien lo trató (citado en Márquez, 2006: 124). Tan sólo en los pasados 100 años hubo seis grandes pandemias: en 1890, 1900, 1918, 1959, 1967 y 1977. (Tomado de Márquez Morfín. Scielo)
Sobre la pandemia de 1918 se han publicado algunos estudios, se le ha considerado como “la pandemia olvidada”, siendo que es la que nos da un marco referencial a lo que estamos viviendo en estos días, te recomiendo leer más sobre lo ocurrido en la llamada Influenza Española:
"Por lo general este virus produce epidemias agudas cada tres años, a finales del otoño o principios del invierno, y cada diez años se presentan cambios en el tipo antigénico prevalente del virus A que en ocasiones dan origen a grandes pandemias. Las más recientes se produjeron en 1957-58, “la gripe asiática”, y 1968-69, “la gripe de Hong Kong”. Ambas involucraron cepas que al parecer proceden indirectamente de las aves, pero en términos de los daños generados poco tuvieron que ver con la pandemia de 1918.
A esta última se le terminó denominando influenza española, pero la verdad es que a la fecha se desconoce el sitio en donde se originó. En la primavera de 1918 aparecieron brotes en diversos países de Europa y Asia, y en Estados Unidos. La primera ola de influenza fue muy contagiosa, pero en muy pocos casos tuvo consecuencias fatales. La segunda ola apareció pocos meses después y hacia octubre se había diseminado a prácticamente todo el mundo, incluso a las remotas aldeas esquimales. Sólo algunas islas de Australia se libraron de este mal. (Tomado de Salud Pública.)
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