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sábado, 10 de julio de 2010

Hacienda de Jocotitlán, Estado de México.

Esta vez si que nos iremos a las aproximaciones, a las imaginaciones y a las conclusiones que, buenamente, podamos dar. Por más que he buscado aquí, es decir, en Salamanca, no encuentro mucho, mejor dicho nada, sobre Jocotitlán, mi error fue, que estando allí no hice las averiguaciones pertinentes. No se si a ti te pase, pero a mi sí. Me guío mucho por la inicial del nombre del pueblo, y de pronto estaba entre la confusión de Jalatlaco, Jiquipilco, Jocotitlán y estaba en Jilotepec. La ensalada de nombres no podía ser más grande así que, agarramos camión y llegamos, afortunadamente, a Jocotitlán.


Aquí nos topamos con algo único en verdad. Seré temerario al decir (sin los pelos de la mula en la mano) que lo que vi era la Casa Grande de la Hacienda. Si no lo fue, bien que se merece el título, es magnífica.


Para suerte mía y tuya, si es que decides ir a conocerla, es que está abierta al público pues allí se ubica la Casa de la Cultura, dentro hay un museo, en lo que seguramente fueron las habitaciones sociales de la hacienda, es decir, la sala… es estupenda, ahora allí se exhiben algunas piezas prehispánicas.


Seguimos caminando por el lugar y maravillándonos de él. Por alguna razón los pisos son siempre los que me encantan, los que, en buen modo, me atormentan, los que más me transportan a los recuerdos de mi pasado, tal vez sea esa la razón por la cual le doy mucho énfasis cuando te los muestro, la razón es una y UNICA: Dora.


Dora fue la mujer de don Alfonso, si has seguido El Bable, sabrás que don Alfonso fue y seguirá siempre siendo el AMO del Bable y, pues, Dora, su mujer, es decir, estamos hablando de mi papá y mi mamá; ella tenía a bien, todas las tardes, con religiosidad, hacer dos cosas, una inundar con FLIT… ¿te acuerdas de esas bombas que eran como hacer el mejor de los ejercicios en casa y sin recetas mágicas?... pues de flit se inundaban cada uno de los cuartos, especialmente en los días en que había humead, como ahora, pues los moscos proliferaban .. y la otra…


La otra era trapear, con la misma religiosidad, cada tarde, los pisos con petróleo. Esa era un secreto para mantener los mosaicos rojos siempre limpios, siempre perfectos, siempre caminables aun descalzo. Esa es la razón que tengo, esa casi obsesión de ponerle mucha atención a los pisos, y los de aquí, en la que probablemente fue la Hacienda de Jocotitlán, los pisos están muy bien cuidados. Y no solamente los pisos sino casi todo el conjunto.



Me atrevería a decir, además, que aquí se trabajó el carbón, eso lo digo pues vi unos hornos, en perfectas condiciones, por cierto. Eso fue en la parte de atrás, por donde está la entrada a varias oficinas del gobierno municipal, recuerdo bien la de Obras Públicas. Pásele, con confianza, me dijeron, así que, no lo pensé dos veces y seguí maravillándome con lo que veía.


La rampa de acceso de la calle al interior de la Casa Grande. El patio que seguramente tenía un fuerte tráfico, pues, pasando esa especie de hornos, estaba un enorme patio, quizá hubo allí unas trojes.


Las paredes de adobe son sorprendentes, son del auténtico color terracota. En verdad que no necesitan de pintura o repellado alguno, así como están son magníficas, combinadas con piedras, ladrillos, los colores. No acabo de encantarme con el lugar, es algo que en verdad vale la pena conocer y, en este caso, es de lo más accesible pues se localiza justo frente a la plaza principal, desde allí puedes ver la Parroquia, ese lugar emblemático de donde hace doscientos años salió su cura para entregarle el aviso de excomunión al Padre de la Patria que se encontraba en Ixtlahuaca, no muy lejos de allí… ah, y claro es, aquí también hay Cabeza de Águila.


Hoy si, la verdad no tengo mucho que decir acerca de este lugar, solo que es una maravilla. Y por no dejar, veamos algo:


“En las zonas cercanas a Michoacán (Atlacomulco y Xocotitlán) la ocupación española todavía era relativamente precaria en el siglo XVII, por eso encontramos ahí una combinación significativa de indios gañanes trabajando en ranchos y haciendas (tanto de españoles como de caciques e indios terrazgueros que seguían sirviendo a la nobleza indígena de la región a través de la medianía…” (1)


¿Gañanes? ¿Eso que ahora entendemos? No, claro que no, las palabras también evolucionan, cambian, para bien o para mal, gañan en este caso, creo que ha cambiado más bien para mal…


gañán s. m.

1 Hombre que muestra poca cortesía y educación.

2 Hombre que trabaja en el campo a las órdenes de otra persona.


gañán

m. Mozo de labranza.

fig.Hombre fuerte y rudo.


Y encontramos (aprendemos) otra palabra, terrazgueros…


terrazgo
sustantivo masculino
1 Pedazo de tierra para sembrar.
2 Renta que paga el labrador al dueño de una tierra.


Paseando por las haciendas, definitivamente, además de conocer lo que fue, lo que hubo en México, estamos aprendiendo también lo rico y amplio que es el idioma que hablamos. La tercera palabra que tenemos hoy es la medianía. Esa si me la se y no recuro a diccionario alguno, pues me tocó, hace medio siglo, vivirlo con don Alfonso. La medianía son los "medieros" que en el campo se entiende a la gente que trabaja una tierra que no es de su propiedad, sino prestada y a cambio entrega la mitad de lo que produce o, en todo caso, de las ganancias; es decir, se van a las medias... hoy día si estamos con un joven y le decimos que "nos vamos a las michas" entenderá perfectamente que tú pagas la mitad y él la otra, es decir, están haciendo una medianía.




Fuentes:


1.- García Castro, René. Pueblos y señoríos otomianos frente a la colonización española. Dentro del libro: Valle de Toluca: sociedad y desarrollo. Universidad Autónoma del Estado de México. Toluca, 2000.


2.- Diccionario Enciclopédico Vox. 2009.