La historia es por demás conocida. Fue en 1843 que el general Antonio López de Santa Anna decidió que era necesario cambiar la fisonomía de la Plaza Mayor de la ciudad de México, convocó a los artistas al concurso para elegir el monumento que iría al centro de dicha plaza, el proyecto incluía estandarizar los portales y eliminar el parián. Cuando se presentan los proyectos, el elegido fue el del arquitecto de la Hidalga y se comenzó a construir el monumento que sería una columna y que para levantarla había la necesidad de construir primero un zócalo lo suficientemente grande para soportar lo que sería ese monumento a los héroes de la Independencia, se conmemoraría con ello el XXV aniversario de la Consumación de la Independencia 1821-1846, pero, ante la inestabilidad reinante y la huida del general el proyecto quedó en eso, en el zócalo solamente y esa es la razón por la cual conocemos a la Plaza de la Constitución con ese nombre. Historia romántica a más no poder pero de terribles consecuencias pues lo único que reflejaba era esa inestabilidad política reinante.
La imagen que sigue es ese monumento creado por De la Hidalga y el texto que va a continuación es el que describe el proyecto que presentó, al parecer fuera de tiempo, el ingeniero José María Echeandía, él mismo lo escribe y, al modo de la época se va al detalle de cada cosa y lo complementa con el dibujo del mismo. Quizá no te sea familiar el nombre del personaje, pero su andar por el norte del que era entonces el territorio de la Alta California, es interesante, llegó a ser gobernador de la misma, lo puedes ver aquí, texto en inglés.
El deseo que nos anima de alentar por cuantos medios sean dables, las empresas de los mexicanos aficionados á la literatura y las artes, nos obliga á insertar la siguiente descripción que nos ha sido remitida por su autor, y que va acompañada de una litografía, persuadidos que aunque tal monumento no pueda adoptarse ya para la plaza mayor de México, si podría servir acaso para cuando se pensase en perpetuar por este medio en Dolores, Iguala ó Tampico la memoria de los triunfos nacionales. De todas maneras nos es grato sacar á luz un trabajo hecho por un compatriota nuestro, pues manifiesta el estudio y el empeño, y servirá de estímulo para que en caso semejante se ejecuten trabajos perfectos y grandiosos. El artículo á que nos referimos es el siguiente.
"Perpetuar la serie de acontecimientos que lijaron la suerte de la sociedad; inmortalizar los nombres de los heroicos caudillos que le dieron el ser; y trasmitir á la posteridad sus gloriosas hazañas, ha sido en todos los tiempos el sagrado objeto de las naciones del globo. La mexicana, grande por su extensión, opulenta por sus riquezas, fecunda en producciones esquistos, y abundante en los mejores elementos para distinguirse entre las más cultas, no es menos acreedora a consignar para siempre en las páginas de la historia, la célebre de su independencia y libertad. Un testimonio auténtico que eternice su memoria, y sea al mismo tiempo digno premio de honor y gratitud á los beneméritos atletas, que lucharon en sus diferentes épocas hasta su consecución, fue por sin duda el patriótico y noble fundamento que motivó el plausible decreto de 27 de Junio del año próximo anterior. Convocados en consecuencia los profesores de arquitectura para proponer el diseño del monumento que debía erigirse, y encontrándome en el número de estos, con el título de académico de mérito de la de bellas artes de San Carlos, habiendo seguido mi carrera militar en el cuerpo de ingenieros, y siendo mexicano por mi nacimiento, me consideré con una precisa obligación á la empresa. Yo penetré muy bien su importancia, como que en ella se interesaba nada menos que el decoro nacional; pero no tuve la libertad necesaria para la invención, porque el programa de la academia me limitaba á ciertas bases que fue preciso observar sustancialmente hasta determinado punto. Circunstancias imprevistas de mi posición individual, hicieron difícil la presentación de mi proyecto de otra manera que la que era suficiente para la calificación por diestros peritos, A la vez que me ha sido dable manifestar al público su alzado perspectivo, lo verifico, no porque esté persuadido de que sea lo mejor en su clase, sino únicamente para que vean mis conciudadanos, alguna de las varias ideas que dieron los artistas mexicanos, del mismo modo que han visto las que produjeron los originarios de otros países. La descripción del proyecto es la siguiente.
El obelisco comienza á levantarse por una gradería sencilla y espaciosa, que recibe un basamento circular con cuatro pedestales repartidos en el perímetro, y en los espacios que entre ellas resultan, están colocadas otras tantas puertas. Sobre esa base se eleva una pirámide cuadrangular, truncada por un grupo de estatuas entre nubes. Las huellas de las gradas que sirven de zócalo, son escarpadas, porque si bien tienden á hermosear su vista, simbolizan igualmente la dificultad que hay para ascender al apogeo del honor y la gloria. Los pedestales llevan encima diferentes figuras, que respectiva y ordinariamente forman los emblemas del ejército y armada, de la agricultura y comercio, de la industria y las artes, de la moralidad y las ciencias: elementos indispensables al engrandecimiento de las naciones, y que progresando hoy ventajosamente en la mexicana, la encaminan con rapidez al mayor grado de su felicidad y esplendor. Lo demás del basamento va adornado de epigramas, inscripciones y jeroglíficos, alusivos á los objetos del obelisco.
En los cuadros del cuerpo ático de cada puerta, situados en medio de los grupos de estatuas que sustentan los pedestales, y en las bases de la pirámide, se retratan de alto y bajo relieve los principales personajes y perspectivas locales de las épocas más distinguidas de la revolución desde el año de 1810 hasta el de 1843. Ocupan el primero los de los inmortales Hidalgo, Allende, Aldama y Abasolo, que con valor admirable lanzaron el grito de independencia en Dolores, y abrieron inermes la desventajosa lucha para destruir el oneroso yugo que agobiaba á su patria. El remate de este cuadro lo compone una estatua de la América, cuyas cadenas de humillación intentan destrozar los genios de la ilustración, que son también de bulto. La cara de la pirámide que pertenece á este lado, lleva esculpidos de relieve á ciertas distancias, algunos sucesos del principio de la revolución.
Tienen lugar en segundo cuadro, los retratos de los denodados Morelos, Matamoros, Bravos y Mina, que difundiendo por todas partes el fuego de la libertad, mientras que en ardorosas lides las sostuvieron mientras que en algún tiempo, ha obteniendo no pocas victorias, establecieron provisionalmente el primer gobierno republicano.
El remate lo forma un grupo de estatuas, alegoría de la asamblea constituyente de Apatzingán. En este lado de la pirámide, van representadas de la manera que en el anterior, una que otra acción de gloriosa remembranza entre las muchas de guerra que hubo en aquella época. En el tercero, se encuentran los de los célebres Iturbide, Guerrero, Victoria, y otros de sus dignos compañeros. Su valor y talentos consumaron en breves días, maravillosa y extraordinariamente, la grande obra de la emancipación del Anáhuac. Dos esferas con una cadena tronchada por los genios de la concordia fraternal, emblema bastante conocido, con varias insignias y trofeos análogos, es el remate de este cuadro.
Las reñidas acciones de Córdoba, de la Huerta, Arroyo-Hondo y Azcapotzalco, son las grabadas en ese lado de la pirámide. El último cuadro aparece con las imágenes del invicto Santa Anna, y las de los valientes y famosos colaboradores de la regeneración política de la república. A este benemérito caudillo es debido un servicio de tanta importancia, entre los muchos y muy señalados con que se ha distinguido en todos tiempos y circunstancias. Dio nueva vida y leyes a su patria. Remata el trozo histórico un simulacro de la libertad, ofreciendo con una mano las bases constitucionales y con la otra la oliva de la paz y la palma de la prosperidad. La prudencia acompaña al genio y el lagarto, el cuerno de la abundancia, las armas y banderas nacionales coronan la empresa, que es cubierta por el águila mexicana.
En este lateral de la pirámide, recuerda el cincel, las brillantes jornadas de Veracruz, Tampico, y campo de la Estanzuela.
Una estatua de la inmortalidad saliendo de las nubes, con el genio de la fama y el nacional, termina el obelisco. Su actitud es la de conducir á su augusto templo la historia mexicana. El primero de los genios denota con el símbolo de un laurel, el triunfo de la independencia y libertad de la nación en 1821; y con el clarín de la mano diestra, que publica al mundo la consolidación de su gobierno popular, representativo moderado en el de 843. El segundo, desarrolla una grímpola de los colores del pabellón de la república, que descendiendo espiralmente se envuelve en la pirámide. En ella irá grabada con letras de oro una inscripción, manifestando la época y objeto de la erección de este monumento, digno premio de los hijos predilectos de la patria, noble estímulo para los demás ciudadanos, y eterna memoria de la gratitud nacional.
En lo interior del basamento, se encuentra un espacio cómodo y adornado, que puede servir para depósito de trofeos, antigüedades, a otros objetos preciosos, dignos de conservarse en todo tiempo. En el centro de la pirámide se coloca una escalera de hierro bastante alumbrada, que conduce hasta su cúspide.
A la existencia del obelisco es consiguiente el arreglo del pavimento de la plaza y el adorno de los edificios que la circundan, para que todo presente más agradable perspectiva. Las vertientes de aquel, procederán del centro á unirse con las de la línea de las calles: se cubrirá de losas, que por el arte de su colocación y diversidad de colores, formen labores agraciadas. A las esquinas de entrada á los cuatro ángulos de la plaza, se les dará la configuración que tiene la del Portal de Agustinos y Mercaderes, para mejorar su vista y proporcionar mayor amplitud á su tráfico. Desembarazado el Portal de la Diputación de las paredes que impiden el tránsito por sus extremidades laterales se proseguirá el de las Flores hasta la encrucijada del Volador, y á estos y á los de Mercaderes se les pondrán exteriormente columnas, cornisamentos y adornos diferentes, cuyas modificaciones accidentales los embellezcan y uniformen en lo posible. Por el mismo estilo se fabricará otro portal en la extensión del frontispicio del Empedradillo que sea necesaria para cubrir el cuadro de la plaza. Una suntuosa columna con su cuerpo principal respecto, reformará la fachada del palacio. Al frente de Catedral se construirá un magnifico vestíbulo con dos portalerías a sus lados, y en los espacios que resultan à la espalda de estas, igual número de edificios destinados a objetos públicos. La parte exterior de las fábricas del cuadro de la plaza, llevará amplios embanquetados, que aumenten la comodidad que va a proporcionar la continuación de sus pórticos.
Fuente:
Museo Mexicano, Tomo IV. Imprenta de Ignacio Cumplido, México, 1844, pp. 223-224
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