Para todos los mexicanos, católicos o no, creyentes o no, la sola idea de Guadalupe liga en mucho la idea de nacionalismo e imagen que todo pueblo requiere. Si viajamos por el mundo vemos como en cada lugar hay una imagen que representa a cada país. En los Estados Unidos es inevitable ver su bandera en todo lugar, en toda casa, incluso estampada en la ropa interior. En Marruecos es la imagen del Rey la que está en todo lugar, recuerdo haberla visto en taxis, en autobuses, en tiendas y restoranes, presente en todo lugar. Y cuando vemos a nuestro México con atención nos damos cuenta que es la imagen de
Podríamos hablar hasta la saciedad de los orígenes del nombre, de que si es árabe, cosa que lo es, pues si algo no tiene de mexicano Guadalupe es su nombre, aquí topamos con uno más de los mestizajes de mestizajes, pues Guadalupe incluye la palabra Guadal, río en árabe, Guad-al-Luben, el “río escondido”, lugar del hallazgo de la imagen de
Podríamos entrar en una férrea discusión de que si la fecha de la aparición es correcta o no. Pues lo más lógico sería que la celebración de Tonantzin, la madre de los dioses, la que era celebrada en el cerro del Tepeyácatl se celebrara en una fecha contundente, el 21 de diciembre y no el 12, pues los solsticios eran fechas propicias para este tipo de festejos, no las vísperas. Hay la teoría de que los quince días que diferencian a una fecha de la otra, el 12 del 21, es debido a la llegada retardada del ajuste calendárico del papa Gregorio XIII y de allí se ha mantenido hasta ahora el día 12 como el gran día.
Podríamos caer en las profundidades del maestro Ogorman y anotar como 1555 la fecha correcta del inicio del guadalupanismo y no la tradicional de 1531, en fin, el tema es vasto y lo que si puedo afirmar, ya que lo acabo de ver con mis propios ojos es la devoción enorme que sigue existiendo hacia la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, llámala si quieres, Tonantzin, si así lo prefieres; que es un mito todo lo de las apariciones, o cualquier otra teoría, de la cientos que existen en torno al misterio Guadalupano, el caso está que nunca antes había presenciado una festividad que me transportara con facilidad al siglo XV, con la cantidad de razas presentes en el atrio de la basílica, huéhuetls, caracoles, tambores y el continuo sonar de los concheros que bailaban incansables en docenas y docenas de grupos, las ofrendas levantadas al modo nahuatlaco, el aire impregnado de copal y el pasar de cientos y cientos de peregrinos es algo difícil de describir.
Pensé sería un día caótico, que el llegar se dificultaría, pero no fue así, el urbano llegó hasta prácticamente la puerta de
Las misas se sucedieron una a otra, las peregrinaciones en las cuatro horas que estuve allí no dejaron de llegar, las toneladas de flores se fueron acumulando a medida que pasaba el tiempo y los ríos de gente que subían y bajaban del Tepeyac eran impresionantes. De llamar la atención fue un grupo de polacos que levantaban con orgullo su bandera, asimismo el grupo de guatemaltecos que con fervor iban rezando a lo largo de
Lo comento una vez más, yo no niego ni afirmo acerca de las apariciones, lo que si afirmo es que el fervor, la devoción a la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe es difícilmente mesurable. Hoy más que nunca las imágenes de lo sucedido dicen más que las palabras y te dejo las fotos de lo que fue tan solo la llegada a
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