martes, 28 de noviembre de 2017

Alonso de Villaseca, sus aportaciones económicas para la llegada a México de la Compañía de Jesús

  Son varios los artículos, las notas que he publicado sobre un interesante personaje del siglo XVI novohispano que logró hacer una enorme fortuna en las minas, en el cacao y en su muchas tierras que tuvo por la parte central de México que era el territorio conocido en ese entonces de la ya nombrada Nueva España, don Alonso de Villaseca. Él, dada su enrome fe en la religión católica se convirtió en el mecenas para la instalación de la Compañía de Jesús en México:

   Había en esta ciudad un hombre noble, de los más ricos que a la sazón se conocían en este reino, llamado Alonso de Villaseca, el cual movió la divina majestad para que quisiese ejecutar los deseos que de hacernos bien, antes que la Compañía viniese de España, el mismo señor en su corazón había plantado. Y había hecho primero demostración de éste su deseo por carta, habiendo llegado a su noticia que la majestad del Rey Don Felipe el segundo trataba de enviar a éste Nuevo Mundo a los de la Compañía de Jesús.

  Porque no hubiese cosa que lo estorbase, se terminó escribir a otro caballero hermano suyo, que residía en la ciudad de Sevilla, que él había entendido que trataba el Rey de enviar “nos” (a los) “de la Compañía" a esta su tierra; [“nos” testado en el original; “a los” corregido por agregado; “de la Compañía” en entrerrenglonado] que así era, le rogaba cuan encarecidamente podía ayudase en esta causa con su hacienda, no perdonando a trabajo y cuidado, y que si no era así como le habían dicho, ello negociase y concluyese haciendo toda la costa para esto necesario. Viendo, pues, este caballero cumplido sus deseos y a los nuestros de asiento en su ciudad y que se trataba de señalarnos puesto a propósito para nuestra fundación, dio principio a la manifestación de su buen deseo con una copiosa limosna que fue la primera que de dineros y de consideración recibimos en este reino, que fue bien menester para nuestro reparo.

  Y reparando en el mucho agradecimiento con que la dicha limosna habíamos recibido, segundo enviando dos hombres familiares de su casa para que su nombre nos ofreciesen y pidiesen admitiésemos unos espacios y algunos solares, y en ellos una casa por entonces bastante, ofreciéndonos asimismo limosna para la acomodar.

  Recibiose este recaudo con la benevolencia, y agradecimiento posible y, habiendo acuerdo con el señor virrey, aunque estaba apartado del concurso de la ciudad por ser empero el puesto a propósito para nuestros estudios se admitió; de lo cual quedó tan alentado el señor Alonso de Villaseca y tan animado para hacernos bien como si él fuera el que hubiera recibido el beneficio y los de la Compañía allí le hubieran sacado de lacería, por lo cual, allende de habernos dado con qué reparar la casa y hacer un pequeño oratorio de prestado, siempre continuó en hacernos limosnas, muy bastantes con las demás que nos hacían otros ciudadanos devotos para remediar nuestra pobreza, dando siempre indicios de haber de tomar a su cargo la fundación de nuestro colegio, como lo hizo. 

  Hecha pues, esta graciosa e irrevocable donación, y acomodadas las casas y viviendas por ser muy pequeñito el oratorio se dio traza como se edificase un espacioso templo, más apacible que costoso, el cual hicieron los indios comarcanos sin querer alguno de ellos recibir paga ni retribución alguna, no obstante que venían a trabajar continuamente más de quinientas personas. (1)

Según un libro de cuentas, el cual aún no analizo, hay un total de aportaciones hechas por don Alonso de Villaseca y/o sus descendientes, de una extraordinaria suma para la época: 229,791.00 pesos, de eso hablaremos en otra ocasión.

Fuente:

1.- Anónimo. Relación breve de la venida de los de la Compañía de Jesús a la Nueva España. Año de 1602. Imprenta Universitaria.México, 1945. pp

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