La hacienda de Santo Tomás Huatzindeo; Salvatierra, Guanajuato

La hacienda de Santo Tomás se alcanza a ver desde la carretera, cuando vas de Yuriria a Salvatierra, aparece del lado derecho. Destacan las torres de un templo muy grande para estar en zona rural, destaca también una gigantesca troje. Pensé que solamente quedaba esa parte de la hacienda pero al llegar allí me di cuenta de lo enorme que fue en sus momentos de gloria pues, frente al galerón que vemos desde la carretera se levanta lo que fue la casa grande, la vieja, y la más vieja, es decir, la que se levantó a principios del XIX y la que se levantó a principios del XX.

Por ese rumbo del Bajío hemos ya caminado una buena parte tratando de conocer sus haciendas, son muchas las que allí existen, y todas sorprendentes. Sin lugar a dudas la lista la encabeza la de San José del Carmen, esto en cuanto a la dimensión de la propiedad, pues la que fue la más importante en cuanto al número de habitantes está la de San Nicolás de los Agustinos. La que seguía, a principios del siglo XX, en importancia por su población era la de Maravatío del Encinal. En ese orden de ideas, la población, el siguiente lugar lo ocuparía esta hacienda que ahora visitamos: Santo Tomás Huatzindeo.

Fue muy fácil llegar aquí. En el mercado de Salvatierra, como sucede en toda la región, es el lugar de donde salen los autobuses que van a todas las comunidades rurales del municipio, la de Santo Tomás está tan solo a 4 kilómetros, consecuentemente llegamos rápido al lugar. Al ir entrando vemos en lo que fueran las huertas de la hacienda la zona deportiva, una cancha de basquet, algunos juegos infantiles y una cancha de fútbol, hay mucha gente, es domingo, son varios los equipos que están jugando. Enfrente encontramos un empedrado enorme, perfecto, tiene -creo- unos doscientos metros de ancho por otro tanto de largo. Del lado oriente están las eras, y las enormes trojes...

Del otro una torre, de la que fuera la capilla de la Inmaculada que formaba parte de la hacienda, a un lado la Casa Grande antigua, de dos niveles y elevadísimos techos. Algunas de las ventanas están tapiadas, queda aun el portón, de madera buena, quizá mezquite, pero de manufactura de la de antes, de esa que ya difícilmente se encuentra en la actualidad. Y a un lado de ella estamos frente a la "nueva" Casa Grande, lo digo entre comillas porque por nueva debemos entender un siglo de que fue levantada, solo que, todo el frente se vino ya abajo.

Este tipo de construcciones en ruinas guardan para mi un especial encanto, se que es riesgoso meterse a edificios que se están cayendo, pero aun así, el magnetismo que siento me llama, me atrae a adentrarme en ella y respirar su pasado... sé que estos lugares son usados de basurero, de letrina, que seguramente habrá animales, cosas que, la verdad nunca me han impresionado al grado tal de que no me meta, no hay perros, que esos son a los que sí hay que temer, eso lo tengo bien aprendido. Así que, entré.

Por el frente no es posible acceder pues hay un enrejado, luego una pila de escombros, mi agilidad esta practicamente perdida, así que, mejor busquemos un lugar por donde entrar, al fondo se ve un par de arcos, quizá por allí logre meterme... y sí, así fue, el tiempo y, más que el tiempo, la gente, se han dedicado a llevarse puertas y ventanas, las que han quedado, la inquietud y, más bien el vandalismo de los jovencitos se han encargado de ir haciendo pedazos todo lo que sobrevivió hasta 2005, año en que el recinto fue abandonado.

Vemos abrevaderos, corredores, tres patios, unos galerones que luego supe eran ocupados por el Ejército que venia en ocasiones al sitio para hacer algunas prácticas y era ese el tiempo de bendición para la hacienda pues ellos, los soldados, se encargaban de darle mantenimiento, la hacienda pudo sobrevivir gracias a ellos y a que el gobierno del estado la intervino, esto en la década de los ochenta, instalarían allí luego, una escuela de música, de música popular, de bandas de viento.

Esta parte trasera es la de más reciente construcción, tal vez fue levantada hace treinta años, por el tipo de materiales, por la distribución y porque sigue en pie lo deduzco. Este de la foto evidentemente era el comedor, desde donde tomé la foto y al fondo vemos la cocina, este fue el último uso que se le dio a la Hacienda de Santo Tomás.

Sería este, en la fotografía, el tercer patio, dos enormes cuartos, uno de cada lado, con enormes baños, también uno de cada lado, sirvieron como dormitorio, facilmente 100 personas se podrían acomodar, ahora que, si eran literas las que había, estaremos hablando de al menos 200 los que por aquí pasaban la noche.

Entre la parte nueva y vieja, por así decirlo, existe un pequeño huerto, de esos que solía haber en las casas del siglo XIX, en donde se colocaban cuatro árboles frutales y al centro se levantaba una fuente, esos eran más que nada para "alegrar" la casa, pues aparecían las flores, si eran de naranjo, lo cual era casi ley que existieran, sus azahares inundaban con su aroma el patio. Por allí entramos y llegamos a lo que fue la Casa Grande, la que se inauguró en 1910.

Digo que en 1910 porque en el medallón que queda en el centro de la capilla así lo dice, quizá la casa fue construída antes, como quiera, mantendremos esa referencia, la del emblemático años de 1910.

Y esto es lo que encontramos allí, una magnífica hacienda en el abandono. Aquí, donde fuera en algún tiempo la sala o, tal vez el comedor original de la hacienda, ahora solo hay, además del guano que dejan varios tipos de aves y murciélagos, pedacera de vidrios que seguramente fueron el blanco de miles de pedradas de las inquietas juventudes lugareñas.

Aun así, al caminar por sus corredores del patio principal vemos cuan grandiosa fue esta hacienda. Dicen por allí que todavía sobrevivía hasta hace unas décadas la "doñita" que se encargaba de atender al patrón, y ella tenía el lugar impecable, los corredores llenos de macetas con plantas y flores y una buena cantidad de jaulas con canarios y gorriones... me imagino como habrá sido la escena.

Ya que estaba dentro de la hacienda extremé precauciones pues vi el grado de deterioro que tienen los muros, especialmente los techos, muchos ya, venidos abajo, como lo fue el de la arcada que supongo había al frente de la hacienda, por el tipo de ladrillos nos damos una idea más clara de la época en que fue construido este portal. Así que, más vale caminar con mucho cuidado, en estos espacios tan grandes y vacíos, la resonancia es intensa y esto podría ocasionar una caída de algún elemento de la casa, no me gustaría quedar aquí... caminaremos casi de puntitas.

Luego de la Revolución y de todo aquello que sucedió con las haciendas en cuanto a expropiaciones y repartimientos, fue habilitada como Escuela de Música Popular, razón por la cual en la región existe tal cantidad de bandas musicales. Fue en 1984 (creo) que se estableció la escuela, para el 2005, dado el notorio riesgo que el edificio presentaba, decidieron trasladar la escuela a Salvatierra, el edificio cayó en el abandono.

La hacienda fue próspera, cómo no lo iba a ser si se localiza en las muy productivas tierras del sur del Bajío, las cuales, hubo una época en que se especializaron en producir caña de azúcar, además de maíz y cacahuate. Claro es, hubo más producción, frutas y hortalizas en abundancia.

Y ahora, nada, ni hacienda, ni escuela, ni alojamiento del ejército, simplemente un magnífico edificio en el abandono.

Quizá te preguntaras qué hay de su historia, pues bien, su historia es un tanto cuanto particular, pues es una de las primeras referencias que hay de una colonización portuguesa en esta parte del actual estado de Guanajuato, además que, para los que gustan de las historias inagotables de pleitos y nobles disputando propiedades, pues aquí tenemos un caso único y ni que decir, le agregaremos la cereza al pastel, aquí varias ordenes religiosas estuvieron involucradas y no en cosa buena. Esa historia te la contaré mañana.

Por ahora sigamos viendo las condiciones en que la Hacienda de Santo Tomás de Huatzindeo se encuentra actualmente, en 2011.