Es complicado hacer una descripción del trabajo realizado en el interior del templo de Santo Domingo de Oaxaca, solamente lo puedo catalogar como el extremo del barroco, quizá una variante del llamado ultrabarroco o, en todo caso, un ultrabarroco extremo. Esta vez las imágenes darán fe del término que uso ahora al pretender describir lo que ahí se concentra. En el texto que incluyo, quizá no sea el que refiere a este espacio, sino al convento de San Pablo, el primer sitio que los dominicos tuvieron en Oaxaca, no por ello deja de ser interesante.
Entretanto, á México habían llegado veinticuatro nuevos religiosos, que con los que habían recibido en esta capital el hábito y profesión, hacían un número de cuarenta: pudo en consecuencia Betanzos disponer de tres, con quienes, autorizado por el superior y acompañado de D. Pedro de Alvarado, se dirigió á Guatemala. A su paso por Oaxaca dio á Lucero saludables instrucciones, inspirándole que se dirigiese á México para pedir al superior la aprobación de lo hecho y procurar la venida de nuevos operarios. Así lo hizo Lucero; pero antes, y con oportunidad de la Cédula real, en que Carlos V mandaba distribuir los solares y sitios de la villa, dándose la preferencia en el reparto á los templos que se habían de erigir en honor del Altísimo, cédula que no llegó á Oaxaca sino hasta el año 1528, presentó en toda forma petición al cabildo y regimiento para que fuesen designados solares en que fundar iglesia y convento de su orden. La súplica fue otorgada, como se ve en el siguiente instrumento que dio á luz Burgoa:
"Yo Francisco de Herrera, Escribano de su Majestad é su nott público en la su corte y en todos los de sus reinos y señoríos, Escribano público del consejo de esta Villa de Antequera é de sus provincias que es en esta de Guaxaca de esta Nueva España, doy fé, á todos los que la presente vieren como hoy Viernes á 24 de Julio, año del Nacimiento de Ntro. Salvador Jesucristo de 1529, estando ayuntados en su cabildo é ayuntamiento según lo han de uso y costumbre de sé ayuntar los Señores Joan Peláez de Berrio, Alcalde mayor é Theniente de capitán general en esta dicha Villa por su Majestad, é Bartolomé de Zarate Alcalde ordinario, é Alonzo de Tavera é Francisco de Zamora é Gonzalo de Robles Regidores de la dicha Villa, habiéndola fecho y fundado como su Majestad manda:
acordaron de dar y dieron solares á los vecinos é pobladores de ella, como se suele hacer en las otras Villas de esta Nueva España, entre los cuales dieron y señalaron al Monasterio del Señor Santo Domingo de la misma dicha Villa, para que en ellos se haga el dicho Monasterio, doce solares á la larga que comienzan desde una calle donde está el solar de Cristóbal de Barrios y por la otra parte linda con la calle de Tehuantepeque é con dos calles que atraviesan por los dichos solares y van á dar á otras dos calles principales, é porque de antes de agora el dicho Señor Alcalde mayor había señalado para la fundación del dicho Monasterio no más de ocho solares...
y porque para su morada y asistencia de dichos religiosos que en adelante fueren hay necesidad de huerta donde puedan tener alguna recreación y socorro para su sustento, los dichos Señores y Cabildo les dan y añaden otros cuatro solares más, de manera que por todos son y hacen doce solares, los cuales dichos doce solares el dicho Monasterio su Mayordomo y Procurador hayan y tengan por suyos y como tales los perciban para siempre jamás; y se les mandó dar dellos título é posesión que aprehendieron ante mí. E yo el dicho escribano le di tal según ante mi pasó de que doy fe, y esta valga por tal, que es fecho el dicho día mes y año de arriba, y en fe de lo cual fue aquí este + un signo en testimonio de verdad. "Francisco de Herrera, Escribano público y de Su Majestad."
Por el anterior documento se ve que por Julio de 1528 se hizo el reparto de solares de Oaxaca, siendo su alcalde mayor, el primero después que se erigió con autoridad real en villa, Juan Peláez. Cortés deseaba que le hubiese pertenecido con las otras villas de su marquesado, por lo que no había perdonado diligencia para evitar que se poblase en el lugar una villa de españoles, que temía justamente habían de ser un obstáculo á sus miras.
Sus enemigos, que creían debilitarlo desincorporando de sus dominios la rica provincia de Oaxaca, renovaban en cada oportunidad sus esfuerzos para poblarla enviando colonias españolas. Ya hemos visto que mientras Cortés estuvo ausente en Centro-América, establecieron de hecho la villa poniendo como primera autoridad á Andrés de Monjaraz, y pidiendo la necesaria autorización al rey de España. Tal petición había sido favorablemente despachada desde el año de 1520; pero entretanto que la provisión llegaba á su destino, Cortés, habiendo regresado de su expedición á las Hibueras, despobló tercera vez la villa, poniendo sus administradores en Huaxyacac y en Tehuantepec.
Los religiosos dominicos entretanto, luego que recibieron la donación de los solares, convocaron á los indios mexicanos súbditos del marqués, suplicando les prestasen su ayuda en la edificación de un convento. Con ellos, el diácono Minaya zanjó los cimientos, amasó el barro con sus propias manos, llevó sobre sus hombros los adobes, levantó los muros, débiles en verdad entonces, y fabricó en fin el templo y la casa que deseaba. Aquel primer convento, situado en el lugar que ocupó después el que se conoció con el nombre de San Pablo, quedó irregular y poco seguro por la falta de pericia del diácono director. Los arquitectos y albañiles, á la sazón estaban atareados con la construcción de las casas que todos los vecinos se apresuraban á levantar en los solares que se les había repartido; y aun sin este embarazo los religiosos nunca hubieran podido pagar el trabajo de estos artífices.
Mientras Minaya trabajaba en el edificio material, Lucero discurría por los pueblos de indios zapotecas y mixtecas, evangelizando á los que hablaban el mexicano, y aprendiendo diligentemente los idiomas del país, sin perder de vista á los españoles, predicando y confesando casi en su totalidad á los habitantes de la villa. Cuando le pareció oportuno, se dirigió á México acompañado de Minaya, dejando en su lugar uno de los frailes que Betanzos había sacado de la capital para su excursión por Guatemala.
Fuente:
Gay, José Antonio. Historia de Oaxaca. T-1. Imprenta del Comercio. México, 1881, pp. 303-310
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