En mi generación, la de los años cincuenta del siglo XX, cuando íbamos a la ciudad de México, las compras se hacían, entre otros lugares, en San Juan de Letrán... la comida era en el Café la Blanca y el hospedaje en el Hotel París. Si conoces el centro histórico de CDMX ubicarás que nos movíamos en el área de la calle República del Salvador al sur, San Juan de Letrán al poniente, 5 de Mayo al norte y el Zócalo al oriente. Pero en aquellos años yo me embelesaba con los aparadores de las tiendas, el ajetreo de las calles, y los montones de gente... notaba un cierto olor que era diferente al que sentía en Salamanca, los motores de los autos no eran tan eficientes como los actuales así que el estornudar era lo habitual para mi. Algo a lo que no ponía atención eran los templos, como ahora, pero, si nos ubicamos en el tiempo, ya para entonces el templo que vemos en la imagen había desaparecido pues la picota lo derribó allá por 1933...
Esta era la planta del templo dedicado a Nuestra Señora de las Nieves y era parte del convento femenino de Santa Brígida de Suecia, de la Orden del Santísimo Salvador de Santa Brígida, conocida también como las Brigidinas. En efecto, con este convento comprobamos que no todo lo que nos vino de cosa religiosa tenía su origen en España o Italia, en este caso, el de las Brigidinas, tienen su origen en Suecia. El templo tenía una muy peculiar forma oval.
Así era San Juan de Letrán. Esta pintura muestra cómo eran las calles de San Juan de Letrán, a principios del pasado siglo [XIX]. Aparece la fachada del Hospital Real, el Convento y templo de Santa Brígida, Puente de San Francisco y la torrecilla de Santa Isabel. Ahora esquina norte de la tercera de San Juan de Letrán, costado de bellas Artes que ve al oriente y las calles de Aquiles Serdán.
En el antiguo límite. Ni los mismos conquistadores, de ideas tan grandes y de realizaciones mayores, pudieron imaginar lo que llegaría a ser San Juan de Letrán, conocida inicialmente como el límite occidental de la ciudad conquistada. Aun esta vista les habría parecido imposible. Es la primera calle de San Juan de Letrán, en el año de 1907, cuando todavía no comenzaban los implacables derrumbes, pero en los momentos en que ya no era posible contenerlos.
El insigne Colegio de San Juan de Letrán quedaba junto a este templo, también lleno de historia. A lo que fuera casa de Recogimiento de Niños, correspondió buena parte de la formación de nuestra cultura. Por él pasaron varones insignes como Gregorio de Pesquera, amigo de San Ignacio de Loyola, o como los literatos de la academia que andando el tiempo, sería la sede del movimiento literario mexicano y el origen de la Academia Mexicana de la Lengua. Los tiempos nuevos fueron acabando con él, y en el año de 1867 ya no aparece en la lista de los planteles de educación.
Cuando la piqueta lo arrolló todo, quedaron al descubierto estos últimos vestigios del Colegio de San Juan de Letrán, fundando por fray Pedro de Gante. En un principio, el colegio para jóvenes naturales estuvo en un modestísimo local del Convento de San Francisco, pero el 12 de julio de 1529, y siendo Guardián del Convento Grande, el fundador solicitó de la ciudad el sitio que ahora limitan San Juan de Letrán, Independencia y López. (1)
Esta calle primitivamente [de Santa Brígida] fue calle de agua y límite de la ciudad por el Poniente, sin nombre especial; en ella vivía hacia el año 1670, D. Francisco de Córdova Villafranca, Contador del Tribunal de Cuentas de México, casado con Doña Jesús de Izita; ambos consortes suplicaron á la Reina Gobernadora que les permitiese fundar en esta ciudad un convento de religiosas recoletas de Santa Brígida, para cuya fundación, no teniendo ellos hijos ni herederos forzosos que los pudieran y debieran heredar, señalaban las casas en que vivían, cuyo valor pasaba de setenta mil pesos, y eran capaces de fabricar en ellas el dicho convento, el cual se obligaban á labrar á su costa, con iglesia, coro, sacristía, dormitorio, sala de labor, lavatorios y demás oficinas, proveyéndole de ornamentos con toda decencia, haciendo en la iglesia tres altares, el mayor y dos colaterales, dando todo lo necesario para la conservación del culto, y que procedieran desde luego á convertir las casas en convento para que tuvieran donde albergarse cuando llegasen las monjas que habrían de venir por fundadoras del convento de Nuestra Señora de los Ángeles de Santa Brígida de Valladolid en los Reinos de España; que para el sustento de las religiosas y otros gastos, hacían donación de veintidós mil pesos que les debía la Caja Real de México, todo esto en recompensa del patronato que querían conservar toda su vida con facultad de legarle á otras personas después de su muerte; que no había de haber en ese convento más de veinticuatro religiosas y cuatro ó seis legas para su servicio, sin que nunca pudieran pasar de ese número, ajustándose en esto á la regla é instituto de la religión, y para que se les obligase al cumplimiento de lo dicho, habían conferido poder á Fr . Juan de Montemayor del orden de San Francisco, el cual, de acuerdo y con consentimiento de la Abadesa, Priora y demás religiosas del convento de los Ángeles de Valladolid, y con licencia de su Ordinario, había otorgado la escritura de dotación y fundación que acompañaban. La Reina, por cédula de primero de Febrero de 1672, pidió informes. Presentada en México en ó de Mayo de 1673, el Marqués de Mancera puso el cúmplase y comenzó á tomar informes; instruido el expediente y conseguido el permiso real, el 5 de Agosto de 1740, se puso la primera piedra del templo.
¡Cruel contraste! este convento, uno de los más observantes de su regla en esta ciudad, y por ello uno de los más respetados de sus habitantes, después de desocupado á consecuencia de las Leyes de Reforma, fue convertido en Prisión Militar de Estado, en virtud de disposición del Cuartel General del Ejército Republicano, dada en Julio 4 de 1867, después de vencido el Imperio. Mandóse en esa orden que todos los Generales que sirvieron á las órdenes de Maximiliano, allí se presentaran dentro del tercero día, en calidad de prisioneros, en tanto que se les formaba causa y se les señalaba destino. El 10 de Septiembre del mismo año, salieron varios á cumplir su condena en Perote. Uno de ellos, el General D. Mariano Salas, que fue este señor ex-regente del Imperio, por su avanzada edad y achaques habituales, consiguió no ir al helado castillo de San Carlos de Perote, y se quedó en la Villa de Guadalupe, en donde murió el 25 de Diciembre del mismo año. (2)
Así es, cuando caminamos por el ahora llamado Eje Central, que lleva por nombre la calle, o avenida, de Lázaro Cárdenas y que antes se llamó San Juan de Letrán, y que fue una calle de agua, como ya lo leímos, con los remanentes que hay de la ciudad virreinal, notamos que ahí fue el sitio donde se localizaron varios conventos a lo largo de esos tres siglos de presencia española. Desde ese Eje alcanzamos a ver, el convento de las Vizcaínas, un poco más al norte estuvo el de Naturales, que no era convento sino hospital, haciendo frontera con San Juan Moyotlan, uno de los cuatro barrios de indios... apenas una cuadra más y comenzaba el gigantesco convento de San Francisco, y frente a él, el de Santa Brígida... seguía luego otro convento, el de Santa Isabel, el Tercer Orden... La Concepción y San Lorenzo...
De Santa Brígida creo no queda ni siquiera el recuerdo. En esta imagen vemos la esquina en donde estuvo hace varios siglos ese recinto, el cual podemos ubicar mejor en el mapa que sigue.
Para ver más sobre el convento de Santa Brígida, entra aquí.
Fuentes:
1.- México en el tiempo. Fisonomía de una ciudad. Excelsior. México,
2.- Marroquí, José María. La Ciudad de México. Tip. y Lit. La Europea, México, 1900. p. 211
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