miércoles, 30 de diciembre de 2009

Salón Fausto, o cuando los escenarios cinematográficos se confunden con la realidad



  Se está acabando el año y se está acabando mi visita al Distrito Federal, te cuento ahora que cuando me regodeaba entre las calles del centro, de esas que son una verdadera locura por la cantidad de gente que hay, que va, que viene, por el ruido, la música, los gritos; ese desorden que desquicia y emboba, que altera y que magnéticamente atrae para ir a curiosear y tratar de entender como es posible que tanta, tanta gente se entienda y viva en una soledad tan compartida, en una individualidad que solo se puede obtener cuando se está entre cientos de miles de personas, todas reclamando un espacio.



  Hay una calle que me transporta con la imaginación, que me conduce a visualizar lo que Manuel Payno me grabó en la memoria al leer los Bandidos de Río Frío, cuando detallaba como era que la mercancía que luego de pasar por Río Frío llegaba al embarcadero de Chalco y de ahí directo a La Merced, lo que describía, en buena medida, me imagino era la calle de Acequia Real, la que está al lado sur de Palacio Nacional, pues por esa calle es donde alucino más de cómo habrá sido a mediados del siglo XIX la vida cotidiana de esta, desde entonces, gran ciudad de México.



  Y mi alucinación llegaba al máximo al entrar en esta calle que no se como se llama y ver una auténtica escena de años pasados, si mal no recuerdo esta zona estaba empedrada, al menos el frente de la casona y el puente, lo cual indica que por allí pasaba también uno de los canales que conducían a la acequia real y de allí a Texcoco y Chalco, creo que era una de las casas del Arzobispado, la verdad no lo sé, pero la escena que admiraba hace unos 15 o 20 años era espectacular. Y hace poco, cuando visité la Gran Ciudad fui a reencontrarme con mi rincón favorito solo que, ya no era el mismo.



  Indudablemente que las remodelaciones se hacen en beneficio de recuperar edificios, de dignificar los barrios, pero, no se, esta vez si que no se, ya no lo vi igual, pues ahora ya estaba todo adoquinado con cantera resistente y propia de lugares de mucho tránsito, la iluminación en postes nuevos y de diseño adecuado, el empedrado del puente desapareció y la gran sorpresa fue ver al frente el Salón Fausto.



  ¿Sobrevive una pulquería? Fue lo primero que me pregunté. ¿Cómo es posible que semejante belleza siga en este lugar y no se hayan dado cuenta, pensé muchas cosas, lo vi todo con más detalle, descubrí anuncios pegados, al modo de antes, directamente en la pared, anunciando cosas ya desaparecidas. Pociones mágicas que evitan la influenza, tan de moda en este 2009, pero que allí era claro que anunciaban aquella influenza española que azoló no solo a México sino a muchos países del mundo.


Pulques de San Bartolo, pulques del Ometusco, anís del Tigre, Tequila Cuervo, limpiador Odilina, pianolas de Chase And Baker de Chicago, una Oda a la Virgen de la Soledad, todo eso, todo eso aparecía adherido a las paredes, pintado en ellas ¿era cierto lo que veía? ¿Tantas remembranzas habían logrado sobrevivir el paso de los años y la contaminación?


  Maravillado quedé, me hubiera gustado quitar las marquesinas de la ostionería y de la tortillería que allí estaban para ver en su total magnificencia la escena detenida en el tiempo pero, gente, gente, mucha gente por todos lados, así que no me quedó mas que tomar estas fotografías y seguir mi camino, despedirme del DF con tan grato recuerdo, con tan grata añoranza de los tiempos idos, de los tiempos tranquilos, reposados, donde había buena conversación, una seguridad en el clima que viviríamos y un modo de apreciar la vida más acorde con la vida misma.

 El hotel no me quedaba precisamente cerca, como quiera caminé una vez más, aun con el dolor tremendo del pie lastimado caminé para salir del caos de Correo Mayor y adentrarme al caos del zócalo y seguir el caos de Madero y de la Alameda, aguantar un poco más y finalmente llegar al hotel, si, en la Tabacalera, que alivio, sin zapatos, no quedaba nada más que hacer, solo descansar, dormir para reiniciar un descubrimiento más al días siguiente.

  DF grandioso, maravilloso, único, enorme, controversial, magnífico, asqueroso, exquisito, conglomerado. No acabaría de poner adjetivos y más adjetivos a la gran Tenochtitlán, a la Ciudad de los Palacios, a la Región más Transpartente, pero si, creo que pondré uno más: Mentiroso! Todo esto que me hizo alucinar no es más que una escenografía usada, seguramente para una película, lo acabo de descubrir al ampliar una de las fotos donde se nota que es una impresión en lona que se desprende en uno de los ángulos…

   Bueno, han pasado algunos años de cuando publiqué esto, estaba por concluir el año de 2009, volvía de la ciudad de México a Salamanca con ese impacto de haber "descubierto" un sitio único en el Centro Histórico, pero luego, comenzado el Año del Bicentenario apareció en cartelera (o en los puestos de películas pirata) el film El Atentado, al verlo reconocí el escenario que me había sorprendido, es decir, caí engañado en mis propias fantasías.


No cabe duda de que es cierto aquello de que "nada es verdad, nada es mentira, todo depende del cristal con que se mira".


1 comentario:

  1. Saludo mi estimadisimo Benja...como siempre, inmerso en la enorme cultura de este pequeño universo que es la vida,del ir y venir por estas calles de dios(aun cuando soy ateo) feliz año!! feliz año del Bable y feliz año 2010!! un abrazo mi estimadisimo amigo!!

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